¿Qué tienen en común Riera, Bielsa y Sampaoli?

Fernando Riera
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DESDE EL CÓRNER
Hay un denominador coincidente entre estos tres destacados entrenadores: el triunfo de los grandes proyectos futbolísticos en Chile como producto de una verdadera planificación académica.

En la historia del fútbol chileno ya están instalados con letras doradas, al menos hasta hoy, tres partidos top de un seleccionado nacional adulto: el tercer lugar del Mundial de 1962 en cuanto a logros: triunfo sobre Yugoslavia por un gol a cero; victoria por el mismo marcador a Argentina en las eliminatorias de Sudáfrica 2010: resultado que pone fin a una “leyenda negra”; y el 2 a 0 a España en el presente Mundial: por tratarse de los actuales campeones del Mundo y dejarlos fuera de carrera. 


Pero también, al margen de reconocer la contribución de figuras enormes (Bravo, Medel, Aránguiz, Vargas e Isla, por nombrar a los más rutilantes frente a los ibéricos) e independientemente de hasta donde pueda llegar Chile en Brasil 2014 (ya está en octavos de final y sólo falta dilucidarse el primer lugar de su grupo), hay que poner de relieve un denominador común en los tres acontecimientos referidos en el párrafo anterior: el triunfo de los grandes proyectos traducido en un fútbol muy estudiado, estratégico, táctico, disciplinado, frontal y notablemente voluntarioso. 

Dicho de otro modo, nada es casual: así como cada futbolista tiene que ganarse el puesto a punta de esfuerzo, a cada cual se le saca el máximo partido conforme a lo que mejor sabe hacer, pero además sabiendo que siempre está la posibilidad de reemplazar a un compañero en un puesto diferente; es decir, la posibilidad de ir al sacrificio. Sin duda, una magna tarea para un cuerpo técnico desde el punto de vista que se le mire.   

Ese denominador común responde al estilo de los técnicos de aquellas selecciones mencionadas: el recordado Fernando Riera, Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli. Ellos son herederos de la escuela europea, aquélla que no era vista con buenos ojos por los entrenadores nacionales en los años 50, que los holandeses patentaron con su "fútbol total" en los 70 y que hoy nos ofrece los más lindos pasajes de fútbol moderno: toques veloces y precisos, rotaciones de posiciones, sintonía fina para trabajar las jugadas, colaboración y sentido solidario del juego (algo parecido a la premisa "todos atacan, todos defienden" de los mismos "tulipanes" hace cuatro décadas), paciencia para buscar los espacios y una entrega casi sin límites.

Marcelo Bielsa
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Más allá de tener verdaderos clones de Roberto "Cóndor" Rojas o Lev Yashin, Elías Figueroa, Franz Beckenbauer, Ferenc Puskas, Alfredo Di Stefano, Pelé, Diego Maradona, Platini, Xavi Hernández, Marco Van Basten, Zidane, Cristiano Ronaldo, Messi o Neymar, en la concepción futbolística mencionada son claves los conceptos "sentido colectivo", "cohesión", "potencia" y "resistencia".   

Riera y Platko
Fernando Riera, como jugador, fue figura defendiendo a Universidad Católica y, como entrenador, un exitoso coach internacional: campeón en Portugal y vicecampeón europeo con Benfica, equipo liderado por el gran Eusebio, en los años 60. En su desarrollo como adiestrador se moldeó con los maestros del viejo continente una década antes del Mundial de 1962.

"Riera se entusiasma con el concepto europeo de director técnico. En Sudamérica, el entrenador sigue siendo un personaje generalmente barrigón, que se sienta en el banco ataviado con un buzo con una "E" gigante en el pecho, y opera de jamón de sándwich entre dirigentes prepotentes, y ansiosos de meter mano en las formaciones, y futbolistas indisciplinados y respondones", detalla, en tono de asertiva caricatura, el periodista Daniel Matamala en su libro "1962: el mito del mundial chileno" (Ediciones B, 2010). 

Sin embargo, el recordado Antonino Vera, ex director de Revista Estadio, en su libro "El fútbol en Chile" (serie "Nosotros los Chilenos", de editorial Quimantú, 1972), ya cita al húngaro Francisco Platko como el primer gran revolucionario de la historia del fútbol nacional, quien en tiempos del Colo Colo campeón invicto de 1941 introdujo el sistema de juego "WM" (3-2-5) de fuerte vocación ofensiva, más la figura del "half policía", una especie de marcador al hueso del clásico centrodelantero.

Michels, Jozic y los otros
Han pasado cerca de seis décadas y sería muy extenso referirse a los entrenadores que han encarnado este espíritu y por los cuales, por cierto, tengo igualmente alguna admiración. En el caso del igualmente mítico Rinus Michels, de Holanda 1974 (alguna vez catalogado como el mejor técnico de todos los tiempos), él desarrolla una verdadera escuela, cuyo pináculo tiene lugar en la selección liderada por Johan Cruyff y en el Barcelona de España en la década del 70.

En decenios posteriores, los mejores ecos de este estilo han sido, entre algunos más, el Brasil de Tele Santana, aquella Francia de Michel Hidalgo y, por cierto, la rutilante España de Luis Aragonés y Vicente del Bosque.

El croata Mirko Jozic, monarca con la selección juvenil de Yugoslavia en el campeonato mundial realizado en 1987, pudo materializar con sabiduría su idea de fútbol disciplinado y frontal en el Colo Colo campeón de la Copa Libertadores en 1991, algo muy meritorio en tiempos en que la especulación en el balompié mundial llegaba a sus cotas mayores. No está de más mencionar por ejemplo que, salvo el partidazo entre Inglaterra y Camerún (reñido triunfo de los británicos por 3 a 2), Italia 90 fue un mundial definido como "muy defensivo".

Jorge Sampaoli
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Los argentinos Bielsa, Eduardo Berizzo y Sampaoli, más los chilenos Manuel Pellegrini y José Luis Sierra, el alemán Jupp Heynckes, el español Pep Guardiola y el británico Alex Ferguson también, a mi juicio, interpretan esta forma de sentir el fútbol: la seriedad basada en la planificación a largo plazo o, al menos, en una secuencia de partidos que permitan introducir cambios importantes, no sólo en el plano futbolístico sino en lo que concierne a la autoridad del entrenador como líder natural en materia futbolìstica, sin contrapesos externos que vulneren aquella planificación que, muchas veces, tanto cuesta materializar en logros.

Evidentemente también está el deseo, con fuerte convencimiento de concreción, de cambiar el "rostro" del fútbol de un país, como ocurre con algunos técnicos extranjeros que han triunfado en nuestro país y con los adiestradores chilenos que han brillado en el exterior.   

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