Palabra de hombre: nada más encantador que el aroma de mujer

SEXUAL DELICADEZA
Los olores también son parte del juego.
“Lo mujer expele un olor fortísimo, que no sólo me acelera las pulsaciones sino que logra que el sexo sea mucho más placentero. ¡Es sensacional!”, me confesó una vez un amigo en relación con una experiencia sexual que, según su propia confesión, había tenido sólo algunas horas antes...Parece que él, en ese momento, todavía tenía las pulsaciones muy aceleradas.


Sonará regularmente cursi decir que los aromas tienen un encanto especial. Suena obvio pero deja de serlo cuando se aclaran las cosas: ¿aroma de qué?. ¿Aroma de mujer?. “Perfume de mujer”, diría el personaje del no vidente que interpreta Al Pacino en la película del mismo nombre.

“Algún delicioso ingrediente con aroma de mujer” pensarán los varones habitantes casi religiosos de los populares cafés con piernas. “Un rico perfume caribeño o francés”, dirá el seductor experto en perfumes. “Me gusta aquel perfume porque es más rico, mientras que el otro es mareador”, dirá el varón reservado e inexperto en perfumes.

“La mezcla inocente entre colonias infantiles, pañales, leche muy lechosa y comida colada”, algo muy propio de los bebés, dirán igual de inocentes (o haciéndose los inocentes) quienes, a lo mejor, esconden otra clase instintos (¡uy!).

Pero estos ejemplos son igual de insuficientes para encontrarle el verdadero sentido al encanto de los aromas. En tal caso, centrémonos mejor en qué se entiende por “olor encantador”. En mi caso, nada es más encantador que el aroma de una mujer. No tiene que ver con algún filme o algún libro relacionado con el perfume. En absoluto.

El olor en el sexo
Tomar la abundante y larga cabellera rizada, medio rojita castaña, de mi señora, y por añadidura tomarle el olor a esa cabellera, con harto alarde, es uno de los gestos más tiernos que le hago con regularidad a ella. Acercar mi masculina y ancha nariz a su cara, a sus mejillas o al cuello, es igualmente tierno.

Prefiero usar esa la palabra “tierno” en lugar de usar las palabras “sexy” y “sensual”. Y lo hago por la sencilla razón que quiero expresar cómo vivo aquel gesto, sin pensar que estoy viendo una película gringa. No importa si el varón mide un metro 70 y, la mujer, un metro 54 (y puede ser al revés, aunque a algunos les parezca raro).

Pero el sexo es más que el pelo, la cara y la mirada. Y, desde ese punto de vista, ir de arriba hacia abajo y, sobre todo de la cintura para abajo, no sólo es excitante por las formas sino por los aromas

¿Quién dijo que los perfumes lo eran todo? Los perfumes son sólo una amable presentación entre dos individuos (un hombre y una mujer, por poner el ejemplo más recurrente) al momento de verse por primera vez. Cuando el gusto mutuo es evidente, aquellos “cambios de luces” ya esconden algo tremendamente atractivo que está por venir o debiera estar por venir. 

Cuando las caretas se caen, comienza lo bueno

El olor de la cama, el olor de las sábanas y el olor de piel son los ingredientes de una parte que es esencial en la materialización del mejor sexo. Es allí donde la imaginación se acabó y tanto el hombre como la mujer tienen el camino listo para que aquello que era imaginación pura sea una especie de fusión de cuerpos en que los pensamientos previos quedan diminutos.

Los hombres somos notablemente visuales. Basta con que veamos un cuerpo hermoso de una dama para hacernos una idea de cómo debe ser ella haciendo el amor. Aunque eso quedé solamente en la imaginación de uno, siempre será típicamente masculino.

El aroma de los senos, el de la proximidad de la vagina y la vagina misma, el del ombligo y el de las piernas, por ejemplo, son parte de un juego que para ciertas mentes un tanto rígidas y retrógradas resulta nada higiénico y sí algo pervertido. ¡Que cosa más ridícula! Eso no es perversión cuando el deseo, el amor y la pasión están involucrados.

No se trata de llevar la experiencia sexual a extremos en que la higiene quede en entredicho. Sí se trata de disfrutar la experiencia sexual. Pero aún así es absurdo poner límites al sexo. Mientras no haya algo parecido a una agresión física o a una violación, todo es válido. Y, desde esa perspectiva, no existen sugerencias mejores o peores. Simplemente, la cosa se vive al máximo. Y eso es cuando el deseo, el amor y la pasión están involucrados (valga la redundancia).

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