“1962: el Mito del Mundial Chileno”: verdad lejana a la siempre cómoda reverencia

DESDE EL CÓRNER
El periodista Daniel Matamala nos ofrece una óptica diferente de la Copa del Mundo de fútbol que organizó nuestro país hace 51 años.

Todavía recuerdo claramente cuando “1962: el Mito del Mundial Chileno” salió a la luz pública, poco más de tres años atrás. El libro, escrito por el periodista nacional Daniel Matamala Thomsen, causó una polémica un poco “inflada” por los medios informativos y básicamente sustentada en la molestia de ex seleccionados chilenos de fútbol de aquella Copa del Mundo por el tono descarnadamente crítico del texto.


Sin embargo, en su estilo de sereno analista de la cotidianeidad y de la política, el autor no se dejó intimidar por aquellas negativas opiniones -por cierto, igualmente legítimas- y defendió el valor del libro como un acucioso trabajo de investigación. No tengo dudas de que así sea.

Publicado en 2010 por “Ediciones B”, “1962: el Mito del Mundial Chileno” nos brinda una documentada visión sobre la Copa del Mundo de fútbol que organizó nuestro país hace 51 años, lejos de la benevolencia habitual con que ha sido tratado históricamente el gran evento deportivo realizado por Chile en toda su historia.

¿Estigmatización? No. ¿Una verdad distinta? Sí.

No se trata de estigmatizar nuestro propio mundial adulto (hubo una Copa del Mundo juvenil en 1987) , sino que de poner de relieve todos los problemas por los que pasó tanto en su génesis como en su desarrollo mismo: la lucha contra Argentina en el plano directivo FIFA para ganar los votos suficiente que permitieran a Chile organizar el campeonato, la precariedad de la infraestructura existente entonces (fundamentalmente en materia de estadios, tema en el que nuestros vecinos nos daban y nos dan "cancha,tiro y lado"), el terremoto de 1960, la dificultosa gestión en el ámbito político (fundamentalmente con el gobierno del presidente Jorge Alessandri) y en el privado para conseguir recursos extras necesarios para llevar a cabo el evento y, en otro plano, la lenta evolución de la selección de fútbol dirigida por Fernando Riera, por nombrar los aspectos más generales.

Desde la “parte medio llena del vaso” del Mundial de Chile 1962, hay que destacar, también entre otros aspectos, el gran manejo de dirigentes como Carlos Dittborn, Ernesto Alvear o Juan Pinto Durán en las diversas negociaciones para lograr la sede; y la maciza actuación, en la justa misma, efectuada por la selección de Riera, que ocupó el tercer lugar y consagró definitivamente a astros de la talla de Leonel Sánchez, Luis Eyzaguirre, Jorge Toro y Misael Escuti, entre otros. En el plano extra nacional, Brasil fue un indiscutido campeón: Vavá, Didí y, sobre todo, Garrincha fueron algunas de las figuras de la selección monarca, que llegó a lo más alto pese al infortunio inicial de la lesión de Pelé.

Las dificultades de dicho mundial no sólo son referidas por Matamala, sino que por otros famosos periodistas chilenos que avalan el libro mencionado: Felipe Bianchi y Aldo Schiapacasse.

Citas escogidas

Selección chilena 1962
Ferplei.com
A continuación comparto algunos párrafos de la interesante publicación: “1962: el Mito del Mundial Chileno”:

“Estamos en 1956. Ahora hay que pasar a la segunda etapa: el trabajo de hormiga, la marca personal, la insistencia, los llamados, los recados. Machacar, ganar por puntos, por agotamiento. Para eso todos coinciden en un hombre, el fundamental: Carlos Dittborn. El presidente de la Federación de Fútbol de Chile también dirigía la Confederación Sudamericana de Fútbol. Así, estaba en posición inmejorable para obtener los ocho votos restantes del subcontinente, excluidos Chile y Argentina, claro”. (“Los tres mosqueteros”, pág. 36)

“El domingo 29 de mayo, a una semana exacta del terremoto, Dittborn y sus escuderos ya tienen la solución. Precaria, pobre, pero solución al fin. Ahora hay que presentarla a la FIFA y cruzar los dedos. Pero antes debe pasar por un trámite poco agradable: el vistobueno de Jorge Alessandri”. (“La cumbre del pasaje Phillips”, pág. 157)

“La primera fase del torneo se caracterizó por una extrema violencia, con futbolistas fracturados y batallas campales. La prensa internacional habló de “ensalada de golpes salvajes”, “extraordinaria violencia” y brutalidad”. (“Las 62 verdades que nunca nadie le contó sobre el mundial del 62”, págs. 21 y 311)

“Si las dificultades en estas pequeñas ciudades eran hasta cierto punto predecibles, todos pronosticaban tableros vueltos en el Sausalito de Viña del Mar. Aun sin la “Caravana de Locos” brasileña, la presencia de los futbolistas más grandes del orbe (Pelé, Garrincha, Di Stefano, Puskas y Didí, entre otros) permitía dar por descontados los llenos, contando además con un público supuestamente futbolizado como el de Valparaíso y Viña del Mar. Pero nada de eso. Los ocho encuentros de la subsede congregaron a 102.987 personas (12.873 de promedio). El momento cúlmine lo marcó el choque más esperado del torneo, Brasil-España, que sin embargo estuvo lejos de llenar el Sausalito: 18.715 espectadores. Y lo francamente bochornoso llegó en la semifinal entre Checoslovaquia y Yugoslavia, con apenas 5.890 personas en las graderías, un público tal vez digno de un Everton-San Felipe (sin ofender a nadie), pero no de una instancia decisiva de un Mundial.

Daniel Matamala
puroperiodismo.cl
El espectáculo de una semifinal jugada ante tribunas ralas es inédito en la historia de las Copas del Mundo, y otro de los tristes récords de Chile: la menor asistencia de público en cualquiera de las 36 semifinales disputadas desde 1930 hasta hoy.

Y marca la realidad del torneo del 62: si no estaba Chile en la cancha, no había imán. ¿Yashin? Paso. ¿Puskas? No creo. ¿Garrincha? Muy poco. ¿Pelé? No. No, gracias”. (“¿Pelé? No, gracias”, pág. 361)





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