Un caballero
| Chop cerveza (sitio Multibrand) |
Hay un ambiente agradable en el House, Rock & Country. Es verano, son algo más de las 23 horas del sábado y la temperatura es óptima. Afuera la mayoría de la gente fuma a la espera de la presentación de la banda contemplada para la jornada. Mi esposa está en la casa con nuestras dos pequeñas. El acuerdo es muy simple: cuando no podemos salir los dos, uno se queda y la otra sale, o viceversa como ahora.
Converso con Úrsula de rock, tras hacerlo de política, mientras la música de fondo, proveniente de unos potentes parlantes y congruente con un recital de Toto, corresponde al animado instrumental «Child’s Anthem». Casi todos están encuerados: los hombres de chaqueta combinada con el clásico jeans y las mujeres, casi una mayoría relativa, al unísono con ellos. El negro y el azul dominan ampliamente. Mi estilo es el de Caszely: soy el único que lleva una polera lila con un banano encima y sólo coincido con el resto por los pantalones de mezclilla. Nunca me ha agradado parecerme a la mayoría.
-Hace tiempo que no venías para acá -enfatiza Úrsula antes de sorber su suculento primer chop (yo todavía no me animo a inaugurar el mío).
-Al juzgar por tus comentarios en redes sociales, tú tampoco -le retruco a ella, quien mientras apoya la cabeza con su mano izquierda, con la otra pasa sus dedos por su lacia melena rojiza.
-La muchacha que nos sirvió cerveza te sonríe harto -dice Úrsula casi en tono de revelación, mientras se escucha el instrumental de Genesis «Do the Neurotic». Ella ya le dio al súper chop su segundo sorbo.
Como que quedo perplejo. Callo varios segundos. Una eternidad en una conversación con una amiga que me conoce hasta mis debilidades…Claro, no tanto como las conoce mi mujer. Me pongo rojo.
-Claramente le gustas. Y a ti te gusta -opina mi amiga, siempre tan despierta.
-Es una especie de clon de Francisca Valenzuela, pero en «frasco chico» -me limito a decir…Confieso que la alusión fue un tanto grosera, poco digna de estos tiempos. Me pongo nervioso y me tomo de un viaje la mitad de mi chop.
-Si ella te hubiese escuchado te hubiese pegado una cachetada, Andrés -me responde Úrsula.
-Lo sé.
-Eres un caballero. Eso de «frasco chico» no responde a tu perfil -complementa ella antes de largar una sonora risotada. El ruido no es tan fuerte. El volumen de la música es lo suficientemente alto para disfrutarlo y lo suficientemente moderado para conversar. En este momento escuchamos «The Camera Eye» de Rush. Mi amiga comenta sobre los punteos de Alex Lifeson, pero yo sé que el desempeño de Neil Peart en la batería y sobre todo la voz de Geddy Lee le causan una excitación especial. Tiene casi terminado su chop y le hace señas a la misma chica para que le traiga otro.
-¿Y tú pensando en tu media naranja? -le pregunto.
-No viene hoy -responde seca. No tiene nada más que responder para que yo comprenda que simplemente no desea dar más detalles. Pasan algunos minutos. La pantalla y el sonido ambiente coinciden ahora con Pink Floyd y su versión de «Comfortably numb» de «Pulse». La gente empieza a volver de fumar. Pronto empezará la actuación del cuarteto anunciado.
-Te veo confortablemente adormecida-.Ríe fuerte nuevamente antes de responderme aquella pregunta con inspiración floydiana.
-Veo como ella no dejar mirarte. Puede estar atendiendo a otros clientes, pero siempre hay algún momento en que ella te mira. La he pillado varias veces.
-Sí me he dado cuenta, Úrsula –contraataco serio.
-Yo también te lo he notado, amigo.
-¡Eres muy observadora, amiga! –digo y sonrío.
-Tengo la seguridad que Nieves nunca se sentirá engañada por ti -responde Úrsula. El recital de la banda estrella de la noche está por empezar. Mientras ella y yo estamos disfrutando de «Fortress around your heart» de Sting.
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