Final de la Copa Chile: casi todo perfecto

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DESDE EL CÓRNER
El clásico universitario reciente demostró que es perfectamente posible el desarrollo de un espectáculo futbolístico en el estricto sentido de la palabra: la contienda concentrada en la cancha conforme a las reglas del juego y, el público, concentrando la vista en el espectáculo y alentando a las escuadras que disputan el trofeo.

Más allá de la natural euforia de los hinchas de Universidad de Chile por la obtención de un nuevo título y, como contrapartida, la obvia desazón de los seguidores de Universidad Católica por una dolorosa derrota, la final de la Copa Chile 2012-2013, jugada este miércoles 8 en Temuco, dio una muestra clara de que es posible hacer de un clásico del fútbol un espectáculo deportivo de alto nivel sin que el pleito pierda intensidad y emoción.


En lo estrictamente futbolístico la "U" ganó bien: hasta el minuto 28 era un partido bastante equilibrado, empatado a uno con goles de Isaac Díaz para los azules y de Ismael Soza para los cruzados. Sin embargo, el patadón del joven Gonzalo Sepúlveda sobre Gustavo Lorenzetti fue decisivo. Al ser el expulsado el jugador de la UC, el equipo de la franja no sólo quedó en inferioridad numérica, sino que, al tomar el elenco universitario laico el dominio casi integral del juego, el rival obligadamente tuvo que replegarse.  

Aunque muchos de los hinchas de la UC consideraron exagerado el esquema dispuesto por el técnico Martín Lasarte para contrarrestar la presión de la "U", esta forma de afrontar el juego, con claro privilegio del aspecto defensivo y uso de contragolpe, dio resultado a la escuadra cruzada hasta el primer minuto de descuento tras los 90 minutos reglamentarios, justo cuando el joven Juan Ignacio Duma puso el 2 a 1 definitivo para el equipo azul.

Al margen del resultado, que significó el cuarto título de Copa Chile para la "U" en su historia, hay que destacar que fue un partido de alta entrega por parte de los jugadores pero muy limpio (al margen de la tarjeta roja, hubo cuatro tarjetas amarillas pero por faltas bastante ordinarias), correctamente arbitrado por Eduardo Gamboa; hubo poco espacio para los reclamos y, desde ese punto de vista, el entendimiento y la colaboración primó entre los jugadores y el juez. 

En el plano extrafutbolístico, la detención de 30 hinchas en la previa del partido contribuyó a aminorar los riesgos de desmanes en el estadio Germán Becker: salvo el "folclor" habitual de las barras y algunos "ruiditos" extras e igualmente "folclóricos", el comportamiento de la concurrencia estuvo a la altura de las circunstancias. ¡Bien por las regiones, por Chille y por el fútbol!  

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