Los Prisioneros y Soda Stereo: más que regalos de 15 años

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EL ROBUSTO SEÑOR ROCK

La altísima difusión del rock latino en los años 80 y su correspondiente éxito (o viceversa), sobre todo en la segunda mitad de la década, constituyeron un fenómeno fuerte y casi único en la historia de la música popular chilena. Los grupos más populares de Chile y Argentina, por entonces, son referentes obligados.

Fue en mi cumpleaños número 15. Corría 1986. Recuerdo que la fecha exacta fue un día semana. La celebración central la organicé algunos días después: un sábado, con la ayuda de mis padres, y con compañeros y compañeras de la escuela como invitados. 


El cálido aire primaveral de fines de noviembre ya nos hacía ponernos más ligeros de ropa. Un primo mayor de edad vino con su familia y una cuñada de ella, de mi edad y quien participó en la fiesta. Lo pasamos muy bien. Pero había un par de denominadores comunes: Soda Stereo y Los Prisioneros.

Curiosamente los dos regalos que más recuerdo de ese cumpleaños tienen que ver con esos dos grupos del llamado rock latino -que algunos llamaban "pop latino"...discutible, ¿o no?-: eran los casets (productos de audio que reinaban, casi sin contrapeso, en 1986) correspondientes a sus primeros álbumes: "La Voz de los 80" en el caso de la banda chilena y "Soda Stereo" en el caso del trío argentino. El primero fue regalo de mis padres y, el segundo, de la familia de mi primo. Las dos producciones son de 1984. 

Debo confesar que gocé ambos álbumes (pronto les dedicaré un espacio a cada uno de ellos). Era una época en que el sentido de bailar y cantar rock en castellano dominaba los corazones de la juventud, lo que era extensivo a una generación entera: mi hermana mayor escuchaba harto Soda Stereo, aunque se inclinaba más por los éxitos de "Nada Personal" y "Signos".

Estilos diferentes
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Los Prisioneros y Soda Stereo eran grupos bien diferentes (recuerdo una rivalidad artificial que crearon por entonces). La banda de Jorge González era abiertamente polémica, con letras que criticaban ácidamente el establishment y, pese a ser el conjunto nacional más popular, era el que menos aparecía en la televisión (por algo habrá sido, ¿eh?). 

La agrupación liderada por Cerati, en cambio, destacaba por su sonido contundente, arreglos en la línea de Tears for Fears, The Cure o Human League (aunque el primer álbum tiene bastante más de The Police o de los Beach Boys); la voz profunda de Gustavo Cerati y letras tan abstractas como de elegante pronunciación.

Desde entonces, a pesar de la mayor profesionalización de la que fue objeto posteriormente la música del rubro en términos de producción y promoción, y el importante añadido de que varias agrupaciones sortearon con mucho éxito el desafío de la internacionalización de su música, no recuerdo en Chile un fenómeno tan potente de actividad constante, masividad y difusión del rock en castellano. 



    

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