Vuelta de tuerca y retorno a lo simple

Foto sacada del sitio Escuela para Ricos
EN TERCERA CLASE
He decidido soltar la pluma en esta sección. Y lo hago por diversos motivos. No me extenderé demasiado al respecto. Uno de ellos tiene que ver con el hecho de ausentarme algunos días de las redes sociales (créanme que es un ejercicio regularmente bastante saludable).

No fue por casualidad: Tengo una hermosa familia. Pero tampoco me detendré en ese bendito lugar común para resumir el "porque" del "por qué". Hay allí algo más ambicioso y personal: el querer destinar más tiempo a mi mujer y mis hijas que, por cierto, lo valen y muchísimo. 


Se avecinaban las Fiestas Patrias (con todo lo festivo que involucra el término", un instante de reflexión: el 11, una semana de intenso trajín laboral (y no sólo mío: mi esposa lleva la delantera en lo que se refiere al ámbito del bienestar y educación de nuestra pequeñas) y, en resumen, el escaso tiempo para "revolverla" en Internet se limitaba a otro verbo: informarse algo (temas relevantes y no farándula, claro está).

En el intertanto sobrevino una reflexión intensa, en la que evidentemente involucré a mi mujer. "El fin justifica los medios, pero el medio no tiene porque ser un fin", concluimos al respecto. Claro: la tecnología (siempre fundamental y demostrativa permanente de avances asombrosos y vertiginosos) nos ha servido para ampliar nuestros circuitos, nuestras redes (al fin y al cabo, somos periodistas), pero también hay que considerar que somos personas de carne y hueso.

Somos piel y sangre (algunos enfatizarán hormonas; no lo niego). No busco poner por casualidad la presente editorial en "Sexual Delicadeza" (una de las secciones regalonas de mis lectores), pero la encajo allí por una razón muy sencilla: a veces nos volamos mucho con el chirimbolo del celular (puede ser un notebook, una tablet o lo que sea) y nos olvidamos de nuestras parejas y nuestros herederos más hermosos: nuestros hijos.

Éste no es menosprecio a la tecnología y a los "acercamientos" que ésta nos brinda, sino que es piel, tomarse las manos, mirarse a los hijos y conversar de tú a tú con tus semejantes, incluso hasta realizar ciertas tareas cotidianas juntos. Nada más (hasta las mascotas pueden ser protagonistas). 

Dicho de otro modo, no es un acto sexual en el estricto rigor (quizás ahí solo el amor sea la bisagra) sino el ir más allá de los benditos lugares comunes de toda relación: es darle una "vuelta de tuerca" a tu vida y volver a lo simple (ojalá dándole a aquella sencillez un importante lapso al día).  

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