Cuento corto: el aroma de la vela (tercera parte)

Foto de sitio Significado de las velas
Por Gonzalo Figueroa Cea 

Las velas aromáticas ya son parte del día a día de Santiago y María José. No es que alguna vela en particular la lleven para todos lados. La vela aromática es simplemente el símbolo inequívoco de esos momentos especiales que esperan todos los días: el amor en su máxima expresión corporal. Le vela prendida crea la atmósfera ideal noche a noche.

Su noviazgo ya enteró dos años. Viven ahora en la casa de él. María José arrendó su casa, la del lado, a un matrimonio de venezolanos con un niño pequeño. La hija de María José ya entró en primero básico. La pareja va dejarla al colegio antes de las 8, acto previo a que él acuda a las clases de arte que debe impartir y ella a sus clases de veterinaria que debe estudiar, ya en instancias decisivas de la carrera. 

Afortunadamente el horario de María José le permite ir a buscar sin inconvenientes a la pequeña. Santiago no ve a menudo a su hijo Moisés, de la misma edad de Ema, pero cada dos semanas le dedica varias horas al día además de almuerzos, once y cena antes de devolverlo a su mamá. 

Un día lunes, cerca de las 19 horas, Santiago regresa de la universidad, algo cansado y preocupado. María José lo recibe en la casa. La once está lista. 

-¿Muy pesado el día, Santi? 

-No fueron horas de clases muy fluidas. 

-¿Discutiste con alguien? 

-Nooo - responde sereno Santiago.

-Entonces... - retruca María José, también serena pero como a la espera de una respuesta clara. 

-Existe molestia de parte de los estudiantes por el congelamiento de becas -detalla él.

-Espero que no se vayan a la quiebra -comenta ella. 

-Espero que no. 

-Espero que no tenga que ver el estallido -agrega María José. 

-No tiene que ver...Yo creo que es producto de una mala administración - responde Santiago, luego de degustar la mitad de un sánguche de jamón con queso. 

-¡Ah!, espero que eso no signifique recortes - enfatiza ella mientras lleva el termo a la mesa. 

-Según lo conversado con unos colegas, no debiese haber. Pero eso no es todo -añade él. 

-¿Que pasó? - pregunta María José. 

-El tema de la posible pandemia de la que han hablado tanto, tiene a todo el mundo psicoseado - responde Santiago con la frente arrugada, señal de preocupación. 

Allí, justo en ese momento y como la misma pareja sabe transmitirlo, no hay palabra alguna de parte de ninguno. Ella le toca tiernamente el pelo, el sonríe y ambos saben que es el momento de seguir disfrutando de la once. Además Ema ya tomó su leche chocolatada y partió rumbo a su dormitorio para ver algún programa infantil de televisión. 

El gesto de María José es más que un consuelo para Santiago. Es como decir: "olvídate un rato de esto, relajémonos y luego veamos alguna serie o alguna película. 

Tendidos en un sofá, inician el festín televisivo con "Stranger Things". Santiago siente admiración por Hopper (David Harbour) , básicamente por cierto aplomo y la seguridad que transmite, pese a cierta rusticidad en la forma de relacionarse con el resto de los personajes. De Joyce Byers (Winona Rider) le llama la atención su fortaleza anímica. 

-Esos personajes, llevados la vida real, estarían al filo del Siquiátrico - reflexiona Santiago. María José se ríe. 

-Ni que hubiera una pandemia - añade ella. 

-No digas eso - retruca él. 

-Olvídate de eso - responde ella entre risueña y algo molesta. 

Finalizados un par de episodios de la segunda temporada de la exitosa serie estadounidense, la pareja se anima a retomar la moderna versión de "Perdidos en el espacio", también provista de varias entregas. María José asoma la cara para ver si Ema está despierta. Lo está. Son cerca de las 21 horas.

-Si hablamos de una auténtica familia resiliente, en lugar de una persona, claramente la familia Robinson lo es -reflexiona María José.

-Y tienes razón: son bacanes como científicos pero el tema de abandonar un planeta para colonizar otro, por el sólo hecho de pensar en todo lo que han debido afrontar, es para estar operado de los nervios -enfatiza Santiago.

-Sííí. Y ahí está la gracia de saberse sobreponer, sobre todo de parte de Maureen (Molly Parker). Aunque él es también un luchador (John Robinson, interpretado por Toby Stephens).

-Es una pareja maravillosa -complementa él. 

-Cómo nosotros -dice sonriente ella.

-...Y eso que allí sufren situaciones peores que una pandemia -responde seriamente Santiago.

-¡Que eres majadero! -se molesta María José, quien de estar abrazada a Santiago en el sofá, se descuelga, mientras él sigue serio.

Pasan varios minutos sin dirigirse la palabra. Don West (Ignacio Serricchio) ya se ganó el respeto de la tripulación Robinson, aunque la variante moderna de su personaje es más un guiño a Han Solo, por ser contrabandista, que al mayor West que interpretaba Mark Goddard en la serie original, aunque igualmente bastante temperamental. Por su parte, la doctora Smith (Parker Posey) es una impostora, cuyos fines nada transparentes la ponen en conflicto con la familia Robinson. Las variantes de la moderna serie en relación a la original no son audaces, pero no por eso la hacen menos atractiva, pero el enojo entre Santiago y María José les impide entrar nuevamente en confianza y hacerlas parte del interesante análisis que yacen en sus mentes.  

Por su parte, Ema continúa viendo dibujos animados en su pieza. Santiago y María José han hecho esfuerzos fuera de lo común para brindarle a la pequeña no sólo una gran atención en procura de una mejor educación tanto formal como familiar, sino el espacio adecuado para que la pequeña juegue, disfrute y se desarrolle sanamente. Ema es el tesoro de María José. Y es en la práctica, no en lo biología, también la hija de Santiago, quien echa de menos a Moisés, con quien logra estar una vez cada dos semanas, aunque muchas veces chatean por Whatsapp o se ven las caras y se escuchan por videollamada...Un pensamiento en voz alta delató la principal preocupación de Santiago.

-La pandemia no nos puede alejar...

-¿Qué dijiste? -pregunta María José, tras ser descubierto Santiago en su lapsus.

-...Creo que lo de la pandemia no es broma -responde él.

-¿Seguirás con eso, Santi? -pregunta ella con cara de fastidio.

-No creas que estoy loco o que rayo la papa con conspiraciones o leseras así. Pero el tema en otros países es fuerte -sostiene Santiago.

-¿Qué estás diciendo?

-Que la pandemia puede llegar. No pretendo ser alarmista, pero debemos estar preparados...Tengo información contundente -enfatiza él. 

Pasan algunos segundos que parecen eternos antes que María José dé respuesta a ese declaración concluyente de su novio. Pero cuenta hasta diez. Su juventud más patente que la de él no impide que olvide que para ella fue, es y sigue siendo un hombre razonable.

-Sabremos adaptarnos. Si hay que trabajar desde la casa, lo haremos. Si no hay que llevar a Ema al colegio, se quedará con nosotros en casa...Sé que a Moisés lo verás menos -remata al final, con una mirada compasiva. Él se pone de pie instantáneamente y luego se agacha, le toma la mano y la mira fijo antes de hablar,

-Lo sé -dice. Ella sonríe-. Pero por ahora sigamos relajados, son cerca de las 10 de la noche y creo que nos merecemos darnos este cariño.

-Pero dejemos de ver "Perdidos en el espacio". Paremos este episodio -sugiere María José.

-Además no le estábamos prestando mucha atención. ¿Cuál serie quieres ver? -le plantea Santiago.

-Estoy dudando entre "Las chicas del cable" y "Smallville".

-Y si vemos las dos: total así admiramos nuevamente el valor de mujeres luchadoras y de la humanidad forzada de un superhéroe -subraya él risueño. 

-Nada es tan lejano a esta realidad y la que viene -responde ella. Se ríen. Acto seguido y antes de que ambos se dispongan a seguir viendo televisión, él le ofrece un café.

-Te agradezco pero sólo será para cerrar la jornada -retruca ella, quien hace un ademán para indicar la pieza de Ema, quien ya está en su camita profundamente dormida.

Por esta noche sabemos que no serán necesarios superhéroes humanizados y mujeres luchadoras.








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