Discusión tercermundista, conversaciones light y trovador del siglo XXI

Transantiago
EN TERCERA CLASE
Como ya dijera una y otra vez, viajar en micro da para mucho. No tiene porque ser visto como algo fome. Ya saben: es cosa de observar y mucho.
Estaba al final de la fila para tomar la micro rumbo a la pega. Todo tranquilo, leyendo una reducible enciclopedia del rock, hasta que la micro llega y estoy a punto de llegar a la puerta de acceso.

-¡Oiga¡, ¡yo estaba primero que usted¡, ¡No sea roto! -dice molesta, al subir a la micro, una mujer de unos 30 años de edad, con pinta de ejecutiva bancaria.
-Y no me di cuenta. Usted no dijo nada -le responde el aludido, un hombre de unos 35 años, bien de oficina.
-No se haga el leso. Usted sabía perfectamente que yo estaba aquí.
-Pero no me dijo nada. Pensé que se iba a quedar esperando que llegara la micro siguiente -retruca él con seguridad.
El hombre y la mujer suben y se acomodan entre los primeros asientos de la micro. Curiosamente él queda al lado de ella, pero la discusión no cesa.
-No hice nada para quedarme. En ningún momento me detuve. Y, por último, usted debía preguntarme -le espeta enérgicamente ella.
-¡Jajajaj!. ¿Y usted cree que soy adivino? -le responde él.
-No me interese que usted sea adivino, pero al menos pregunte si yo iba a subir a la micro.
-¡Ja!. ¿Y por qué tenía que hacerlo?. ¿Ahora hay que preguntarle?
-Bueno, eso lo retrata de cuerpo entero: usted es un mal educado.
-Pero si usted no dice nada, pasa cualquiera.
-Es que nunca falta gente como usted.
-¡Ah!, eso suena demasiado ofensivo. Usted me trató de “mal educado”. Mire como me trata usted.
-Pero, por lo menos, reconoce que es un mal educado..
-¡Ah!, ¿sabe?. Con usted no se pude hablar.
-Bueno, con usted tampoco se puede hablar. Usted no es un caballero.
Transantiago
De pronto el tipo se amurra y se pone a revisar su aparato móvil (evidentemente es más divertido revisar Facebook, Twitter o escuchar radio o música con audífonos).
Temas muy terrenales y pachanga
Enfilamos rumbo por Camino a Melipilla. El olor a confite de una industria del rubro se mezcla con el fuerte olor a combustible que hay en la carretera, todo lo cual se cuela por los huequitos de la micro.
Un hombre de unos 28 años, con aspecto de técnico informático, habla seriamente con un colega por celular.
-Oye, huevón, dile al jefe que llego más tarde, porque tengo que hablar con el gerente de esa huevá de empresa que está enfrente de la torre….Pero si tú sabís: tengo que colocar una antena y después hablar con el huevón para ver la huevá del contrato -dice, con mucha claridad, el tipo.
Un par de mujeres veinteañeras se vuelan hablando de la teleserie nocturna “Soltera otra vez” y un grupo se ríe del exabrupto por TV del alcalde de Independencia ante la periodista Carolina Urrejola. “Es bien rica esa mina”, filosofa uno. Un par de mujeres mayores habla de “Reserva de Familia”, otra teleserie nocturna que está casi en el final y cuyo tema del momento es el ocaso del imperio vinoso de la vinosa familia Ruiz-Tagle.
Pasan algunos minutos. Ya estamos frente al Plaza Oeste, en Américo Vespucio. De pronto se sube un joven flaco, melenudo y medio artesa con una guitarra y se pone a tocarla y a cantar. Es algo extraño tratándose de la hora (los cantantes de micro se suben a éstas regularmente en la tarde).
El joven hace un popurrí de canciones populares de manera veloz y muy graciosa: mezcla desde Fito Páez a Arjona y desde Maná a Soda Stereo casi sin arrugarse y arranca hartas carcajadas.
Son esos instantes impagables en que a la gente le da lata colocarse de nuevo los audífonos o bajarse. Evidentemente las monedas de rigor, que recompensan el arte del muchacho no se hacen esperar para entregárselas a él.
Por su parte, los protagonistas del “debate de alto nivel” (como diría el periodista Aldo Schiappacasse) generado al inicio del viaje, no se involucran mucho. Ella se ríe un poco, aunque mira con desprecio a su reciente contendor, cuya lectura del artefacto móvil lo hace inmutable…como los viajeros habituales de la micro.
Para finalizar los dejo con un clásico del grupo Pettinellis:


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