Desnuda, alucinante y alucinado

Desnudo
Axel Rodríguez Martínez
www.artelista.com
SEXUAL DELICADEZA
Hacer el amor con la mujer soñada es algo parecido al perfecto efecto de una droga. Un muy convencido Byron Peralta está decidido a conquistar el corazón de Sandra, pero no todo es lo que parece. 

Byron Paralta se la cree y no se limitará al puro intento: tiene la intención de llegar muy lejos. Él está absolutamente decidido a conocer a la hermosa Sandra. El tema del lesbianismo de ella no parece un escollo para él. 


Pero esa labia fácil que tiene con sus amigos, se transforma en timidez total y tiritón de pera cuando se acerca a la mujer de sus sueños o a cualquier mujer.

Yo soy como el Cid: hombre de una sola mujer. Podré tener la imaginación de la mayoría de los hombres en el sentido de que no soy de fierro: miro, casi sin titubeos, a un mujer guapa. Pero no es más que eso. además, por naturaleza somos mucho más voyeristas que las mujeres.

El rollo es que mi amigo Byron se cree una mezcla rara entre Richard Gere y Al Pacino, pero diría que él es más bien un poema de Arjona, con intentos de parecerse a uno de Serrat o aspirar al sentido del humor de una canción de Sabina mezclada con la audacia de una película de Almodóvar.

Llegamos a la casa de Sandra. Toca Byron el timbre y sale ella: una mujer guapa, cabello largo rubio platinado estilo "modelo pelolais", medidas anatómicas 90-60-90, alrededor de un metro 63 de estatura, con cierta aire a la Nicole (la cantante chilena) y una vestimenta finalizada con unos tacos que hacen soñar a cualquiera. Es decir, tal como la vemos todos los días cuando estamos esperando la micro del Transantiago tempranito en la mañana.

-Hola.

-Hooolaaa- responde Byron con voz temblorosa. Yo asiento con la cabeza.

-Muchachos: pasen un ratito. ¡Hace tanto frío!. Adentro está calentito- retruca Sandra. Son cerca de las 7 de  la tarde y la onda polar se hace sentir muy fuerte..

-Ok.

-Disculpen el desorden -advierte Sandra Verónica. Hay unas revistas "Mujer" tiradas en un sillón, una silla con ropa limpia recién seca y unos productos capilares en un costado.

-No te preocupes. ¿Estás solita? -consulta un convencidísimo Byron.

-Sííí -responde algo dubitativa Sandra.

-¿Tu mamá está de compras?.

-No. Fue a la casa de una de mis hermanas. Está cuidando a mis sobrinos chicos....O sea, los hijos de mi hermana.

-¡Ahh! -asiente Byron, con un gesto tipo Forrest Gump. Mientras tanto yo observo todo muy callado.

-¿Les sirvo un tecito?.

-Ok. Gracias -respondemos ambos casi al unísono. Es un momento único. La bella y graciosa moza está solita.

Servido los tés, irrumpe una curiosa y, a la vez, sorpresiva invitación...Pero es sólo el comienzo....

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-¡Los invito a mi pieza!

-Ya.

Entramos a la muy femenina habitación de Sandra. El color rosado domina casi sin contrapreso.

-Byron: ¡siéntate en mi cama!...¡Vamos!, ¡con confianza!....

La cara de Byron es como la de Forrest Gump cuando pierde su veinteañera virginidad con Jenny en la laureada película (¡oh!) "Forrest Gump". La diferencia radica en que Byron no es virgen, pero sí algo timidón.

-Byron: es rico estar contigo - dice y mira con ternura Sandra....A estas alturas yo no sé qué mierda hago allí. En todo caso, estoy cumpliendo con mi objetivo: lograr que Byron enganche con la mina.

-A mí también me gusta estar contigo....

No han pasado más de 5 minutos y los dos ya están en pelota gateando por la cama.Yo estoy absolutamente pintado en el lugar.

En un lapso no superior a la media hora prácticamente ha ocurrido todo lo posible en el ámbito sexual, salvo el acto más representativo de dicho ámbito en su sentido pleno.

Aunque mi presencia allí ya es lo suficientemente ridícula, no es advertida en absoluto por los principales protagonistas y, además, me embarga un morbo total.

Poco a poco, muy a mi pesar, comienzo a desaparecer de la habitación. Pasito a pasito me aproximo al portón de la calle. Lo abro, salgo y, finalmente, sin que nadie lo advierta, arranco para mi casa. El frío "quema" un poco.

De pronto me paso mis manos vigorosamente por mi cara. Lo hago las veces suficientes como para distinguir el límite entre la actividad y el sueño; o, por el contrario, el sueño y el despertar. De pronto me despierto y veo a mi costado, en un sillón, a Byron....Evidentemente, me sorprendo.

-¡Pero!, ¿y la Sandra?

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-¿La Sandra?- me mira extrañado Byron.

-Por supuesto, ¿cómo te fue?. Vi que hiciste el amor con ella....

-¡¡Jajajajaj!!....Bacán el porro y la mezcla con copete.

-¡¡Jajajajaj!!. ¿Y hubo algo más?.

-No sé. Pero, al igual que tú, soñé que me acostaba con la mina, ¡¡¡jajajaj!!

-¡¡Jajajaj!!. A lo mejor hubo algo más.




















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