Cuento corto: El canchero

Autor ilustración Phillip Sevy (del sitio Nerdgasmo)
LITERATURA
Llega Leandro Guerrero al bar. Canchero y parlachín, como de costumbre, se mofa de un joven con un leve problema para caminar con el cuerpo erguido y quien se iba cuando Leandro llegaba.

-¡Trata de enderezar las patitas, compadre!, quizás con una alicate gigante te las dejan derechistas - le dice Guerrero, antes de lanzar una sonora risotada, al joven de caminar dicultoso. Algunos de los presentes ríen tímidamente. Otros miran y después vuelven a ingerir sus bebestibles como quien no quiere enganchar gratuitamente con líos. 

-¿Cómo estás León?... ¿Lo de siempre? - saluda el tipo a cargo de la barra, quien le puso el sobrenombre León a Leandro por la abundante cabellera lacia y castaña de éste, cuya chasquilla le cubre un poco la frente, lo que hace que se lleve la mano frecuentemente para sacarse aquella mata de pelos que molestan.

-Una chela...Oye, hay poca gente en la galucha, ¡jajaja! - responde Leandro, cuyo "dardo" chistoso va dirigido al hombre de la barra, debido a su calvicie. Pero este decide no enganchar.

De pronto ingresa Recaredo en su silla de ruedas. Y, como es estilo, Leandro le lanza la talla de rigor, con un compendio de frases nada finas. 

-¡Ánimo, compadrito!. Ojalá tu mina no se aburra de menearte en la noche, capaz que ni la sientas cuando se te siente - dice el irreverente y canchero cliente, antes de lanzar una risotada dos veces más sonora y prolongada que las anteriores. La reacción del resto de los presentes en el bar es entre tímidamente risueña e indiferente.

No pasan más de dos minutos de conversaciones múltiples y juegos de carta o dominó, típicos de un lugar de estas características, hasta que entra Ferenc Mancilla, ex compinche de juergas de Guerrero. El silencio es casi de velorio. Sólo se escucha "Fool on the hill" de Los Beatles desde un parlante. Antes tenían puesto "Black dog" de Led Zeppelin.

Leandro se da vuelta y está a punto de lanzar afiladas palabras dedicadas a su ex amigo, pero éste se adelanta y le profiere un "misilazo" verbal.

-¿Cómo está mi querido Leandro Guerrero?, el campeón de todos los giles unidos del planeta.

Se siente un "¡oohhh!" a coro y fuerte en el recinto. La cara de descomposición de Guerrero es evidente, se pone rojo y no tarda en lanzar su respuesta y con furia... 

-¡A mí nadie me llama ...! - no alcanza a completar la frase porque mueve con tal fuerza su mano izquierda que pasa a llevar una bandeja con vasos usados y algunos a medio llenar, los que caen al suelo y se quiebran generando una sonajera nivel industrial con un fuerte aroma a alcohol. 

Obviamente las sonoras carcajadas no se hicieron esperar. Leandro yace entre adolorido y muy molesto: algunos vidriecitos que saltaron se incrustaron en su mano izquierda...Evidentemente manifiesta sed de venganza.

-¡Tan canchero que te veías, Leandro!. ¿Ponte a comentar lo que te ocurrió ahora? - atina a decir desafiante y sonriente Recaredo, el hombre de la silla de ruedas. Tras algunos segundos, quienes presenciaban vuelven a su rutina de conversación, mientras el "León", con una mano sangrante, sólo atina a poner cara de poco amigo a Ferenc. Éste sólo sonríe. 

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