El lenguaje de la forma en el sexo

SEXUAL DELICADEZA

“Forma” es una palabra ambigua. Pero llevada al sexo agarra un sentido tan claro que la parte física y la conducta son un todo. Puede incitar calentura, pero sumada la actitud es fundamental para lograr el objetivo superior: seducir.


No se trata de hablar de cuadros plásticos ni de fotos artísticas, ni de portadas de La Cuarta, ni de galerías fotográficas de las musas de la TV, ni actitudes audaces para salir en alguna tapa de LUN ni de Cristián de la Fuente o María José Prieto haciendo acondicionamiento físico en un gimnasio vip. No.

La fogosidad agarra vuelo porque hay un objeto cuya forma provoca cierta atracción o excitación en alguna zona erógena. Pero ese objeto no es solamente una cosa. Más allá de la valoración sobre una hermosa figura, hay una lectura extra: una sonrisa, un movimiento corporal "X" y hasta una conversación, todo lo cual puede decir mucho aunque las palabras estén casi de más. El deseo allí es un estadio que se ve cercano.

Todo tiene un fin noble en el sexo menos la violencia, la agresión verbal y la cosa forzada...El asco también cabe en la cosa innoble. Pero me refiero el asco en el sentido de falta de actitud galana. Quienes regularmente cometen ese error somos los hombres.

Lo encantador de lo masculino
Resaltar en forma tan notoria los atributos físicos del sexo opuesto, sobre todo de manera grosera, es un gesto más típicamente masculino. Allí se le resta potencia al romanticismo: sobresale el aspecto más básico e instintivo del ser humano. No hay duda que hay una sensación mental agradable en el hombre al observar a quien le parece a la vista una hermosa mujer. Pero, al caer en la grosería, la magia se pierde porque sólo hay un involucramiento con un objeto.

No se trata de que los hombres sientan que las mujeres deben ser como sus madres y ellas, a su vez, actúen pensando que cada hombre es su papá. Si es importante enfatizar el sentido de protección que brindan los hombres a las mujeres y el de afecto espontáneo que entregan las mujeres a los hombres. Éstos siempre serán elementos tremendamente atractivos.

Como consecuencia de las formas del lenguaje corporal, los hombres suelen pensar más fácilmente en el sexo al mirar a una mujer que les llama la atención. Es difícil mirarla sin pensar en cómo será en la cama”, dirán algunos. Pero siempre es necesario algo más. Las formas tienen su encanto siempre que se haga con amor:

Al respecto, caben allí las redondeces, la combinación entre los cabellos tomados, el cuello y la espalda: delicadeza; un pequeño seno: fragilidad; el toque de una mano fina: delicadeza táctil; el toque de una mano gruesa: la protección para ella; la mirada fija, dulce y penetrante: honestidad pura; una cintura pequeña: el mejor tango; una cintura escasa: ¡vivan las XL¡, ¡siempre estuvieron de moda! (aunque la sociedad invente cosas); la altura: nada del otro del mundo, los pequeños a estirarse, los altos a encorvarse; una oreja o un pie: objetos para morderlos con suavidad; la nariz: en lugar de un beso, ¡mejor un "nazo"!; la espalda: el respaldo de todo, una especie de principio y un fin; y la combinación pierna-nariz: una muestra de ternura y admiración (la representación de la seda del pañuelo que se cae al suelo para que el varón, después: una vez recogido el objeto, quede mirando atónito).

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