Volátil
Por Gonzalo Figueroa Cea Ferenc Mancilla se sintió como una pluma con voluntad propia. Caminó por las calles como si no pesara. La gravedad, si es que existió en ese momento en pleno pavimento, no tenía sentido del tacto en los pies. Ya es de noche y su madre, su padre y el resto de la familia están en casa. Invade su cuerpo una sensación de extrañeza, una cosa del tono “¿qué me paso?”, pero por sobre todo un sentimiento de culpabilidad que le obliga a pensar “¡esto nadie más lo puede saber!”. Y si lo saben, que lo sepan en 30 años más, cuando sea 2020 y tenga 48 años de edad. Quizás, por entonces, sea una sociedad más tolerante ante los errores propios de un muchacho “al que le ha costado terminar el colegio y le falta madurar”. No han sido tan directos para decírselo, pero sospecha, por la severidad de las expresiones, que así piensan algunos adultos cercanos y algunos más no tan cercanos. Pero ahora se siente protegido y más seguro. Son las nueve de la noche, está solo en su dormito...