Ciudad de aparentes pobres corazones

EN TERCERA CLASE

No pretendo con el título aludir al clásico álbum de Fito Páez, pero el centro de nuestra ciudad tiene contradicciones que hacen notablemente interesante su análisis. En síntesis, no se puede decir tan livianamente que Santiago Centro es fome.

Han pasado algunos días desde que una gran muchedumbre apostada en la Avenida Bernardo O'Higgins (la popular Alameda) a la altura de la Plaza de la Ciudadanía, observaba los fuegos artificiales del año nuevo y disfrutaba del baile y el acompañamiento de comida y trago ("dentro de los límites permitidos", claro) como ocurre tradicionalmente en la misma fecha desde hace ya varios años. 

La misma Alameda es centro de carnavalescas marchas cuando, por ejemplo, la ya enorme comunidad homosexual manifiesta su orgullo con alegría y no pocas razones.

Pero también está la otra cara de la moneda (no me refiero al palacio, claro): las marchas que tan sólo en los últimos dos años ochos meses se han incrementado notablemente. La mayoría han finalizado en disturbios. Es evidente que "la violencia es ordinaria", como diría Florcita Motuda, sin embargo estas manifestaciones igualmente masivas han demostrado la tremenda necesidad de la muchedumbre de expresarse por diversos y nobles motivos. 

Decae la intensidad humana

Es viernes 4, son las 7 de la tarde, y desde el balcón en que estoy apostado veo un panorama muy diferente a aquellos que describí: el Barrio Cívico de Santiago, enclavado en pleno centro de la capital, decae fuertemente en intensidad humana...Aparentemente, porque yo diría que disminuye en cantidad de personas pero aumenta en intensidad.  

La gran masa de gente que camina regularmente por los alrededores de la Plaza de la Ciudadanía y que ingresa por las calles Morandé o Teatinos en dirección norte, con la mente fija muy probablemente en un servicio público o, simplemente, en el comercio, desaparece ya fuertemente (valgan las terminaciones en "mente": tómenlo como un homenaje a Juan Carlos Latorre y a Fernando Paulsen) ya cerca de las 14 horas.

Los sábado y los domingo son claramente días de esparcimiento y descanso: hay museos, cine, la Plaza de Armas con un su variedad de retratistas, músicos, “estatuas humanas” y humoristas; el sector de Balmaceda y el Parque Forestal, el Mercado Central y la Vega, entre otras atracciones que, compartiendo como zona de operaciones laborales convencionales (o casi convencionales) el mismo centro, muchas veces pasan inadvertidas para los mismos empleados del extenso cuadrante de Plaza Italia, Alameda, General Velásquez y el Río Mapocho.

Más que hormigón, trabajo y aburrimiento

En la tarde bien tarde (valga la redundancia) del viernes esa marea humana ya está mayoritariamente apretadita en las micros o en los trenes del Metro, y con toda seguridad echando más de algún "perico" por la escasez de espacio para circular y, por añadidura, de aire. Y está a medio camino entre el centro y su casa.

Quienes tienen  que hacer horas extras u “horas extras de relleno” en alguna oficina pública del centro cívico o en alguna empresa aledaña, apreciarán desde algún balcón del edificio la inmensidad y la soledad seminocturna del centro de la ciudad. Y si tienen una buena máquina fotográfica tendrán la posibilidad de inmortalizar un bonito y aéreo recuerdo.

Muchos aprovechan la instancia para el tradicional happy hour: los amigos de los amigos desean ver a estos últimos. Yo me junto, a veces, con unos compañeros de trabajo con tal finalidad. Es el momento propicio para las copuchas. ¿La familia? Tendrá que esperar un poco.

¿Qué pasaría si tuviéramos mar cerquita? Probablemente todos o la inmensa mayoría de unos cuantos millones de personas irían un ratito a la playa. El centro de Santiago no tiene playa pero sí tiene atracciones que, sin ser del todo recónditas, no las apreciamos. Y no es difícil detectarlo: recorra un día sin compromiso los alrededores de la zona 0 de Santiago yendo un poco más de lo habitual: es evidente que el centro de nuestra ciudad es más que hormigón, trabajo y aburrimiento. Es cierto: algunos sectores son más peligrosones por la delincuencia, pero le sugiero no vivir muerto de susto (de los contrario está frito).

¡Disfrutemos!

Para finalizar los dejo con un temazo interpretado por dos grandes de la música latinoamericana: