“Dr. House”: serio humor malhumorado

SERIES DE TV DE SIEMPRE
El protagonista de la exitosa serie estadounidense, encarnado por Hugh Laurie, es de esa clase de personajes que, llevado a un contexto laboral real, saca de sus casillas a cualquiera. Pero sus alambicadas explicaciones y su menosprecio burlón al quehacer de sus colegas lo transforman en un personaje tan acaparador de escenarios, que no aburre, causa mucha gracia y hasta encanta.

Durante los años 90 y la primera década del siglo XXI una aparentemente mayoría relativa de series de televisión estadounidenses pusieron bastante énfasis en las relaciones de pareja, el valor de la amistad, la fuerte influencia de las familias en las relaciones y la implicancia de esas mismas relaciones (valga la mansa redundancia) llevada al plano laboral.


Allí nos embriagamos principalmente con series bastante apegadas al espíritu descrito: “Melrose Place”, “Dawson's Creek”, “Friends”, “Seven Heaven” y “Sex and The City”, por nombrar algunas de las más exitosas producciones del estilo que fueron exhibidas en Chile, ratifican el espíritu descrito.

Las desilusiones amorosas, los engaños y desengaños, los conflictos entre los amigos y la repercusión de las relaciones laborales en el plano sentimental, entre otros temas, eran materias recurrentes de los relatos de aquellas series.

Curiosamente el suceso de estas producciones fue más rendidor para sus actrices. De hecho, al margen de actores como Matthew Perry y Matt LeBlanc (el temperamental mayor Donald West de la versión cinematográfica de “Perdidos en el espacio”), las series aludidas permitieron potenciar la carreras de Lisa Kudrow, Katie Holmes (sin duda, mucho más que la mujer de Tom Cruise), Jennifer Aniston (popularísima), Heather Locklear, Courteney Cox, Jessica Biel (guapísima, debo confesarlo), Sarah Jessica Parker y Kim Cattrall (la chistosa Samantha Jones de “Sex and The City”), entre otras actrices.

Si en los 70 y 80 el ámbito policial, las fuerzas especiales o de rescate, la utilidad pública a través de diversos servicios profesionales, los superhéroes y las aventuras del Oeste Americano, por ejemplo, la llevaban en las series -“Las Calles de San Francisco”, “Columbo”, “Kojak”, “Área 12”, “¡Emergencia!”, "Miami Vice", "Cagney y Lacey", "Los Magníficos", “El Hombre Nuclear”, “La Mujer Biónica”, “Hulk”, “Shazam”, “La pequeña casa en la pradera”, “El gran Chaparral”, “Valle de Pasiones” y “Los Dukes de Hazard”, entre muchas otras-, en los años 90 y los primeros 2000 las producciones abordan los temas sensibles de las relaciones humanas, pero fundamentalmente ligadas a lo sentimental.

Sin embargo, series como “Lost” y “Dr. House” contradicen ese espíritu. “Lost”, eso sí, no me atrae demasiado, como si me atrae “Dr. House”. Debo confesar que a mi señora le encanta tanto como “Sex and the city” (de hecho son sus series favoritas).

Insufrible pero encantador

El protagonista de esta exitosa serie estadounidense, encarnado por Hugh Laurie, es de esa clase de personajes que, llevado a un contexto laboral real, saca de sus casillas a cualquiera. Gregory House, el nombre de pila del individuo, es una especie de genio de la medicina que lidera un equipo de diagnósticos de un Hospital de New Jersey, una especie de grupo de especialistas en extrañas patologías.

El personaje creado por David Shore es, de por sí, muy desagradable como persona si uno lo observa desprejuiciadamente y sin contar con un antecedente previo del sujeto. Según las siempre bienvenidas observaciones de mi hermana (muy bien documentadas, por cierto), se dice que House sufre una especie de autismo denominado síndrome de Asperguer, dado que todos los síntomas de este síndrome coinciden con su peculiar personalidad.

La misma fuente me comentó que otro personaje famoso con síndrome de Asperguer es el doctor en física Sheldon Cooper de la serie "The Big Bang Theory", aunque Cooper es un personaje muy diferente a House.

House contradice con extraordinaria frecuencia a su jefa, la doctora Lisa Cuddy (Lisa Edelstein) y al propio equipo de él. Las discusiones son largas y tediosas. Las tomas de decisiones rozan, a veces, lo que es una aparente locura, pero se sale con la suya.

Divertidas y, otras tantas veces, tensas son sus discusiones con los doctores Eric Foreman (Omar Epps) y James Wilson (Robert Sean Leonard), el jefe del área de Oncología del hospital y el mejor amigo de House.

Pese a sus insufribles limitaciones en trato con sus semejantes, esos mismos aspectos: sus alambicadas explicaciones y su menosprecio burlón al quehacer de sus colegas lo transforman en un personaje tan acaparador de escenarios, que no aburre, causa mucha gracia y hasta encanta.

House, un hombre muy solitario y que camina con cierta dificultad (usa un bastón), tiene como pasatiempo tocar la guitarra (en la vida real toca el saxofón). El galeno de la serie quedó cojo porque le hicieron un mal diagnóstico a su pierna derecha. Como no le achuntaron le dió un infarto muscular a esa pierna, cuya única solución era amputarla.

No obstante, él hombre se negó y, a su propia solicitud, le hicieron un by pass y le quitaran el coágulo que le causó aquel infarto. Esto le provocó tantos dolores que pidió que lo pusieran en coma, pero cuando estaba en ese estado, quien era su pareja pidió a los especialistas que le sacaran el músculo. Sin duda ésta fue una solución, pero igualmente quedó cojo y con dolores intensos. Debido a aquellos fuertes dolores, toma una droga llamada Vicodina y en grandes cantidades. Por tal motivo es, según los expertos, técnicamente un drogadicto.

Por añadidura, terminó su relación con aquella pareja que tuvo y, desde ahí, que está "sholito". Este personaje le significó a Laurie, de 51 años, ganar dos veces consecutivas el Globo de Oro como mejor actor: 2006 y 2007.

Éxito y curiosidades
La serie comenzó en 2004 y enteró seis temporadas. En 2008 fue la serie más vista con un promedio de 82 millones de personas en 66 países. Al margen de Laurie y los otros intérpretes citados, el reparto de House ha tenido como actores habituales a Jennifer Morrison, Jesse Spencer, Peter Jacobson y Olivia Wilde.

Debo hacer una mención especial a Robert Sean Leonard, un gran actor que, pese a una carrera nada despreciable a sus 41 años, todavía se le recuerda mucho por su desempeño en “La Sociedad de Los Poetas Muertos” (1989) en el papel del malogrado Neil.

Lo de Leonard es similar a lo que ocurre con el inglés Colin Firth en relación al “El diario de Bridget Jones” en sus dos versiones: 2000 y 2004; Henry Thomas, considerando el “eterno niño" Elliot de “E.T.” de 1982; Aidan Quinn respecto de su rol de enamorado en "Desesperadamente Buscando a Susan" (1985); y Mark Hamill como Luke Skywalker en “La Guerra de las Galaxias" en las precuelas de 1977, 1980 y 1983.

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