La guitarra de Eddie o...el aliado misterioso

Darth Vader y George McFly (foto Culto La Tercera)
Por Gonzalo Figueroa Cea

George McFly descansa en su cama a la hora acostumbrada. Nada raro para un joven cuyos familiares aparentemente no se asoman por su pieza ni siquiera en momentos como ese, tan oportunos para conversaciones íntimas. Quizás sueña con héroes intergalácticos, distintas clases de alienígenas, naves espaciales de las más diversas formas y adversarios enconados de esos mismos héroes, ideales para las historias que conserva en los ya muchos manuscritos que ha elaborado...pensando en una futura novela que no está muy seguro de publicar. Su predilección por el tema es evidente: en un costado yacen libros y cómics de ciencia ficción. 

Duerme plácido, desparramada su muy delgada y adolescente humanidad de 1,85 en una cama de una plaza, con la vista cerrada y la cara vuelta al techo, como si los pensamientos que generan sus sueños lucharan por penetrarlo. No sueña en Lorraine Baines, aunque su amigo Marty McFly se empeña en señalarle que la muchacha está loca de amor por él. Tampoco sueña en vencer en algún pleito al abusador Biff Tannen (un flaite gringo, como dirían por ahí; aunque algo más corpulento que la mayoría de los jóvenes flaites). Evidentemente George ni se imagina que su amigo Marty es su propio hijo, quien accidentalmente llegó a la misma ciudadela de Los Ángeles donde vive, aunque treinta años antes y 13 años antes que naciera. Pero aquella es otra historia de esta historia (valga la redundancia), que corre en 1955. 

Como añadido relevante, Marty es hijo de Lorraine, pero ella al igual que George no lo sabe. Marty necesita que George y Lorraine se conozcan y se transformen en novios. De lo contrario no nacerá y, por consiguiente, no podrá cumplir un requisito indispensable para volver a 1985.

Lo cierto es que George está quieto, con los ojos cerrados, la noche es plena y nada hace presagiar algo extraño. Es más, da la impresión que en su casa no hubieran más moradores, ni siquiera mascotas. Quizás, al igual que Biff, vive con su abuela, aunque de ser así no hay duda que se trata de una persona notablemente más tranquila que la abuela de Biff. En síntesis, todo está muy tranquilo hasta que a las 1:22 AM irrumpen, con debido sigilo, unas notorias manos enguantadas que instalan en las orejas del imaginativo McFly unos audífonos ochenteros. 

Es difícil saber cómo entró a la residencia McFly el individuo que realiza la acción. En todo caso, lo relevante es que está vestido con un aparatoso traje amarillo y su cabeza está cubierta con una especie de escafandra con una protección a la altura de los ojos, lo suficientemente transparente como para que vea lo que hace pero, a la vez, no descubran quién está dentro del traje. Acto seguido, el sujeto pone un casete, en cuya parte superior figura en manuscrito y en mayúscula el nombre "Van Halen", en un personal estéreo (la clásica radio portátil ochentera) para luego apretar un botón que activa un peculiar y fortísimo efecto de guitarra eléctrica, evidentemente desconocido en los años 50.

George dio un salto en la cama como si lo hubiese impulsado un resorte a escala humana. Su cara de susto fue la equivalente a las de pánico inconmensurable propio de las víctimas de películas de terror de los primeros tiempos de Drácula o de Frankenstein, con el añadido de taparse las orejas automáticamente, como si el sonido disminuyera por arte de magia, y su correspondiente grito de pánico. 

-¿Quién eres tú? -pregunta perplejo y asustado.

No satisfecho con la primera "audición", el bizarro alienígena activa el botón nuevamente para dar paso al curioso y notorio riff de Eddie Van Halen. Esta vez los gestos de McFly son más evidentes. Pero, desactivado el ruido, el visitante habla. 

-¡Silencio terrícola! -enfatiza con voz grave.

McFly disminuye su tensión, pero el forastero vuelve a dirigirse a él.      

-¡Mi nombre es Darth Vader!

Hecha la aclaración, George mira al costado de su cama una colorida publicación cuyo titulo dice "Fantastic Story Magazine", donde figura un personaje bastante parecido a aquel que tiene al frente suyo y de pie.

-Soy extraterrestre: vengo del planeta Vulcano -señala Darth Vader, quien efectúa un extraño saludo con su mano derecha, donde logra separar dedo anular del medio y del índice.  .

Ante Mcfly más tranquilo aunque todavía dubitativo, el visitante se sienta en el extremo de la cama, a pesar de su aparatoso traje, y le explica a George el motivo de su visita. 

-¡Invita a Lorraine al "Baile del encanto bajo el océano"! -ordena muy desafiante el extraterrestre.

-Pero si va ir con Marty -responde extrañado McFly.

-Marty la invitó porque tú no te atreves a hacerlo. Pero ella quiere salir contigo el sábado en la noche -señala en tono terminante Darth Vader (quien curiosamente debe tener unos treinta centímetros en contra en comparación con el líder que lleva el mismo nombre, el del Imperio en "Star Wars").

-¡No!, es imposible. A la hora del baile dan mi programa de televisión favorito: "Ciencia ficción en el teatro" - retruca, con algo de fastidio, George.

-¡Si no lo haces... ¡te fundiré el cerebro! -enfatiza elocuente y con energía el alienígena. 

El rostro de McFly se descompone y entiende que no hay escapatoria: debe hacer lo que dice Darth Vader. Al día siguiente George le cuenta lo sucedido a Marty, quien le ofrece ayuda para conquistar el corazón de Lorraine y ser la pareja de ella en el "Baile del encanto bajo el océano". Pero, a su vez, solicita a George que mantenga el secreto acerca de su amigo...Darth Vader.

*Basado en una escena de la clásica película "Volver al futuro" (1985), dirigida por Robert Zemeckis con un guión escrito por él y por Bob Gale, y un elenco encabezado por Michael J. Fox y donde figura Crispin Glover, quien personfica a George McFly.

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