"Las comunicaciones deben orientarse al receptor, no al revés"

LA BOLIVARIANA
Una destacada profesora que tuve en mi primer año de estudiante de periodismo, fue vital en lograr despertar las inquietudes escondidas de los alumnos. Fue tan así que esta idea de "enfocar el trabajo al destinatario final" se me quedó grabada para siempre.
En 1991 tenía 19 años, entré a la Universidad Bolivariana a estudiar periodismo y me dio por dejarme el pelo largo como señal de rebeldía. Mis compañeros me bautizaron "Jim Morrison" por una supuesta semejanza con el líder del grupo de rock estadounidense The Doors. Sin embargo, otro compañero, un tanto más creativo, me puso "Robert Smith" en alusión al líder de otro grupo de rock: los británicos The Cure.

Les podrá parecer ridículo mi relato acerca del pelo. Pero no es casual: al "remontarme" a 1991 se me viene el recuerdo de eso y de la Bolivariana que, por aquel entonces, no tenía más de dos años de existencia y sólo tenía tres carreras: derecho, psicología y periodismo.
Por aquel entonces el rector era el Premio Nobel Alternativo de Economía, Manfred Max Neef, y la directora de la carrera que elegí, Mónica Herrera, connotada académica y por aquel entonces, dueña de la Escuela de Comunicación que llevaba su nombre. Ella impartía en nuestro curso la cátedra de comunicación social (o teoría de la comunicación).

Mónica Herrera tenía un histrionismo tal que una compañera de curso se imaginaba la versión femenina de Coco Legrand cuando la docente hablaba. Con matices de voz grave y agudo, de unos 50 años de edad en ese momento, maciza, estatura promedio de mujer chilensis, pelo cano, anteojos con marco grueso (como sus cejas) y notablemente teatral era ella.

La irrupción de esta mujer en mi experiencia vital fue como escuchar el inicio de "Comunication Breakdown" de Led Zeppelin con el volumen a todo dar; en otras palabras, algo parecido al "bautizo del heavy metal". Sin embargo, sus cambios repentinos en la intensidad de su voz y en materia de caminada, gesticulaciones y formas de mover las manos, me hacían pensar más en el estilo musical de King Crimson.
Orientarse al receptor

Mónica Herrera

Haber tenido a Mónica Herrera como profesora de comunicación social fue más que adentrarme en las escuelas de Frankfurt y de Palo Alto (California). Frankfurt es más crítica y, según los de criterio más político, de tendencia marxista. Palo Alto tenía el interés abierto en resolver los problemas de la comunicación en base a ejercicios prácticos.

Para quienes han estudiado periodismo o cualquier carrera afín sabrán que la noción básica de comunicación o "modelo simple de comunicación" es tan elemental como el de "causa-efecto" entre el emisor de un mensaje y el receptor de dicho mensaje. Las teorías modernas obviamente van mucho más allá de todo eso y también mucho más allá de Palo Alto, de Frankfurt o de Mónica Herrera.

Si a eso agrego todo lo que lo pude conocer acerca de las comunicaciones en tanto teoría y práctica en tiempos de las clases de esta destacada académica, tendría que extenderme varias páginas. Pero me concentraré sólo en un aspecto: orientarse al receptor.

Soy de esa clase de personas que suele quedarse con ciertas palabras o frases grabadas en la mente, a pesar de que otra profesora de tiempos de la universidad, María Eugenia Fontecilla, sostuvo en alguna oportunidad que, por mi forma de actuar, yo era una persona más visual. Puede ser. Pero hay cierta clase de frases, a lo mejor respaldadas por una voz muy especial o por algún tipo de histrionismo, que las puedo recordar con facilidad.

Cuando Mónica Herrera puso de relieve aquella idea de "orientarse al receptor" debe haber inclinado su cuerpo, alzado las manos y subida la intensidad de la voz hasta hacerla lo suficientemente grave como para que yo la recordara y, quizás, también a mis compañeros de curso les haya pasado lo mismo.

¿Por qué es importante que la recuerde?. El objetivo esencial de las comunicaciones es orientarse al receptor. El diseñador gráfico buscará el mensaje y la imagen perfecta para que un público "x" lo entienda; el publicista procurará diseñar la secuencia, la escena perfecta o juntar las palabras precisas para que el producto que su cliente ofrece pueda ser reconocido y seduzca a los televidentes, radioescuchas o lectores; y el periodista, por su parte, dependiendo del destinatario final de su mensaje, simplificará o hará más técnico su relato.
La gente debe entender todo

Yo estoy en una etapa en que siento que la gente debe entender todo. En efecto cuando hablo de "gente" me refiero a esa gran "masa" que, al decir de Baudrillard, hace perder todo sentido a lo que tiene sentido y es, por esencia, irracional. Pero creo que la masa es respetable. La masa desea escuchar y ser escuchada. No es un ejercicio fácil, pero es una práctica que deseo ejecutarla porque me interesa que la masa comprenda y hasta disfrute la lectura de mi redacción.

"Orientarse al receptor", por lo tanto, depende de quién sea el destinatario de mi mensaje. Si el destinatario es un académico tendré que esforzarme en buscar los tecnicismos propios de su nivel educacional, investigar lo más reciente de su campo y captar su interés con escribir acerca del algún tema que él no sepa.

Para una persona que no pudo ir a la universidad y cuya vida es ir al sacrificio constantemente (por usar un término futbolístico), el mensaje que yo debo entregarle debe evitar academicismos, tecnicismos y varios "ismos".

"Dicotomía", "aguja hipodérmica", "teorías conductistas", "gestión", "acting out", "ex pos", "ex antes", "discrecionalidad", "perfil por competencias", "estrategia", "know how", "check and balance" o “Kick Off”, por ejemplo, son conceptos, sofisticaciones, términos "elevados" desde el punto de vista académico o en el mundo de los negocios en los casos pertinentes, pero poco prácticos al momento de explicar a la gran masa a qué se refiere cada una de esas palabras.
Por esa misma razón agradezco a Mónica Herrera por sus enseñanzas. Como dijo una compañera de universidad que tuve en aquel entonces, "la profe iba a lo simple, no a lo difícil: en otras palabras, fue muy bueno que ella nos hiciera clases porque nos despabiló". Dicho de otro modo, con Mónica Herrera "nos pegamos la cachá". Que más gráfico que aquella potente y a la vez simple idea: "debemos orientarnos al receptor".
Podemos hacer una infografía bonita: con fechas, explicaciones y colores. Pero lo fundamental es hacerlo pensando en el aporte que podemos brindarle a los demás si esa misma compleja infografía la simplificamos. Si hacemos esto último, es un gran paso.
¡Gracias Mónica Herrera!




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