El Día del Amor: Cuando es Real, Todos Los Días lo Son


EN TERCERA CLASE
Hace cuatro años escribí el mismo texto que leerán a continuación. La única diferencia ahora respecto de ese entonces es que le agregué más de mi cosecha literaria y sentimental. Pero hay un aspecto que es mucho más importante: tengo una hija de dos años 9 meses.

El nacimiento de un hijo es, en la inmensa mayoría de los casos, el resultado maravilloso del amor. El 14 de febrero es el Día del Amor, de Los Enamorados o de San Valentín, pero he querido compatir de nuevo con ustedes esta misma emoción llevada al papel, pero en una fecha distinta al 14 de febrero y en un año diferente a 2008....Se trata del mismo texto que publiqué ese año para San Valentín, pero esta vez dulcemente enriquecido.


Siguiendo el tradicional estilo de poner mayúscula en las principales palabras de cada título (incluyendo una forma verbal), quisiera enfatizar la idea que en el actual título enfatizo (valga la redundancia) en las líneas que vienen. Y lo haré porque efectivamente creo que cuando uno está muy enamorado y es partícipe de esa reprocidad total que transforma al amor en amistad más allá del cariño espontáneo, el amor es más que la palabra en sí misma y la jornada en que es celebrado es sólo una más.

Enteré una relación de amor recíproco y total de 17 años. Mi mujer es mi amor, mi compañera y mi amiga. Como dice la canción, "mi complice y todo". De esos 17 años, diez de ellos y algunos meses he estado compartiendo el mismo techo. Tenemos una casa pequeña, apta para un ciudadano ante todo, que hemos ido mejorando paulatinamente. Esa casa es nuestro templo, la cama de dos plazas es nuestro refugio y espacio de caricias y reflexión, el living es nuestro parque de diversiones "puertas adentro", la cocina es el dormitorio del pan; el comedor, el lugar donde agradecemos ese pan; ¿y el patio?, nuestro parque de diversiones "puertas afuera" para contemplar el cielo, fundamentalmente la imponente belleza de la noche, donde es posible soñar despierto.

Con mi mujer hemos practicado la tolerancia y el estímulo mutuo en forma regular. Caben allí los gustos de cada uno y se respetan los espacios, las formas de ser, los apoyos, las risas, la comprensión ante el llanto y los momentos difíciles y, ¿por qué no?, un lugar especial para las risas y el humor cuando corresponde.

Pero hay algo notablemente más importante que todo aquello: la presencia de nuestra hija María Jesús, de dos años nueve meses. Un obsequio maravilloso que el mismo amor nos brindó un 20 de abril de 2009.

Por eso mismo, para nosotros cada jornada es especial: todos los días son especiales.
Para finalizar los dejo con un gran clásico de Los Beatles:

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