El destino quiso otra cosa

Pelota de futbol (sitio Guioteca)
Por Gonzalo Figueroa Cea

Ferenc Mancilla estaba deseoso de desarrollar para el diario digital El Rodeo una historia acerca del infortunio de River Plate y de Flamengo en partidos decisivos e históricos que jugaron en el estadio Nacional de Santiago. Pero ocurrió lo que algunos días y hasta meses antes era imposible: que la final de la Copa Libertadores entre el popular club argentino (ganador del trofeo el año anterior) y el igualmente linajudo club carioca no se jugará en nuestra capital. 

En efecto, dado el reciente estallido social chileno -ocurrido el 18 de octubre- y sus inmediatas repercusiones, la Conmebol decidió trasladar la realización del duelo decisivo para Lima, aunque en la misma fecha prevista: sábado 23 de noviembre. Pero Ferenc Mancilla también estaba contrariado por otro motivo: deseaba hacerle un regalo de cumpleaños anticipado a su octogenario pero lúcido padre, como gesto de agradecimiento a las primeras veces que siendo niño acudió, junto a él, a un estadio a ver un partido de fútbol en directo: la idea era justamente invitarlo a la final del principal torneo sudamericano de clubes, la que por primera vez en sus casi 60 años de existencia iba a consistir en un exclusivo partido en campo neutral... Y Santiago había tenido la suerte de ser designado como sede del pleito...Claro: originalmente hablando. 

Ferenc tenía 9 años la primera vez que vio presencialmente un partido de fútbol y, su padre, quien lo invitó esa vez, 47, la edad de Mancilla hoy. El recuerdo corresponde a 1981 y, pasados 38 años de aquel acontecimiento, invitar a su papá a la final de la Libertadores, constituía para él una forma de reconocimiento, incluso más que un regalo. 

Además el acontecimiento iba a ser único: por mucho respeto que uno sienta por cualquier club profesional, no es lo mismo una reunión doble Universidad de Chile versus Iquique y Colo Colo versus Ñublense, aquella de 1981, que la final del más importante torneo de clubes de balompié continente. En el mismo sentido tampoco se trataba de hacer comparaciones odiosas entre figuras de antaño como Caszely y Vasconcelos, del equipo del cacique, o Socías y Castec, de la "U", con el colombiano Rafael Santos Borré, de River; y Gabriel "Gabigol" Barbosa, del elenco carioca.

Aunque se declaró partidario de las demandas ciudadanas y de las manifestaciones libres de la gente, Ferenc tuvo en un momento cierta luz de esperanza: que las autoridades pudiesen defender la localía de la final y garantizar su realización en Santiago. Obviamente, por temas de seguridad, no fue así: se jugará definitivamente en Lima y no en Santiago. 

Infortunio interesante

¿Qué debía hacer Mancilla cómo para desarrollar un artículo tan atractivo como aquel pensado antes del cambio de lugar de la final?. El infortunio histórico de River y Flamengo en Santiago ya no era tema. Su editor jefe, Roger de Palma, no es un tipo fácil de convencer. Llegó a tal punto el bloqueo mental de Ferenc que acudió al mismísimo Roger para que este le brindara una luz de solución...o al menos una idea que lo direccionara a esa luz.

-La final en sí misma será abordada por muchos de los colegas que cubren deportes en todo el mundo, pero en especial los de Sudamérica -comentó cáusticamente De Palma, dando la espalda a Mancilla mientras se fumaba un cigarro en el balconcito del ventanal de su oficina, que da a un estacionamiento y a un conjunto de edificios. Hasta allí llegan algunos rayitos del sol agonizante de la tarde, el que alumbra desde la calle. 

-¿Quieres que viaje a Lima? -preguntó Ferenc con una sonrisa algo irónica.

-No. Sólo te digo que es un tema...como muchos -respondió igual de sonriente e irónico el jefe, tras una calada de su cigarro.

-Pero mi tema era distinto -continuó Mancilla.

-Lo sé, Ferenc. Pero River y Flamengo no jugarán en Santiago. Como que la idea de Santiago como yeta para los dos equipos ya no funciona -precisó De Palma.

-¡Ah!, de verás - respondió Ferenc, como si se hubiese olvidado de las circunstancias que lo llevaron hasta donde De Palma.

-Podríamos incluso hablar del infortunio de los equipos argentinos y brasileños en Perú, pero ...-expuso Roger sin completar la idea.

-Tiene más sentido, Roger, el infortunio de los equipos argentinos y brasileños en La Paz. Pero Flamengo y River jugarán en Lima -complementó Mancilla.

-Sííí...-respondió De Palma pero como si hubiese querido agregar algo que tiene atragantado en la boca. Mientras observó pensativo a Ferenc, quien estaba sentado en la silla de la visita frente al escritorio y dando la espaldas a Roger, arrugó la frente, caló nuevamente su cigarro ligth ultra, lanzó abundante humo y volvió a mirar de nuevo afuera.

-¿Crees que eso pudiese funcionar? -preguntó Mancilla. Cuando Ferenc dijo eso, De Palma botó al suelo el cigarro a medio terminar, volvió a mirar nuevamente por varios segundos a Mancilla, quien también lo miró. Esos segundos parecieron eternos hasta que, por fin, musitó unas palabras, mientras cruzó un brazo y con la mano del otro se tomó el mentón.

-¡Uhm!, este... -al pronunciarse el propio Roger, este hizo notar un jadeo adicional: claramente no era una buena idea. No se trataba de un menosprecio a los peruanos o a los bolivianos, sino al hecho de ser poco atractivos los temas para el público chileno, sobre todo porque no hay equipos chilenos en la final y, además, ni peruanos ni bolivianos, aunque se jugará en Lima.

-Te entiendo -subrayó Ferenc. Roger regresó a su puesto, tomó asiento, luego se paró de nuevo, dio una vuelta en sí mismo por detrás de la silla como jugando pero con cara seria, luego se sentó y dio una vuelta girando sobre la base de la silla mientras el aroma a tabaco gitano -como a él mismo le gusta decir- se tomó la pequeña oficina. Luego detuvo su agitación, se quedó mirando a Ferenc cara a cara y se agarró el bigote. Ferenc pensó: "este me estará h...". Miró como tres veces más fijo a los ojos a Mancilla y finalmente puso los codos encima de la mesa de escritorio y juntó las manos mirando más fija y seriamente a su periodista subordinado.

-¡Tu infortunio es mucho más interesante! -enfatizó seria y secamente De Palma.

-¿A qué te refieres? -preguntó Ferenc.

-Muy simple: quisiste regalarle a tu papá la final de la Copa Libertadores, pero por motivos ajenos a vuestros deseos, no se va a jugar acá - detalló el jefe.

-...El tema de la final por sí solo es una anécdota algo insípida -sostuvo Mancilla.

-Pero la historia que hay detrás no lo es -argumentó un seguro Roger, todavía con los codos sobre el escritorio, las manos abrazándose entre sí y la mirada fija en Ferenc.  

-¿Te refieres al fondo del por qué había invitado a mi papá a la final de la Libertadores como regalo de cumpleaños? -pregunta Mancilla.

-Por supuesto, Ferenc. Mira: el estallido social nos dio una posibilidad que sólo una pandemia es capaz de obligar: recordar esos recovecos lindos del pasado -explicó el jefe. 

-Tienes razón -retruca Mancilla.

-Hay cierta clase de memoria que es necesario rescatar. La memoria no se reduce sólo a lo que no debe ser olvidado, sino también a características típicas de otras épocas -agregó Roger.

-De eso se trata -complementó Ferenc.

-Y cuando me contaste acerca de la invitación a tu papá para ese partido y el vínculo de eso con tu niñez y él por entonces, te juró que amé esa historia -confesó De Palma.

-¿De verás?

-¡Sííí!...Además, somos padres de familia, ¿o no?...¿Cómo le pondrás?

-El destino quiso otra cosa.   

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