Playa y sueños juveniles

Foto de Archie Binamira
Los últimos vientos de 1989 tendrán un particular atractivo para el cuarto A: con el apoyo de los/as apoderados/as y de la profesora jefe se acordó muy de antemano efectuar un paseo de curso a Reñaca, algunos kilómetros más allá de Viña del Mar y a 130 kilómetros de Santiago, el punto de partida.

"Viaje de estudios" se le denomina casi popularmente a esta iniciativa, pero en realidad es un sano momento de esparcimiento para un grupo de muchachos que corona la temporada previa a un año decisivo. Habrá entremedio Navidad, Año Nuevo y vacaciones. Pero esa es otra historia.

Y Ferenc está entusiasta. La etapa finalizada, en su caso, estuvo lejos de ser brillante en lo académico pero sigue practicando natación y acondicionamiento físico gratis en las dependencias deportivas de la municipalidad, se ha dejado crecer el pelo algo más de lo habitual y, aunque la niña que le gusta no le da bola, mantiene amistades y ha cultivado nuevas.

Y ese bienestar tan propio de las circunstancias la viven también el resto de los/as jóvenes del cuarto A que dieron el "sí" para ir a Reñaca. Unas cabañas de hermoso semblante rústico ubicadas en la parte empinada de esta localidad, de perfil turístico-residencial, los recibirán. Estarán allí algunos días, los últimos de la primavera pero ya con un abierto guiño al verano.

Llegó el momento
Llega el día esperado y Ferenc, que le secuestró una radiocaset a un amigo, lleva una cinta de The Police. Los otros dos varones del grupo: César Dubovsky y Donato Ballero aportan lo suyo: Simply Red y Van Halen, respectivamente. Todos llegan a la estación de buses a la hora, a fin de partir a la Región de Valparaíso. 

Ya en el bus y en pleno trayecto por la Ruta 68 - cuyo perfil de concesionable ya le ha abierto el apetito a algunas empresas del rubro vial-, Francisca y Natalia, seguidoras fieles de bandas como Duran Duran y Spandau Ballet, y del cantante Robert Palmer, disfrutan mediante un personal stereo y un audífono compartido los éxitos de estos exponentes del pop británico. Francisca tiene un cuaderno plagado de recortes a todo color de sus artistas preferidos. Natalia recuerda, con orgullo, a su hermano, quien ha cimentado una muy respetada reputación como guitarrista de rock en Estados Unidos y conoce a varios de los próceres de la industria del disco. 

En efecto, en el bus que los lleva de la capital a la Región de Valparaíso, los muchachos inclinan la conversación hacia sus gustos personales: música popular, programas de televisión preferidos, actrices y actores favoritos, etcétera. 

Los diálogos, relajados aunque lo suficientemente prendidos, dan para todo al respecto: Luis Miguel, ya hecho todo un hombre, tiene bastante arrastre en el ámbito femenino aunque ya suena en las radios y se deja ver en la TV un jovencito que (dicen) busca destronarlo): Pablito Ruiz. Emmanuel es más del gusto de las mamás. Carolina Arregui y Bastián Bodenhöfer son la pareja televisiva regalona del momento en Chile en materia de telenovelas, Richard Gere acapara las miradas femeninas en el cine algo más que Harrison Ford y Kevin Costner, la venezolana Catherine Fulop es la reina de las "culebrones" de alcance latinoamericano, Madonna arrasa con "Like a prayer" y Michael Jackson sigue cosechando éxitos con "Bad".

En un plano que obliga a todos ponerse más serios, es altamente probable que don Patricio Aylwin sea el primer presidente de la República en democracia después de 17 años. Ninguno de los/as jóvenes vota, pero si se hiciera un sondeo entre ellos - el tema ha sido y es conversación casi inevitable- el veterano político democratacristiano derrota sin problemas al candidato del oficialismo de facto, Hernán Büchi, y al empresario Francisco Javier Errázuriz (tal como podría ocurrir dentro de algunos días).

Mar azul y noche sin culpa
No están todos y todas los del cuarto A entre quienes acudieron a este paseo de fin de año, pero la proporcionalidad se mantiene: las mujeres son mayoría absoluta. Son 15 en total y, entre ese total, sólo tres varones: Ferenc, Donato y César. Belén acudió con su hermana mayor, Agustina, quien acogió al resto de quienes asistieron a este paseo (de algunos días) con el afecto y la orientación que suelen tenderse a los hermanos menores. 

Llegados a Reñaca e instalados todas y todos junto a todas las mochilas y resto de las pertenencias viajeras en las cabañas de madera asignadas democráticamente, los/as muchachos/as bajan a almorzar. Pese a la irregularidad natural del clima costero, hay un sol radiante. Ante la inminente la ida a la playa ya llevan traje de baño debajo de su ropa de verano. 

Disfrutado el almuerzo -económico, como corresponde en un grupo de estudiantes, sobre todo si son secundarios- sobreviene una pequeña sobremesa donde, moderados por Agustina, los muchachos prolongan la conversación iniciada en el bus, donde abundaron confesiones acerca de sus gustos en materia de música popular, cine, televisión y hasta fútbol, pero matizadas con otras materias como los platos de comida favoritos y los lugares donde han veraneado o les gustaría veranear. 

A Natalia y Francisca les gusta mucho el litoral central. 

-Me encanta la Costa Azul - confiesa Natalia. 

-A mí también - añade Francisca. 

-Yo he ido a El Quisco, El Tabo, Isla Negra y San Sebastián, por ejemplo. Pero el balneario que más me gustó fue Quintero - comenta Ferenc. 

-¡Son todos lindos! - enfatiza Natalia. 

-¡Pero yo sólo me baño en El Quisco! -aclara Ferenc, lo que le genera risas a las chicas. 

Disfrutada la playa y tras las respectivas sesiones fotográficas estilo top models, los jóvenes se dan tiempo de recorrer un poco la costanera y los alrededores -con comercio ambulante y formal, entre sus atractivos- antes de despacharse algo así como una once con sánguches, café y bebidas. Como suele ocurrir en estas circunstancias, algunas personas ya cuentan con comestibles (entre ellos los infaltables huevos duros) o deciden comprar otros seducidas por el antojo del momento. 

Juegos, música y pool
Efectuados la subida, el pertinente descanso y la ducha de rigor, anochece y los varones deciden ir a Viña del Mar a jugar pool. Hace algo de frío. Ellas se quedan sentadas en el pasto en un sector al aire libre, vegetado e iluminado del hospedaje, con la finalidad de jugar al dominó y a las cartas. Josefa, quien trajo su guitarra, complementa el agradable momento en exclusivo de las muchachas con temas de Silvio Rodríguez y Sui Generis. 

-Conversemos de nosotras y algo más-propone una. 

-Pero ¿no vamos a hablar de cortes de pelo o productos de belleza? - consulta otra, risueña. 

-¿Y por qué no de hombres?... A ver, ¿quién te gusta a ti? - la soltura y el atrevimiento de quién formula la pregunta es respondida con las risas y el beneplácito por el resto de las muchachas. Es un momento de pleno relajo y bien lo merecen. Hay temas más profundos, evidentemente: la familia, el futuro, etcétera. Los cigarros son buenos aliados. 

Y también lo son en pleno centro viñamarino, donde los muchachos acuden a un salón de pool. Como en 1989 está permitido fumar en un recinto cerrado de carácter recreativo-nocturno, el aroma a tabaco es fuerte. Además, está impregnado de olor a alcohol... Algunos dirán "claro perfil masculino" (en efecto, allí hay sólo hombres). 

-¿Juegas pool, Ferenc? - pregunta Donato. 

-No. Pero me gusta mirar - responde Ferenc. 

-¿Te gustaría aprender? - consulta César. 

-Dale. 

Mientras César le muestra a Ferenc la forma de tomar el taco con ambas manos (una sostiene, la otra dirige), éste observa con atención. Evidentemente no se trata de impulsar cualquier bola a cualquier agujero porque sí. Hay una lógica propia. 

Donato y César siguen jugando. Ferenc observa cada movimiento con atención plena. Finalizado el amistoso match (Ferenc mostró más oficio, aunque Donato por ganas no se quedó), los jóvenes regresan a la residencia ocasional. Y, al llegar, lo hacen con sigilo: las chicas ya duermen. Ellos se quedan charlando algo más. 

Larrondo, el loro y el adiós
A la noche del agitado día anterior sucede una jornada algo más relajada, pero no por ello menos atractiva en las proyecciones. Son cerca de las 9 AM, los jóvenes han dormido más de lo habitual y, la respectiva levantada, antecede a la salida de algunos/as a comprar lo necesario para el desayuno. Agustina, preocupada de todos los detalles, da algunas instrucciones necesarias para el grupo de jóvenes en relación a lo que queda del día. Ella, por su simpatía y afecto a los muchachos/as, se ha ganado el cariño de aquellos/as.

Y la jornada, en lo que se refiere a disfrutar de los encantos de la playa y al almuerzo, transcurre parecida a la del primer día. Esas jóvenes voluntades, llenas de una virtuosa combinación de risa y de serenidad, gozan del mar en un sector donde el oleaje es bastante moderado. El sol acompaña a todos nuevamente. 

Para la noche deciden todos y todas quedarse en el hospedaje en lugar de salir: específicamente eligen el mismo lugar donde estuvieron las muchachas el día anterior, algo así como una zona mixta o placita. Se abrigan (el frío nocturno de semiverano no es tan fuerte, pero es de cuidado) y Josefa agarra su guitarra ante la atenta mirada de Francisca, Natalia, Jessica, Belén, Agustina (quien, sonriente, una vez más modera esas noveles voluntades), Daniela, Leonor, Delia, Sabina, Violeta, Josefina, Donato, César y Ferenc. 

Y se produce una conversación bastante al margen de lo habitual. La timidez de Ferenc contrasta notablemente con la locuacidad persuasiva de Donato y la moderada confianza de César. Sin embargo, dado cierto espontáneo tono que adquiere la conversación y quizás incentivado por la forma de ser de Larrondo, un amigo suyo bastante canchero, experimentado en el plano amoroso, cercano a la veintena de edad y que algunas de sus amistades del curso conocen, Ferenc sorprende a las muchachas con desenfado mediante un chiste algo subido de tono, que se lo había contado bastante tiempo atrás Larrondo. El grupo engancha. 

No es que se trate de un clásico del humor sólo destinado a un público adulto, pero resulta gracioso: es la desafortunada historia de un hombre escaso de recursos, deseoso de viajar al extranjero, al que que no le quedará mejor destino que un paupérrimo tour en que observa cómo un chimpancé es violado por otros animales, algo que para él mismo simio, por desgracia, ya era algo habitual. Es curiosamente de esa clase de chistes que algunos especialistas en temas de género vaticinan que no causará gracia alguna dentro de 25 ó 30 años más. Pero es 1989 y es tal el relajo que hay en ese rincón de Reñaca, que el relato humorístico de Ferenc igualmente arranca carcajadas. 

Donato sucede, entre los humoristas de la ocasión, a Ferenc. El muchacho cuenta el chiste de un hombre que sospecha un engaño por parte de su esposa. Es casi como aquel clásico del sofá de don Otto pero con la diferencia que el protagonista compra un loro muy despierto, al que esconde en el closet matrimonial, procurando dejar una parte abierta de ese mueble para detectar con quién la mujer engaña al tipo y en qué momento lo hace, evidentemente cuando el supuesto engañado no está en la casa. 

El desenlace del chiste es bastante obvio en el sentido que el varón, gracias al testimonio del loro, descubre que hay otro hombre en la vida de su cónyuge. Sin embargo se produce una situación que no le permite saber al protagonista qué hace su mujer con el amante en la cama: el loro se cae y se saca la cresta cuando hace el descubrimiento. El chiste contado por Donato tiene también muy buena recepción y gráfica el momento entretenido que gozan los chicos y las chicas en esa última noche.

En la mañana siguiente los ánimos están alegres por la bonita velada anterior, tranquilos, pero a la vez con una paradoja: esa sensación algo incómoda y amarga del último día del "paseo de curso". No hay vuelta atrás, los pasajes están solicitados y, a pesar de disfrutar una nueva tarde de playa, la ducha es más rápida que costumbre y saben que tendrán que estar en el rodoviario viñamarino cerca de las seis de la tarde, de modo tal de tomar oportunamente el bus de vuelta a Santiago para llegar cerca de las 20 horas. 

En la vuelta a la capital, besos y abrazos efusivos se suceden en la despedida. Hay emoción, sin duda: ellas la manifiestan más abiertamente, ellos la simulan un poco. El año ya había finalizado en lo formal y ahora finaliza en lo informal. Aunque ya estaban de vacaciones, comienzan las vacaciones netas: sin compromiso alguno con el liceo que recuerda a un connotado ministro de Estado chileno del siglo XIX. Algunos y algunas se verán, sin duda. Pero la mayoría de las caras no volverán a verse entre sí por unos tres meses, cuando comience el último año de la secundaria. Para todos/as será el del fin de una etapa relevante de sus vidas y, quizás, el primer impulso hacia la adultez genuina y con la mirada al horizonte de los grandes sueños. 

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