Fui por Toto y ...salí impresionado por Juan Gabriel

Juan Gabriel
(El Informador de México)
EL ROBUSTO SEÑOR ROCK
Fue una jornada de cierta neurosis al atardecer, rock entradita la noche y el "Divo de Juárez" como inesperado y potente desenlace.

Era febrero de 2004. Junto con mi mujer y unos amigos queríamos ver a Toto en Viña del Mar y, en efecto, compramos las entradas. 

Eran como unas minivacaciones ideales: amistades, una gran y legendaria banda de rock y, acto seguido, disfrutar un par de días de fin de semana en una hermosa ciudad del litoral centro norte y descansar en el hostal del señor Roa en Miraflores Alto. Cerquita está la Quinta Vergara, donde tenía lugar el tradicional festival, destino final del primer propósito: ser testigos in situ de la actuación de los californianos.

Es cierto: en general lo pasamos bien pero, en lo que concierne al objetivo inicial, no fue tan así. Inocentemente pensamos que llegaríamos bien partiendo desde Santiago cerca de las 19 horas del viernes 20 en un Chevrolet Geminis del año 90, bien rendidor y manejado por un chófer de alto vuelo, como lo es Luis.

Pero conspiraron tres cosas en contra nuestra: no pudimos partir antes de esa hora por coincidencias laborales, Toto actuaba el mismo día unas tres horas después y, si bien es cierto en circunstancias normales habríamos llegado bien, nos encontramos con circunstancias anormales personificadas en un taco de "la puta madre" entre el acceso a la "Ciudad Jardín" y la misma Quinta Vergara. 

Resultado: arribamos más cerca de las 11 PM al evento en sí, Bobby Kimball lideraba el entusiasmo de la muchedumbre con el energético hit "Hold the Line" y, luego, tras "Home of the Brave" Toto se despedía del escenario con todos los honores y reconocimientos.

Y apareció "Juanga" 
Nosotros, con un sentimiento mezcla rara entre algo de molestia y un intersticio de risa, aceptamos la situación. Un refresco y algo de comer siempre ayudan algo, más Gustavo con su sentido del humor; Patty, con un chaleco que tenía de más, la posibilidad de aminorar el frío que ya dominaba la noche y a mi cuerpo (¡gracias, Patty!); y, mi esposa, Claudia, con su sonrisa comprensiva.

¿El número siguiente? Juan Gabriel. "Es un gran artista", sostuve con sonriente convicción, mientras arreciaban las tallas y se producía un razonablemente notorio cambio de público. Juan Gabriel falleció ayer. Yo, desde casi adolescente había tarareado más de algunas veces "Querida" o algún dueto entre el mexicano y la española -igualmente recordada- Rocío Dúrcal. 

Como dijo más de uno o una por Facebook, Juan Gabriel tenía más rock que muchos cantantes románticos. Su grupo, en realidad una orquesta, generó un "edificio sonoro" potente. Lo pasábamos bien con la música y la puesta en escena.

El más famoso oriundo de Juárez literalmente se comió es escenario. Si Bobby Kimball había hecho algo parecido sólo minutos antes (secundado en las voces por el tecladista de color Greg Phillinganes, el guitarrista Tony Spinner, y el incombustible guitarrista y líder de la agrupación estadounidense, Steve Lukather), Juan Gabriel lo hizo olvidar rápidamente con su histrionismo, alta motivación y una forma de cantar que transmite bastante más que voz.

Da lo mismo
"Querida", "Caray" y "Noa noa" eran sólo palabras coreadas dentro de un mar de éxitos, unos más pop y otros bien arropados como rancheras, que se prolongó por más de una hora. 

Da lo mismo si es el artista que más veces ha pisado el escenario de la Quinta Vergara, si perdió la figura esbelta que tuvo a los veintitantos o treinta y tantos (en el festival en el que lo vimos tenía 54 años de edad) o si tenía o no éxitos radiales recién "sacados del horno": la leyenda ya estaba establecida hacía rato al igual que su consagración avalada por millones de discos vendidos y canciones de ranking simplemente para regalar...y disfrutar. 

Es cierto: Patty esperaba a Alex Ubago en esa jornada -y lo pudo ver-, después vino Canal Magdalena, pero Juan Gabriel nos "robó el corazón". Es tal esa magia que, tras su repentina partida, miles de homenajes "allá y acullá" no se hicieron esperar. 

Por de pronto comparto acá mis regalones: un dueto con Rocío Dúrcal y el popurrí de las Pandora; y, por justa añadidura, parte de la cosecha de "Juanga" y el conjunto californiano aquel 20 de febrero de 2004. 

¡Grande, Juan Gabriel!













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