Gustavo Cerati: casi un hombre alado

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EL ROBUSTO SEÑOR ROCK
Al cumplirse tres años desde que el famoso músico argentino  mantiene un estado de coma, se me vienen al recuerdo inmediatamente el momento exacto en que supe de la existencia de Soda Stereo y cómo empezó a seducirme la música del trío trasandino…Han pasado 27 años.

Recuerdo que lo vi y lo leí en El Mercurio durante la tempranera mañana de un gélido día hábil invernal de 1986. Y no fue porque mi papá le gustara el decano de la prensa escrita nacional, sino porque él estaba suscrito por ser parte del personal de esa misma empresa. Yo estaba a pocos minutos de irme al colegio: tenía 14 años y cursaba octavo básico.


Por esos días había disminuido un poco la fiebre por Michael Jackson y Madonna para dar paso en los gustos masivos al rock latino. Así ocurría en Sudamérica y, fundamentalmente, en sus dos países más finis terrae: Chile y Argentina.

Y, en efecto, lo que vi y leí tenía que ver con aquel fenómeno de la música popular latinoamericana: era alusivo a la visita de Soda Stereo a Chile para participar en un programa estelar de TV. Me causaron gracias los peinados de los integrantes y lo ridículo del nombre (varios años después Gustavo Cerati, indiscutido líder del grupo, confesó su disgusto por esas  pintas de varios años antes).

Pero eso sólo fue fotografía de un día. Al día siguiente y en los posteriores, un par de compañeros del colegio me hablaban de lo espectacular que era este grupo de rock argentino. Paralelamente observaba cómo temas del calibre de “Te hacen falta vitaminas”, “Sobredosis de TV”, “Nada personal”, y “Cuando pase el temblor” prácticamente se comían los minutos en las programaciones de las principales radios que escuchaba la juventud de entonces: Galaxia, Carolina y Concierto.

A pesar de Los Prisioneros y un puñado de grupos nacionales que adquirieron mucha popularidad, los argentinos la llevaban por entonces (y, por cierto, se agradece que haya sido así): el año anterior Charly García repletó el entonces Estadio Chile (hoy Víctor Jara) y un par de años antes causó furor con una serie de exitosas presentaciones en el Gran Palace. En 1986, GIT, Virus y los mismos Soda Stereo se presentaban en la televisión, daban diversas entrevistas y hacían conciertos a tablero vuelto en la entonces discotheque Gente, en el mismo Estadio Chile y en el gimnasio La Tortuga de Talcahuano, sólo por citar los lugares destinados al rock más emblemáticos en 1986.

Ese mismo año, aunque con menos notoriedad, agarraban vuelo en Argentina y en nuestro país Fito Páez, Sumo, La Torre, Celeste Carballo, Sandra Mihanovich y David Lebón, entre otros exponentes del rock del vecino país. Posteriormente penetraron con mayor fuerza en los mercados Los Enanitos Verdes, Miguel Mateos y Zas, Los Pericos y Los Fabulosos Cadillacs, pero Soda Stereo se llevaba los honores no sólo aquí sino que en el resto del continente. 

Creo que ya en esa década el rock argentino le llevaba una enorme ventaja al rock chileno, no sólo por tamaño de mercado e historial, sino también en materia de producción e internacionalización. Soda Stereo y Charly García fueron grandes referentes en tales aspectos. Años después conjuntos chilenos como La Ley y Los Bunkers se transformaron en aventajados discípulos en los aspectos mencionados. 

¿Y Gustavo?
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En 1986 Alvaro Scaramelli, entonces líder del grupo Cinema, definía a Gustavo Cerati como un “torbellino”. Recuerdo que en la revista nacional Pluma y Pincel hicieron un completo análisis de las letras de Soda Stereo, cuya autoría era del también guitarrista y cantante. En dicho artículo se ponía de relieve que el tipo tenía la “virtud enfermante” de ser bueno en todo lo que hacía: como cantante, guitarrista, compositor y letrista.  

Y lo que ocurría ese año fue sólo el despegue al éxito casi sin pausa. En febrero de 1987 el mismo Cerati se impresionaba con el enorme despliegue del Festival de Viña del Mar. Soda Stereo se internacionalizaba: ya en “Nada Personal” (1986) se atrevieron a grabar temas en inglés, a fin de conquistar el mercado anglosajón. 

En México, posteriormente a la grabación de “Signos” (1986), se llegó a decir que eran tan populares como el “Chavo del 8”. El disco en vivo llamado “Ruido Blanco” (1987) fue producto de una exitosa gira latinoamericana y el convencimiento del grupo, según confesión del propio Cerati, de que su sonido en vivo había llegado a un gran nivel. En Argentina eran capaces de llenar la Avenida 9 de Julio con centenares de miles de personas.

Desde esa época han pasado más de dos décadas y, a pesar del coma que padece Cerati desde hace tres años, la intensidad de la popularidad de él y del grupo que lo llevó a la gloria no ha bajado. Chile tiene un sentido especial para él también: su familia la formó acá. Y acá también desarrolló parte de su carrera como solista, con una fuerte tendencia electrónica. Hay un peculiar cariño por el músico argentino en nuestro país.

Como legado posterior a la etapa citada en párrafos anteriores están discos espectaculares de Soda Stereo: “Canción Animal” (1990), “Dynamo” (1992), “Sueño Stereo” (1995), “Comfort y Música para Volar” (1996), los inolvidables discos en directo del agitado y final 1997, y unas cuantas compilaciones y vídeos alusivos a toda su carrera, incluso, a la efímera vuelta de 2007.

Pero el legado no ha terminado: ¡Ésa es nuestra esperanza!



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