Gonzalo Figueroa Cea: El robusto señor Rock


En materia de espectáculos los megaeventos hicieron más cotizable nuestro país



La presencia en Chile de exponentes del pop o del rock provenientes de los países de mayor dominio en los mercados internacionales de la música popular, siempre ha sido una estupenda señal desde el punto de vista del fortalecimiento de nuestro medio. No hay duda de aquello. Pero verlos actuar en recintos de gran envergadura, son palabras mayores. Eso ocurrió, por vez primera, en 1989.

Corría octubre de 1990 y ya estaba por finalizar un segundo año en que los megaeventos eran una realidad casi regular en nuestro país. A principios del año anterior habían actuado en el Estadio Nacional -en distintas ocasiones, claro- Rod Stewart y Bon Jovi. Si bien es cierto ellos eran y son grandes exponente del rock, no me llamaban mucho la atención, como sí me ocurría con Eric Clapton, David Bowie, Sting y Peter Gabriel, quienes vinieron en los últimos meses de 1990 para actuar en nuestro país.

Aunque los artistas más populares que nos han visitado vinieron algunos años después -Michael Jackson, los Rollings Stones, U2, Paul McCartney, Madonna, Led Zeppelín (en realidad, Page y Plant más apoyo), Elton John, Phil Collins, Roger Waters (muchos dirán “hubiera sido mucho mejor Pink Floyd”) y Deep Purple, entre otros- ya se había instalado en Chile la saludable idea de que era posible realizar, con cierta seguridad de éxito, un espectáculo musical como para 30 mil, 40 mil, 50 mil o más espectadores…Como ocurría en el fútbol, fundamentalmente en los clásicos, en los partidos de la selección o en las instancias decisivas de los campeonatos locales.
Pero no sólo eso era posible, sino que también lo era el aumento del “abanico” de posibilidades de ver en vivo y en directo a artistas diferentes a los habituales. Y lo digo con todo respeto: me gustaban y me gustan el Canto Nuevo, por poner un ejemplo local, y el rock argentino, por poner un ejemplo foráneo muy cercano…Pero necesitábamos algo distinto, algo que le diera un aire más potente a la industria del espectáculo local.
La presencia en estas latitudes de exponentes del pop o del rock provenientes de los países de mayor dominio en los mercados internacionales de la música popular, siempre ha sido una estupenda señal desde el punto de vista del fortalecimiento de nuestro medio, generoso en grandes artistas pero bastante modesto en materia de espectáculos masivos y ventas. Es como cuando vino Borghi o Gorosito: sin duda que allí nuestro fútbol profesional ganó como espectáculo y harto.
Ver actuar a grandes estrellas en nuestro mayor coliseo deportivo, en un estadio de fútbol con capacidad superior a las 15 mil personas o en un recinto de envergadura similar a aquél, eran palabras mayores, además de ser algo poco frecuente. Al respecto, en los gloriosos recuerdos habrá que remitirse a Chespirito y su elenco en la visita que hicieran a Chile en 1978, a algún evento político o al mítico “Piedra Roja”.
En 1989 cambió el panorama…Y no quiero “empalmar” este tema con el político. No, no es el caso…¿Qué se podía mencionar como algo parecido antes de 1989?...Sólo la presencia de algunos “monstruos” en el Festival de Viña del Mar: The Police, en 1982; Shenna Easton, en 1984; John Denver y Miami Sound Machine, en 1985; o Air Suply, en 1987, por ejemplo. Creo que Julio Iglesias, Raphael o Camilo Sesto perfectamente encajan en este análisis dada la enorme popularidad de la que cada uno de ellos gozaba.
Cabe destacar, no obstante, los esfuerzos que se hacían algunos años antes de 1989-1987 para ser exactos- para lograr que grandes representantes de la denominada -por aquel entonces- música de vanguardia o alternativa, brindarán espectáculos en Chile: se trataba de músicos o grupos fundamentalmente cultores del jazz en sus variantes modernas, como el jazz rock o la fusión. Una conocida marca de cigarro auspiciaba las actuaciones. Quizás ellos no eran tan populares como los artistas de los megaeventos pero tenían una cantidad no despreciable de seguidores en Chile, aspecto que bastaba para justificar actuaciones destinadas a recintos como el entonces Estadio Chile (hoy Víctor Jara) o el Court Central de Estadio Nacional. Brillaron allí con luces propias Pat Metheny, Jean Luc Ponty, Stanley Clark, Al Di Meola, Billy Cobham y Chick Korea, por ejemplo.
El público de estos espectáculos y los que protagonizaban las bandas argentinas más populares no sobrepasaba las 10 mil personas en el mejor de los casos. En 1986, año de una interesante explosión de pop rock latinoamericano, Soda Stereo tenía que hacer recitales en diversas ciudades como para que, recién allí, se dijera que decenas de miles de personas fueron a ver este grupo, en aquella época el de mayor cantidad de incondicionales en nuestro país junto a los mismísimos Prisioneros y, además, poco tiempo antes de transformarse en un auténtico y clásico fenómeno masivo en toda América Latina. En cuanto a respuesta de público en Chile, ocurría algo parecido en los casos de GIT, Virus, Miguel Mateos y Zas, y Charly García.
Los megaeventos, sin duda, ofrecieron ese aire fresco que se requería para desatar la masificación real de los espectáculos musicales en nuestro país, fundamentalmente de pop y rock, y la diversificación de estilos que elegir con ocasión de los mismos. Aunque no se reconoce abiertamente, sin duda que este fenómeno ayudó a acrecentar la cultura musical local y a aumentar la oferta de exponentes, sin desconocer el peso indudable de fenómenos como la Nueva Ola, la Nueva Canción Chilena o artistas de la talla de Los Jaivas, Congreso o Fulano, por ejemplo. Lógicamente me refiero a tendencias más allá de ventas…En fin, todo es discutible.
En síntesis, hay avances y, aunque no está de más admitir que existe una crisis económica y una industria amenazada por la piratería, hoy existe una cartelera más generosa, más ganas y, por si fuera poco, mayores posibilidades de que vengan artistas de talla mundial. ¡Salud por eso!, pero (saliéndome un poco del libreto), ¡salud también por nuestros representantes!, ¡ánimo a los sellos y al medio en general!.

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