Diálogo y articulación de voluntades, claves en liderazgo para el alto desempeño

EN TERCERA CLASE
En charla dirigida a jefaturas de una conocida organización laboral, Ignacio Fernández, director del Magister en Psicología de las Organizaciones de la Universidad Adolfo Ibáñez, entregó una completa visión sobre cómo debe funcionar un liderazgo virtuoso en las organizaciones labores públicas y privadas. Según me confesó una compañera de trabajo, lo señalado por Fernández, debe ser compartido por la gente que forma parte de un equipo y por cualquier persona.
Conectividad, en el sentido de vincularme voluntaria y emocionalmente con los otros, dándole un abierto espacio al diálogo; ser propositivos cuando se sabe hacer e indagadores para saber hacer; y construir la felicidad a partir de nuestro yo interno, son aspectos fundamentales en la aplicación del liderazgo para el alto desempeño y también en la vida en general.

De este modo se desprenden, a modo de conclusión, los aspectos centrales del minitaller “Liderazgo para el Alto Desempeño”, relatado recientemente por el director del Magister de Psicología de las Organizaciones de la Universidad Adolfo Ibañez, Ignacio Fernández, organizado por una repartición estatal y dirigido a jefaturas de dicho servicio.
Apoyado en conceptos de otro destacado académico: Marcial Losada, según Fernández, está comprobado que el alto desempeño está asociado a una ecuación matemática, donde la comunicación, la interacción, la confianza, la empatía y el trabajo en equipo, entre otros aspectos positivos del accionar de una organización, son claves.
Una mayor productividad y el consiguiente éxito son efectivas consecuencias de esta visión que, incluso, va más allá de contar con todos los recursos económicos necesarios para emprender una tarea con un objetivo claro.
Claves de éxito
La forma en que un jefe o una jefa se comunica con sus colaboradores/as será determinante en un desempeño alto, uno mediano u otro bajo, dependiendo cómo se lleve a cabo esa comunicación. Si el jefe o la jefa da una orden a un colaborador de manera autoritaria y hablando golpeado, probablemente el colaborador acate esa orden pero no será recibido por éste como un estímulo positivo, situación que genera inmediatamente anticuerpos. Si a ello agregamos una idea de superioridad del jefe o la jefa en relación a sus colaboradores/as, manifestada además de manera arrogante, evidentemente el escenario es poco favorable para todos.
Según Fernández, entre el 90 y el 95% de las jefaturas aplica un modo vertical en el ejercicio de su función, creyendo que es la única forma efectiva de contribuir al éxito de la organización. “Eso puede funcionar al primer año pero ya en el segundo la gente se empieza a revelar, se va y, a la larga, se producen malos resultados”, enfatizó Fernández.
Por el contrario, las perspectivas de éxito aumentan cuando la jefatura facilita las condiciones de comunicación y ejecución de las tareas, administrando los aspectos positivos más distinguibles de cada uno/a de sus colaboradores/as, escuchándolos, vinculándose con ellos emocionalmente de manera horizontal -conectándose con ellos-, brindándoles instancias de diálogo -acogiendo las buenas propuestas e indagando aquello que no se conoce para que, una vez conocido, sea aplicado correctamente- y ayudando a construir una atmósfera positiva. Cabe resaltar también la influencia de la energía personal, en el sentido de que como personas somos emisores de energía. Cuando ésta es mutua y positiva, el aporte es indudable.
En la ecuación referida por Losada, asociada al éxito de la organización e incluso a la felicidad, la unidad que marca la diferencia entre un desempeño de mediano nivel a sobresaliente es 2,9. “De 2,7 a 2,8 no pasa nada, pero de 2,8 a 2,9 explota el efecto de la positividad”, resaltó Fernández.
Según me confesó una compañera de trabajo, lo señalado por Fernández, debe ser compartido por la gente que forma parte de un equipo y por cualquier persona. “La autogestión, el cómo yo busco una forma de desarrollar mis propias capacidades que están dormidas, es un trabajo más bien personal. Y, ¡ojo!, que no es ningún descubrimiento: los egipcios lo hacían. Está en el Ojo de Horus y los mayas”, agregó ella.

Para finalizar los dejo con una gran clásico de los Beatles:













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