Vasconcelos: el "rey mago" de Colo Colo por casi siete años

Vasconcelos y Caszely en portada de
ejemplar de Revista Deporte, en 1981.
DESDE EL CÓRNER
El 10 brasileño no sólo fue puro talento con la elegancia de sus amagues y velocidad. También formó una gran dupla con Caszely.

En un país donde hay una tendencia insufrible a frivolizar para vender (sobre todo en el plano comunicacional de masas), el "portuñol" de figuras brasileñas del fútbol, como Severino Vasconcelos y Rubens Nicola nunca ha pasado inadvertido. Es como el "penal de Caszely", el "dedo de Jara" y un gesto poco feliz de Patricio Yañez en una clasificatoria de mundial que fue "bautizado" con su apodo y su apellido.

Es cierto que los jugadores de fútbol mencionados fueron o han sido lo suficientemente talentosos o efectivos como para llamar la atención en lo que se destacan, pero a veces ha primado la "cosa anecdótica" (y hasta cierto punto ridícula) para recordarlos o mencionarlos.

Hoy, uno de ellos, en este modesto espacio, tendrá una vez más la posibilidad de sobresalir: Severino Vasconcelos, el número 10 ("negro querido", al decir de Fernando Solabarrieta) de aquel Colo Colo que sumara tres torneos nacionales y tres Copa Polla Gol entre 1979 y 1985. 


Tenía 9 años de edad en el invierno de 1981 y mi padre me llevó por primera vez al estadio y, si bien es cierto la reunión doble de ese sábado en el Nacional pasó a la historia casi como mera estadística, recuerdo con claridad que Universidad de Chile empató sin goles con Iquique en el preliminar y que Colo Colo dio cuenta de un sorprendente Ñublense por dos tantos a uno. ¿Cuáles fueron los jugadores que me llamaron la atención de inmediato? Carlos Caszely y Severino Vasconcelos por los albos.

Mi padre, hincha de la "U", quedó decepcionado con el desempeño del equipo dirigido entonces por Fernando Riera y, ya en el partido de fondo -y con algo de frío, noche y aroma a humaredas de cigarro, café y maní en el entorno inmediato- alabó al pequeño goleador y al moreno de físico atlético, quienes formaron por entonces, quizás, la mejor dupla de vanguardia de nuestra competencia de fútbol rentado, sólo equiparable algunos meses después por una de Cobreloa: la del uruguayo Jorge Luis Siviero y el seleccionado nacional Juan Carlos Letelier.

Técnica e impronta atlética
Esa visita al estadio fue la semilla que me llamó a admirar a Vasconcelos, gran dominador de toda clase de amagues y cachañas sumada a una velocidad y a una potencia de temer para las zagas rivales, todo digno de los propios Pelé y Maradona.

Recuerdo un partido contra la "U" a fines de ese año. Fue un triunfo albo en el mismo recinto, donde el morocho volante creativo se encargó de sepultar las últimas esperanzas azules de lograr el título con dos goles de hermosa factura: un tempranero tiro libre alto, esquinado, en diagonal hacia el arco azul desde la izquierda del ataque blanco, inatajable para el recordado Hugo Carballo; y, ya en pleno segundo tiempo, un disparo de volea alto, de similar dirección al lanzamiento del primer gol y, por cierto, imposible de conjurar para el meta trasandino nacionalizado chileno.

Recuerdo, en relación a esa ocasión, que las revistas Estadio y Deporte Total destacaron a Vasconcelos como la gran figura de ese clásico. En la primera publicación citada se referían al 10 albo como "rey mago de Colo Colo" (por la proximidad de Navidad) y, la segunda, resaltaba las palabras del defensor azul Manuel Pellegrini (hoy exitoso entrenador) al término del partido y dirigidas a la figura del partido: "te felicito, negro: tú solo nos ganaste el partido".

Algunas semanas después, si bien es cierto el triunfo de Colo Colo ante el último rival que le podía arrebatar el título: Cobreloa, fue producto de dos tantos del eterno goleador, Carlos Caszely, Vasconcelos fue clave en la victoria ante los loínos en el Nacional. Primero, por la sanción del penal que significó la apertura de la cuenta: el jugador derribado por Jiménez fue el 10 albo; y en la segunda anotación, al entregar el pase al ariete para que éste batiera por segunda vez a Óscar Wirth. Un par de semanas después el elenco popular festejó su decimotercer título.

Como dato anecdótico del referido partido ante los vicecampeones de América: tras el cobro del penal, el defensor naranja (y seleccionado nacional por entonces), Mario Soto, le dio un cabezazo a Vasconcelos y fue expulsado por el juez Mario Lira.

Un gran carrera y casi parejita
Vasconcelos, llegó a Chile en 1979, con tan sólo 25 años de edad y tras ser preseleccionado de Brasil. Se ganó el corazón de los colocolinos casi de inmediato y prosiguió hasta 1985 como titular indiscutido de un equipo que, perfectamente, pudo llegar más arriba en sus palmarés de no haber sido contemporáneo del citado equipo loíno, dirigido por Vicente Cantatore, escuadra vicecampeona de la Copa Libertadores de América en 1981 y 1982.

Aunque jugó como volante creativo, Vasconcelos marcó varios goles, fue máximo anotador de la Copa Polla Gol de 1982 (junto a Luis Marcoleta, de Magallanes) y, en efecto, anotó con bastante regularidad ante todos los grandes del fútbol nacional y en partidos decisivos: la "U", Universidad Católica, Cobreloa y Unión Española. Ante este último, a principios de 1984 (campeonato de 1983), recuerdo una secuencia de paredes a gran velocidad con Caszely, que finalizó con un remate fuerte del "Chino"...¡Golazo!

Sus mejores campañas tuvieron lugar con el equipo del cacique, no obstante -tal como recordó recientemente, por radio ADN, el periodista Juan Cristóbal Guarello- antes de llegar a Chile fue titular de Palmeiras y estuvo entre los 40 futbolistas brasileños preseleccionados para ser parte del scratch con miras al mundial de Argentina (no está de más señalar que llegar a ser preseleccionado para vestir la "verdeamarela" es gran cosa).

Tras su paso por los albos, en 1985 llegó a Barccelona de Ecuador donde fue parte del plantel campeón del principal torneo de ese país aquel año. De vuelta a Chile jugó por La Serena, la "U" y Palestino, donde finalizó su carrera y sin dejar de ser gravitante en todas aquellas escuadras.



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