El síntoma del mejor sexo es cuando el tiempo se detiene

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SEXUAL DELICADEZA
El momento culmine de la primera vez es extraño pero bello: un descubrimiento que deja atrás las vergüenzas y las dudas. Es vivir lo que unos minutos antes era sólo imaginar. Allí las cosas son mejores cuando no son planificadas, pero sí conscientes y honestas.


Es un tema al que regularmente nos referimos como una generalidad, sin hablar de él en primera persona y, menos, yendo al detalle: el sexo como actividad sexual propiamente tal, como conocimiento, placer, consumación o, dicho de su modo más puro, parte del amor en su máxima expresión.

No pretendo hacer literatura erótica ni brindar consejos o sugerencias sobre cómo tener mejor sexo. Quiero dar cabida a un punto de vista, una reflexión, una experiencia, un relato, una vivencia o cómo ustedes quieran llamar, de un hombre maduro acerca de su actividad sexual en diversas etapas vitales. Tampoco esta idea es la réplica de un reloj (los desesperaría). Los aromas, la delicadeza (me encanta esa palabra), los suspiros y las formas son conceptos familiares en estas líneas.

Lejos de las caricaturas machistas 

Ser hombre también tiene sus dificultades. Si las mujeres suelen operar con el sexto sentido y difícilmente disimulan su manifestación emocional ante situaciones adversas, existen hombres -algunos de ellos, claro- que somos extremadamente prudentes, no precisamente audaces y algo timoratos en el plano de aventurarse en las conquistas amorosas o de conocer bien a una dama.

Soy tímido. Cuando tenía 15 años acercarme a una jovencita de edad similar constituía una dificultad parecida a narrar la tabla de multiplicar el 14. Nunca me consideré ni me considero un gran seductor. Mi señora lo sabe bien. No soy “piropero”. Es altamente improbable que a una mujer sólo le vaya a decir que luce muy bien. Sin embargo, por mi forma de ser difícilmente alguien del sexo opuesto se sentiría mal.

Sitio La Mente es Maravillosa
Evidentemente mi respeto hacia el sexo opuesto dista notablemente de la caricatura grosera acerca de lo peor de los hombres. Siempre me ha provocado malestar observar a un hombre tratar de “perra” a una mujer. 

No importa cuándo, sino cómo

Desde los 15 años en adelante (hoy puede ser, sin duda, desde mucho antes) la sexualidad pasa a ser un tema de alta relevancia. Evidentemente nadie está obligado a apurarse demasiado ni tampoco publicar sus experiencias, aunque la presión social indica que el menos aventajado suele ser el más nerd. Pero sí un muchacho y una muchacha son padres con demasiada antelación, puede pensarse parecido.

Aplicando esa lógica, dará lo mismo decir cuándo ocurrió la primera experiencia sexual. Si fue a los 15, a los 18, a los 20 ó a los 23 años de edad (ojo no estoy haciendo propaganda alguna a cualquier instructivo de tinte retrógrado y conservador), no importa. Lo que sí importa es que ocurrió y bien.

En el caso mío el proceso de acercamiento y entrega total al sexo opuesto fue gradual. No fue estudiado pero sí fue consciente. No fue planificado, pero tampoco improvisado porque fue de interés mutuo, que es lo principal. Además, si es con amor, no tiene porque perder la elegancia y la delicadeza. Son momentos en que la cursilería está absolutamente permitida y hasta bienvenida.

Fue sólo el comienzo. Los episodios son innumerables hasta hoy.

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