“Moving Pictures”: entre los álbumes de Rush, muy especial entre los mejores


EL ROBUSTO SEÑOR ROCK
El “power trío” se transformó en uno de mis grupos de cabecera en una época en que me trastornaban bastante las destrezas instrumentales de las bandas de rock más que la música como algo integral…Y, en tal sentido, debo agradecerle una vez más a mis hermanos por introducirme en la onda del clásico conjunto canadiense. Fue en los 80. Era todavía un niño.

En 1980 Cobreloa, que no llevaba más de tres años en el profesionalismo, logró su primer título de campeón nacional nivel adulto en el fútbol chileno. Muchos recuerdan los nombres de Óscar Wirth, Víctor Merello, Hugo Tabilo y los uruguayos Jorge Luis Siviero y Washington Olivera, entre otros ilustres nombres de ese gran equipo, representativo de la ciudad de Calama, que al año siguiente, de la mano del argentino Vicente Cantatore, fue vicecampeón de la Copa Libertadores de América, hazaña que repitió en 1982.


Las series policiales gringas lideraban las preferencias en la televisión: “Las Calles de San Francisco”, “El Hombre Nuclear”, “El Hombre Increíble”, “La Mujer Biónica” “Emergencia” y “Kojak” dominaban la pantalla, muy a pesar de “Bonanza”, “El Gran Chaparral” y “La Pequeña Casa en la Pradera”, que ponían el acento en el oeste americano.

En otras palabras, una época de estímulos distractivos más sanos y con verdades “a medias”: verdades oficiales por los medios informativos “regalones” de la administración gubernamental de turno y verdades más próximas a la realidad a través de los medios informativos de los adversarios. En la televisión, evidentemente poco y nada se sabía de aquello. Y el fútbol, un deporte muy sano y que me gusta mucho, operaba como el anestesiante ideal para aquel objetivo de “informar oficialmente”.

Fue en medio de todo aquel panorama que un día vi a mi hermano mayor, quien cursaba tercero medio en ese entonces, muy entusiasmado con aprender inglés y muy motivado estudiándolo mediante una metodología que, al menos en ese momento para mí -un niño de 8 años-, era todo un descubrimiento: escuchando a grupos de rock en inglés.

En efecto, él estaba escuchando Rush y específicamente “Countdown”. A pesar de que estaba muy concentrado y regularmente lo estaba mucho más cuando yo estaba mosqueando por allí, se dio el tiempo para contarme un poco lo que cantaba el vocalista. El tema trataba de la cuenta regresiva de un cohete con astronautas, cosa que en aquel entonces me alucinaba…Cosa que en cierto sentido me sigue ocurriendo. Si mi hermano me explicó en ese minuto que el grupo de marras era Rush, francamente se me debe haber olvidado. Pero el tema no se me borró de la mente y años después supe que era Rush.

Rayando la papa con los virtuosos

Después de la irrupción del heavy metal, del pop metal (glam, heavy pop o como quiera que se le haya llamado a esa corriente), Michael Jackson y Madonna, le tocó el turno al rock latino en términos de gustos masivos. Eso ocurrió con particular fuerza por ahí por 1985. Yo tenía 13 años pero mi cultura musical era bastante menor en comparación a la que tengo ahora.

Cómo será que a varios grupos de moda por aquel entonces, como los argentinos Soda Stereo, G.I.T. o Virus los encontraba francamente unos dioses del rock. No es que los subestime pero si hoy me diera el trabajo de hacer una especie de escalafón actualizado de mis gustos en materia rock, estas agrupaciones quedarían muy por debajo de muchos conjuntos que me gustan y, por cierto, de mi grupo argentino favorito: Serú Girán.

Por ahí por 1987, con unos 15 años de edad y en esas características tardes sabatinas de calor familiar, mi otro hermano, de 21 años de edad, profundizó mis conocimientos sobre Rush. “Working man” y “Finding My Way” deben haber sido los temas que más recuerdo de esta especie de informal “taller sobre Rush” que me dedicó ese hermano mío, con radiocasetera a la mano. “Estos gallos son secos”, fue la escueta respuesta que le di. De ahí en adelante, Rush junto a los Beatles, Pink Floyd, Led Zeppelin, Emerson Lake and Palmer y otras bandas, iba a tener para mí una connotación muy especial.

Un álbum muy especial

Han pasado más de 23 años luego de esa especie de “taller sobre Rush” que me brindara mi hermano. Mi conocimiento sobre el trío canadiense se robusteció con los años. En algún minuto tuve varios de los álbumes en formato caset. En algún minuto me deshice de algunos por un motivo que no vale pena recordar, pero el gusto prosiguió y, de hecho, me compré varios cidís.

Me los “devoraba” con el oído. Creo que sólo me ocurre algo similar con los Beatles, Genesis y, en menor proporción, con Emerson Lake and Palmer (ELP), Yes y Marillion. El único recital de Rush en Chile, realizado el 17 de octubre del año pasado en el Estadio Nacional, es un momento imborrable para mí.

“Moving Pictures” no es el único gran álbum pero tiene algo muy especial

Casi por boca de ganso elegí “Moving Pictures”, de 1981, como mi álbum favorito de Rush. Debe haber sido por ahí por los años 90. Pero es difícil elegir un álbum en particular de los canadienses. “A farewell to kings”, de 1977, donde aparece “Xanadu” y “Closer to the heart”, me encanta. Y yéndome a un extremo más ochentero, me gusta también harto “Power Windows”, de 1985, donde sale “Big Money”; “Signals”, de 1982, donde aparece el ya mencionado “Countdown”; y “Permanente Waves”, de 1980, que incluye “Spirit of Radio” o “Freewill”…

Pero ya que les estoy escribiendo sobre “Moving Pictures”, me referiré a "Moving Pictures” (valga la redundancia). “Tom Sawyer” abre el disco con el potente, remecedor y envolvente sonido del bajo de Geddy Lee, quien con su voz y el ritmo de caminata de la batería de Neil Peart nos invitan a adentrarnos de lleno en la audición. La irrupción energética de la guitarra de Alex Lifeson es otra inyección motivadora. Ese espíritu inquieto domina todo el álbum aunque con diversas formas, intensidades y combinaciones de sonido.

“Moving…” navega por los mares y el espacio de las cuerdas distorsionadas, las percusiones llenas de desbordante intensidad y el acompañamiento fiel de los sintetizadores. A un año de la muerte de John Lennon, a tres del deceso de Elvis Presley y durante el mismo año en que Bill Halley dejaba este mundo, Rush reinventaba nuevamente el rock and roll, con una voz más serena de Geddy Lee, pero no con menos ganas de sorprender.

En otras palabras se reinventaba el rock and roll pero también el rock progresivo. Los instrumentos suenan más reposados, cada uno los temas parecen más calmos pero la potencia contagiosa no se perdió y sigue hasta estos días. Así lo delatan, además, “Red Barchetta”, “YIZ”, “Limelight”, “Vital Signs”, “The Camera Eye”, “La Villa Strangiato” y “Witch Hunt”.

¡¡Un gran álbum!!

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