Emotivas vivencias en torno a la pelotita


Por Gonzalo Figueroa Cea

DESDE EL CÓRNER

Disfruté mucho "Para Gritar, para Cantar, para Llorar" (Mundiales Inolvidables), un libro donde emociones y anécdotas de momentos claves de la historia del fútbol mundial son capaces de brindarnos una atractiva lectura y una razón más para amar el "deporte más lindo del mundo", como dijo una vez el gran Diego Armando Maradona.

Uno de los libros que disfruté durante 2011 fue "Para Gritar, para Cantar, para Llorar" (Mundiales Inolvidables), texto publicado por Uqbar Editores y la Escuela de Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez en 2010. Se trata de un conjunto de relatos de diversos autores -entre ellos Antonio Martínez, Julio Martínez (Q.E.P.D.), Harold Mayne-Nicholls, Osvaldo Soriano (Q.E.P.D), Eduardo Galeano y Héctor Vega Onesime- con vivencias sobre el fútbol. Agradezco a mi madre por este libro: ella me lo obsequió.


Notables figuras del balompié mundial de todos los tiempos como el colombiano Carlos Valderrama, el argentino Diego Armando Maradona, los brasileños Pelé y Garrincha, los chilenos Leonel Sánchez y "Chamaco" Valdés y el uruguayo Obdulio Varela son sólo algunos de los nombres que rutilan en estas vivencias llevadas al papel. 

Particularmente me conmovió la historia de Carlos Valderrama, "El Pibe". El gran astro del fútbol colombiano es un hombre que se formó en una familia de esfuerzo. Y, quizás, aquél es el denominador común de los futbolistas: hombres no necesariamente prodigios de talento intelectual, pero sí ejemplos de mucho esfuerzo y mucho talento deportivo.

Emotivo y lacrimógeno es el relato acerca del partido en que Chile, en su propio mundial, el de 1962, derrota a la Unión Soviética liderada por el gran Lev Yashin, la "araña negra". Doblemente lacrimógena, aunque no por ello menos atractiva, es la subjetivísima descripción (¿qué raro suena eso?; ¿eh?) de cómo Argentina obtiene su primer título de campeón mundial, en 1978. Emociones muy fuertes genera la finalísima del Mundial de 1950: por un lado los uruguayos, en su rol de "casi Cenicienta", felices; y por el otro, los brasileños, los locales e inmensos favoritos en la carrera por el título que finalmente perdieron, con una tristeza que los embarga hasta el día de hoy. 

Los temas políticos tampoco quedan al margen: Sólo habían pasado algunos días del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y Chile logró clasificar al Mundial que se iba a realizar al año siguiente en Alemania: tras un heroico 0 a 0 con la Unión Soviética en Moscú, en el partido de vuelta en Santiago derrota al entonces representativo del gigante del bloque socialista con un gol muy simbólico: el rival no estaba en la cancha y, obviamente, el arco estaba sin custodia. Una cosa tan ridícula como inducida políticamente.

La utilización política, sin duda, sobresale como algo relevante en el deporte, aunque su valor depende del cristal con se que mire: necesario cuando une a los pueblos pero siniestro cuando la administración política de turno la utiliza como confortable anestesiante de temas delicados, obviamente con el fin de que éstos pasen lo más inadvertidamente posible.

De ahí el título del libro, "Para Gritar, para Cantar, para Llorar". Como que en el fútbol -deporte favorito para muchos, entre quienes me incluyo; y, sin duda, el "deporte rey" a nivel mundial- conviven todas las emociones: el éxtasis y la agonía (obviamente en el sentido figurado), la simple disconformidad por un resultado, la rabia por un mal cobro, la alegría casi indescriptible ante un triunfo muy relevante e histórico, la satisfacción por un empate heroico, la desazón por alguna expulsión, el dolor de una derrota inesperada, etcétera. Son muchas las sensaciones que genera este dinámico juego.

De luz y de sombra

Comparto con ustedes algunos de los extractos que más me llamaron la atención de este entretenido libro:

"Argentina intenta reaccionar, pero no encuentra el camino. El Pibe no les da chance, sigue repartiendo juego, desesperándolos. Minutos después, Goycochea se luce y consigue sacar del arco otro remate de Freddy Rincón (...). Al oír el pitazo final, los jugadores colombianos se abrazan de felicidad, lloran, saltan, gritan y sólo se tranquilizan cuando levantan la mirada hacia las tribunas y descubren que el público agresivo que no los ha dejado dormir y que los ha chiflado noventa minutos se ha puesto de pie y los está aplaudiendo. Hasta Maradona, el arrogante rey del fútbol, hace sonar las palmas para felicitar a Colombia".

("¡Cinco a Cero!" se titula esta parte del relato "El Hijo de Jaricho" de Sergio Álvarez, referido al astro colombiano Carlos Valderrama, apodado "El Pibe". Los párrafos corresponden a la descripción que hace el autor del 5 a 0 que le propinó Colombia a Argentina en el estadio Monumental de River Plate, en Buenos Aires, en 1993, eliminatorias del Mundial de Estados Unidos).

"¡Y qué goles! Porque si soberbio resultó el tiro libre de Leonel Sánchez, mayor estruendo provocó el disparo seco y distante de Eladio que penetró junto a un poste cuando los soviéticos terminaban de abrazarse por el empate. Goles espectaculares, bien logrados, que permitieron a Chile llegar al descanso en ventaja y entrar entonces en la fracción posterior a mantenerla (...). Todo eso en Arica, que abrió calle a los triunfadores para tocar sus manos, para brindarles una sonrisa, para estrujarlos en un afecto de chilenos. Orgullo colectivo por una fiesta que los ariqueños no olvidarán jamás. 

Nosotros tampoco".

("Justicia Divina" del recordado Julio Martínez, relato referido al mítico partido jugado en Arica en que Chile derrotó a la Unión Soviética por dos a uno en los cuartos de final del Mundial realizado en nuestro país. Leonel Sánchez y Eladio Rojas fueron los autores de los goles. Lev Yashin, el mejor arquero del mundo en ese época, custodiaba el arco de los soviéticos). 

"Quiero escribir esta noche la nota más linda...

Sé que no podré. Que las ideas me huyen, que las teclas me agreden, que la fantasía se esconde. Odio mi mediocridad.

Argentina campeón del mundo. Gracias por hacerme sentir pibe otra vez. Ya no grito, ni tiemblo, ni lloro. Cierro los ojos. Creo que vi a Dios".

("Sí, Campeones del Mundo. Para Gritar, para Cantar, para Llorar" de Héctor Vega Onesime. El hoy veterano periodista argentino sacó a relucir su hincha en un texto que escribió para la legendaria revista "El Gráfico" en junio de 1978. Pone de relieve que Argentina, al mando de Fillol, Bertoni y Kempes, se impuso futbolísticamente a Holanda, poniendo de relieve que los holandeses, en esa ocasión, cayeron justamente en aquello que históricamente se les ha reprochado a los argentinos: la vehemencia)

"El dueño del bar se acercó a nosotros con el grandote que lloraba. Le dijo: ¨¿sabe quién es ése? Es Obdulio¨. Yo pensé que el tipo me iba a matar: Pero me miró, me dio un abrazo y siguió llorando. Al rato me dijo: ¨Obdulio, ¿se vendría a tomar unas copas con nosotros? Queremos olvidar, ¿sabe?¨ ¡Cómo iba a decirle que no!. Estuvimos la noche chupando en los boliches. Yo pensé: ¨si tengo que morir esta noche, que sea¨. Pero acá estoy.

Si ahora tuviera que jugar otra vez esa final, me hago un gol en contra, sí señor. No, no se asombre. Lo único que conseguimos al ganar ese título fue darle lustre a los dirigentes de la Asociación uruguaya de fútbol. Ellos se hicieron entregar medallas de oro y a los jugadores les dieron una de plata. ¿Usted cree que alguna vez se acordaron de festejar los títulos de 1924, 1928, 1930 y 1950?. Nunca. Los jugadores que intervenimos en aquellos campeonatos nos reunimos ahora por nuestra cuenta todos los años el 18 de julio, que es la fecha patria".

("Obdulio Varela, El Reposo del Centrojás", de Osvaldo Soriano. El relato del recordado escritor argentino consiste en una especie de testimonio narrado por el legendario astro uruguayo acerca del "tercer tiempo"del mítico partido en que el representativo oriental obtuvo el título de campeón del mundo. Mítico porque se enfrentaba a un clásico rival del Atlántico: Brasil, que era además el local y que por expresión de fútbol y contundencia ofensiva fue el mejor equipo de ese torneo mundial. Sin embargo no fue campeón porque se encontró en esa final con un sorprendente Uruguay. En el fondo es un testimonio del clásico "Maracanazo" en boca de uno de sus grandes protagonistas)

"Años después, en el Schop Dog de Huérfanos, Valdés me confesó que fueron instantes eternos. Incómodos, porque tenían claro que estaban siendo utilizados para un montaje publicitario de la dictadura. Dramáticos, porque hacía pocos días él había logrado ubicar y liberar a su compadre Hugo Lepe desde ese mismo estadio y esa tarde él estaba en la tribuna como hombre libre. Ridículos, porque escuchaban claritos los gritos del Polo Vallejos, el siempre desordenado arquero que les gritaba: ¨¡Aseguren los pases! ¡No vayan a chutear p'afuera la pelota!¨".

("La Tarde de los Fantasmas" de Axel Pickett, texto referido al partido de repechaje eliminatorio en que Chile clasificó al Mundial de Alemania al eliminar a Unión Soviética. La escuadra nacional había empatado a 0 en Moscú y, en Santiago, exactamente 10 días después del Golpe de Estado: el 21 de septiembre de 1973, debían jugar la revancha, pero....los soviéticos no se presentaron. Chile clasificó por Walk Over -no presentación del adversario-. Francisco "Chamaco" Valdés, fallecido recientemente, recordó a Pickett el momento alusivo al "gol simbólico" que concretó ante un arco y un campo antogonista sin adversarios).

Para finalizar los dejo con imágenes de estos históricos momentos del fútbol mundial:







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