Led Zeppelin: cuando un Royal pesa tanto como un Madison

Led Zeppelin
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EL ROBUSTO SEÑOR ROCK
El legendario cuarteto británico me sorprendió muchas veces. Pero la sorpresa de ver “The Song Remains the Same” (1973) sólo fue la mitad de la sorpresa que me significó ver el registro audiovisual de un histórico recital londinense de 1970...Y todo a propósito del reciente concierto de Robert Plant en el Movistar Arena.

Gabriel, un amigo que tuve en tiempos de la universidad, a quien le interesaban mucho los temas esotéricos y era un amplio conocedor de las causas, desarrollo y consecuencias de las guerras históricas, fue quien me motivó un día del inolvidable 1994 a ver la película “The Song Remains the Same”.


Alusiva a una clásica actuación de Led Zeppelin en el Madison Square Garden de Nueva York a mediados de 1973, el filme tiene el agregado de secuencias grabadas y editadas en años posteriores: algo así como el desarrollo de distintas historias, algunas de ellas ficticias, y el aspecto cotidiano de la vida de cada uno de los integrantes del legendario conjunto inglés.

Yo sabía, por entonces, que la película era un clásico del subgénero de “documentales o películas rock”, pero además, en ese momento, tomé en cuenta el doble valor del filme: una estupenda grabación correspondiente a una época en que era todavía bastante difícil contar con un registro óptimo de un recital en vivo; y, como insigne añadidura, el hecho de que en ese momento Led Zeppelin era el conjunto más importante del planeta y el más digno sucesor de los Beatles en términos de influencia y popularidad, sitial sólo “discutido” en aquel instante por Pink Floyd o los Rolling Stones.

Algunos años antes
Led Zeppelin
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Pero durante muchos años se preservó un capítulo interesante en la trayectoria de este tremendo grupo de rock y que pasó casi inadvertido por muchos de sus fans hasta que fue comercializado hace algunos años como parte de una colección y en una versión mejorada: un recital realizado por el cuarteto británico en el Royal Albert Hall en 1970.

Da la casualidad que los discos que más me gustan de Led Zeppelin corresponden a esos años: el del nombre del grupo a secas y los que, muy sencillamente, se denominan, “Led Zeppelin II” y “Led Zeppelin III”. A mí en lo personal me gusta más “Led Zeppelin II”, pero los otros dos discos son muy tan potentes y variados como aquél, y el espíritu del concierto revela toda la versatilidad y solidez de los entonces veinteañeros integrantes del “dirigible plomo”.

Jimmy Page llama la atención con diferentes clases de efectos de guitarra y da la impresión de que con este instrumento recubriera el inmenso escenario londinense. John Bonham da muestra de su inagotable creatividad con cilindros y baquetas, brindando la sensación de que no se cansara. John Paul Jones marca el pulso con su bajo, que hace retumbar aún más el escenario, logrando que la guitarra y la batería se noten más. Robert Plan demuestra aquí, con sus generosos matices vocales, que en ese minuto era uno de los grandes cantantes de rock junto a otros astros como Ian Gillan, Greg Lake, Jon Anderson, Jim Morrison o Paul McCartney, por citar los más conocidos.

“Dazed and Confused”, “What is and What Sholud Never Be”, “Moby Dick”, “Communication Breakdown” y “Bring it on Home” figuran entre la docena de grandes clásicos que forman parte de este histórico recital.





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