"Take on me" en clave balada acústica o estilo Lucy Helena

Lucy Helena + banda en vivo

Por Gonzalo Figueroa Cea

Pedro busca afanosamente la mirada de Natalia pero sin la intención de parecer obsesivo (¡vaya tarea!). Ella lo mira, coinciden los ojos, pero luego baja la vista. Él está con sus amigos en otra mesa del pub. Se esfuerza en evitar que su interés se vea tan expuesto ante ellos. Es como un juego. Pero la diferencia está en que ese interés es serio. Ella lo detecta y también se siente atraída por Pedro, pero no quiere que parezca de fácil conquista. Y, evidentemente, tampoco lo manifiesta con sus amigas.

El animador del local, mientras se escucha de fondo y suave "One more night" de Phil Collins, anuncia que dentro de algunos minutos habrá un recital sorpresa y que pronto entregará más detalles. El local está casi lleno. Los habitués del lugar saben que después de la presentación musical, habrá baile hasta altas horas de la madrugada. 

Pedro está un poco ansioso. Natalia mira al techo pero de pronto nuevamente mira fijo, en diagonal, hacia la mesa donde está él, pero como esmerándose en demostrar que es absolutamente casual. De hecho, una vez que coinciden de nuevo, instantáneamente voltea la vista y se toma el pelo. En todo caso, intuyen que hay onda entre los dos. Como que los demás muchachos están de más.

Pero el amor inminente siempre es así. Nos solemos hacer los lesos. No queremos por ningún motivo la puesta en escena tan obvia, pero el corazón late fuerte por dentro: estamos "on fire". Pedro hace gestos algo erráticos con las manos y la propia cara. Los minutos se hacen eternos. "Perderá interés en mí", piensa, mientras se come las uñas. Ella simula que conversa muy animadamente con sus amigas.

Nuevamente el hombre del micrófono anuncia que se avecina aquel número tan atractivo sobre el que informara antes. La tensión aumenta, pero en la mayoría de la gente no, sino en Pedro y Natalia. Las miradas comienzan a ser más frecuentes: como que anticipan que algo bonito se viene...o "quizás audaz", especula ella en sus pensamientos. Los escarceos parecen interminables. Es una repetición de esquemas, pero con matices: tiende a haber una mayor aproximación entre uno y otra.

Los pensamientos se acumulan tan velozmente como las pulsaciones. Pedro se acuerda de cuántas veces fracasó con novias o casi novias. A su vez Natalia recuerda cuántos varones cancheros la conquistaron y luego la decepcionaron. Pero pensar en aquellas situaciones pasadas es como hacerse zancadillas.

Luego de cinco minutos parecidos a una eternidad, irrumpe el momento perfecto. Pero todavía no lo saben. El animador anuncia la naturaleza de la sorpresa. "Una cantante tan nuestra, tan chilena. Más de 20 años de carrera,  discos de oro y platino por las ventas físicas de sus discos, una banda y una producción fenomenales, la combinación perfecta de baladas, folclor, salsa y bachata arropadas con una hermosa y sensual voz. Es un privilegio tenerla acá. ¡Con ustedes, la gran Lucy Helena!", enfatiza, antes de la presencia de ensordecedores vítores previa a la aparición de la artista.

Y Lucy Helena irrumpe en el escenario: radiante, de vestido rojo, taco alto, su larga cabellera oscura y ondulada perfectamente cuidada y un maquillaje que resalta sus facciones. Y aparece junto a su banda. Los aplausos se prolongan. 

-¡Buenas noches! -exclama ya con el micrófono en mano, mientras las dos cantantes que la acompañan en los coros también acomodan los suyos y los músicos toman sus instrumentos. El público responde con vítores más entusiastas que los de hace un rato. En medio de manos alzadas y aplausos Pedro y Natalia pierden las miradas entre ambos.

Lu (como le apodan afectuosamente los fans) pudo empezar con cualquiera de sus éxitos, lo que incluye covers de clásicos de la música popular (en ese mezcla entre unos y otros cabe de todo: "Cóncavo y convexo", "Quiero volver a ti", "Que sabe nadie", "Mira como se mueve", "Tu corazón", etcétera). Pero el tema que remece el ambiente es otro, nada habitual aunque igualmente un suceso de antaño.

Un dulce arranque acústico es la causa de algo así como un despertar. Pedro y Natalia son los únicos que se ponen de pie. Y se dirigen al despejado centro del escenario cuando finaliza la primera estrofa de "Take on me" de los noruegos A-ha. 

"We're talking away/I don't know what I'm to say/I'll say it anyway/Today is another day to find you/ Shyin' away/Oh, I'll be comin' for your love, okay?" (seguimos hablando/no sé lo que voy a decir/pero lo diré de todos modos/hoy es otro día para encontrarte/evitándome/estoy yendo por tu amor, ¿está bien?), canta Lu mientras la delidadeza es engalanada con arpegios de guitarra electroacústica y una pertinente percusión. Pedro y Natalia se miran y sonríen. Ya intuyen lo que viene. Son los protagonistas. Es la magia de la música.

En el estribillo, con "Take on me" ("acéptame" o "dame una oportunidad") pronunciado cuatro veces para rematar con "I'll be gone/In a day or two" (me iré/en un día o dos), el baile es inevitable. Él, en forma galante, pero sin caer en la caricatura, la invita. Ella cede. Él toma la cintura de ella. Ella toma la mano que flota mientras las miradas entre ambos fluyen con sus sonrisas.

No hay vítores, como a la llegada de Lucy Helena al escenario. Sí el público bate las palmas para seguir el ritmo. Más parejas acuden a bailar, Natalia y Pedro no se despegan y tampoco las miradas entre una y otro. Sonríen. Lu sonríe y canta. ¿El resto?,  algunos cantan, pero por sobrre todo también sonríen y  bailan.

Es el inicio de la fiesta de verdad.


Ver video de Take on me (A-ha) en versión desenchufado:


 




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