…Y una vez más el “Mago Astralis” descendió de noche y abrió su corazón

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(Comentario de Tocata Prog: Concierto de Astralis, Jueves 16 Noviembre 2006)

Por Gonzalo Figueroa Cea

Fotos: Jorge López G.

El pequeño Diego fue el encargado de abrir el show. Tras prender las velitas de los notorios candelabros que custodiaban el escenario, nos dijo a quienes asistimos que en ese momento el sol se escondía, la noche se hacía presente y que el “Mago Astralis” bajaba para abrirnos su corazón.

Y así fue. El “Mago” -en este caso el grupo- irrumpió con un sonido musical envolvente, de largos desarrollos, diversidad de intensidades, un evidente lucimiento de la guitarra en algunos pasajes y el complemento perfecto de los restantes instrumentos en esos mismos pasajes para dar lugar a un todo, provisto de muchos mensajes positivos, todo lo cual sedujo a la concurrencia.

La sensación que tuve fue el equivalente a estar suspendido en el aire y ser testigo auditivo de algo etéreo y muy variado. En varios pasajes como que me acordé espontáneamente de Pink Floyd, Rush, Led Zeppelín -en aquellos minutos de guitarra más fuerte- y algunos exponentes del rock progresivo de los 80, 90 y más actual, como Pendragon o IQ.

De este modo, Vera-Pinto, Sergio Heredia (batería), Mauricio Arcis (bajo) y Juan Pablo Gaete (teclados) presentaron íntegro el primer álbum de Astralis, llamado “Bienvenida al Interior”, que contiene temas de la primera etapa creativa de la banda; esto es entre 1999 y 2002. A esta etapa pertenecen títulos como “Noventa y Nueve”, “Bienvenida al Interior”, “Nocturno Urbano” o “Bajo el Domo de Cristal”, que involucran vivencias, reflexiones, sensaciones y alguna que otra alusión a la literatura o a otras culturas.

Sin duda que la breve presencia de Diego, sobrino del vocalista y guitarrista de la banda, Patricio Vera-Pinto, le dio un toque de distinción y de familiaridad muy especial a la tocata, que tuvo lugar en la pequeña sala que la Escuela de Sonido del Instituto Santo Tomás tiene en calle Zenteno.

Definitivamente dicho escenario tiene en la familiaridad su sello distintivo. Me refiero a la posibilidad real de permitir que los asistentes a una tocata se sientan particularmente acogidos, no sólo por la banda, sino por todo un entorno que hace que los “ripios” técnicos pasen a lo anecdótico y exista una sensación de estar escuchando relajadamente música en un living y con el estímulo que significa estar dentro de un grupo de personas, quienes quizás no se conocen, pero comparten una predilección.

Sin duda que esta percepción es familiar entre quienes regularmente asisten a un recital de su grupo o artista favorito, pero es superlativa cuando hablamos de un espacio bastante reducido. Valga mi agradecimiento en tal sentido -y en nombre de quienes asistimos a la tocata de Astralis- para la Escuela de Sonido del Instituto Santo Tomás. Dicha gratitud también vale para Mylodon Records y una conocida marca de instrumentos musicales, quienes brindaron su apoyo para llevar el breve pero prometedor ciclo de rock progresivo, que también tuvo de protagonistas a Crisálida y a Evolución.

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