Fútbol chileno de los 80: Colo Colo, el último campeón de la década

Colo Colo 1989 (foto sitio Sentimiento popular)
Por Gonzalo Figueroa Cea

La obtención del torneo de la primera categoría en 1989 no sólo significó el origen de un legendario tricampeonato, sino el primer gran impulso hacia la conquista de la Copa Libertadores dos años después. 

A estas alturas no tengo duda que fue el primer gran paso para llegar al equipazo de 1991 que obtuvo la Copa Libertadores. En efecto la conformación del equipo titular de Colo Colo en los primeros meses de 1989 me dio un poco la pauta para lo que venía. La mitad de ese paso ya se había dado en 1986 con la llegada de Arturo Salah a la dirección técnica, apuesta del timonel albo Peter Dragisevic respaldada ese año por la mayoría del directorio en reñida votación (parte de la mesa era partidaria de la continuidad de Pedro García como entrenador). 

Cuando en el último año de ese decenio el club adquirió a Rubén Espinoza y a Eduardo Vilches, defensas que habían destacado en Universidad Católica sobre todo en la brillante campaña de la primera categoría en 1987, presentí que ese primer gran golpe en el mercado futbolístico nacional iba a rendir grandes frutos. Por añadidura Colo Colo trajo a Sergio Salgado, inagotable hombre gol de Cobresal; y Sergio Díaz, talentoso volante creativo argentino que se distinguió con sus tiros libres en Huachipato y Cobreloa.   

A mis 17 años de edad pensaba que el salto cualitativo del club popular debía ser relevante, sobre tomando en cuenta un irregular 1988, donde las obtenciones de la Copa Chile (entonces Copa Digeder) y de la liguilla clasificatoria a la Copa Libertadores disminuyeron un poco cierto malestar que había en torno al rendimiento del equipo, el que incluso durante algunas fechas fue último en la competencia principal de la serie de honor y, en un clásico ante Universidad de Chile en una de las jornadas finales, perdió inapelablemente 0x3.

Todavía en rodaje durante los primeros meses de 1989 el equipo evidenció una mejoría en su juego con actitud y fútbol asociado de toque veloz y precisas entregas cortas. Pudo llegar más lejos en la Libertadores pero, tras un polémico partido entre los adversarios paraguayos: Olimpia y Sol de América (5 a 4 a favor de los últimos), remató último en el grupo que también integraba el campeón chileno: Cobreloa. En igualdad de puntaje final con Sol de América, Colo Colo sumaba menos goles a favor, razón por la cual la escuadra guaraní pasó a la fase siguiente y no el representativo chileno. Pero luego de esa experiencia adversa más una estupenda campaña en la Copa Chile (denominada Digeder esa temporada) que la volvió a ganar, el equipo ganó en confianza, fuerza y sentido colectivo.

Números pero también palabras
Y la campaña fue muy buena en el campeonato nacional: de 30 partidos, ganó 20, empató 5 y perdió sólo 5. Anotó 60 goles y recibió 28. Fue campeón con 45 puntos, a tres de Universidad Católica, y un 75 % de rendimiento, debajo de lo que logró en 1981 (campaña que figura entre los récords en competencias de 30 fechas: 48 puntos, dos de ellos por ser ganador de la Copa Chile, entonces llamada Copa Polla Gol) pero con la consolidación de un juego vistoso y contundente que poco a poco caminaba a hacer más historia y, además, con un ingrediente especial: la decimosexta estrella fue la primera alcanzada en su propio estadio, el Monumental, ubicado en el sector de Pedreros  de la comuna de Macul y también conocido porque el nombre de su cancha recuerda al fundador y primer capitán del club, David Arellano Moraga.

Aunque la campaña de visita fue mejor (24 puntos versus 21), las mayores muestras de contundencia del último monarca de la década del 80 tuvieron lugar en casa: ante Fernández Vial, 6x2; Unión San Felipe, 4x0; Valdivia, 4x1; Naval 4x1 y Cobreloa 3x1. Como visita resaltaron los triunfos ante Huachipato, 3x0; Rangers, 4x2; el citado Fernández Vial, 3x2; y Universidad Católica (en el Nacional) 3x1. Los únicos manchones fueron las derrotas ante La Serena dos veces (1x2 en el Nacional y 0x1 en la Portada); 1x2 ante Cobreloa en Calama y los duros reveses en casa ante Unión Española y O'Higgins, 1x5 y 1x3, respectivamente. No obstante a tres de esos rivales pudo vencer en la revancha: a los loínos de local con el ya referido marcador y, de visita, a los rojos de Santa Laura 2x0 y a los calipsos de Rancagua por el mismo marcador.

El máximo goleador del cacique fue Sergio Díaz con 13 anotaciones. El del campeonato fue Rubén Martínez, de Cobresal, quien sacudió la red en 25 ocasiones. Al año siguiente llegó a Colo Colo. Siguieron a Díaz entre los más notorios scorers del elenco popular, Ricardo Dabrowski, con 11 goles; y Sergio Salgado y Marcelo Barticciotto, con 9. Entre los jugadores con mayor presencia de la escuadra campeona, además de los mencionados, destacaron el arquero Daniel Morón, los defensas Lizardo Garrido y Hugo González, los volantes Jaime Pizarro y Raúl Ormeño, y el delantero Guillermo Carreño, quien también estuvo entre las adquisiciones de principios de temporada. Sin embargo, en este plantel hubo dos figuras jóvenes que ya estaban ganándose un espacio relevante en el primer equipo: los defensas Miguel Ramírez y Javier Margas.

Los veloces ataques llenos de amagues, fintas, desbordes, toques y centros provistos de simpleza y elegancia, ya tenían patente y amenazaban con potenciarse en el futuro. En las virtuosas combinaciones irrumpían la mayor cantidad de veces apellidos como Espinoza, Carreño, Barticciotto, Pizarro y Sergio Díaz para que finalmente irrumpiera algún cabezazo o remate del "polaco" Dabrowski o de Salgado para hacerlo gol, aunque también la generosidad de todos alcanzaba para que el mismo "Barti", Carreño y hasta el "Chano" Garrido, por citar otras figuras, terminaran celebrando. Una mención especial merecen los tiros de pelota muerta de Pizarro y Díaz, siempre con olfato de gol en el arco rival.

"Bueno, mucha emoción porque no se puede, no se puede hablar: mira toda la gente feliz y contenta, y este campeonato es para toda esta gente", puso de relieve Dabwoski en medio de la algarabía por el logro, manifestado por el público que invadió la cancha del Monumental tras el empate ante Cobresal en la última fecha (a la misma hora Católica había perdido 1x2 ante Unión Española en Santa Laura). El gol del empate, concretado en un tiro libre de Sergio Díaz, bastó para aumentar la ventaja sobre la UC en la tabla de posiciones y alcanzar la gloria. "Es emocionante, es muy lindo jugar acá y ser campeón con Colo Colo. Imagínate", fueron algunas de las palabras de Salgado. "Imagínate: una alegría inmensa. Primero que nada salir campeón en el torneo de apertura y ahora en el campeonato oficial. Bueno, una alegría inmensa y creo que todo esto se lo debo a muchas personas que han confiado en mí, y este triunfo se lo dedicó sobre todo a mis padres, a mi mamá, a mi papá y a mis abuelos, a toda mi familia", enfatizó Miguel Ramírez.

El sabor especial del Monumental
Quisiera hacer un pequeño paréntesis final: cuatro años antes de este primer título en el recinto de calle Departamental, fui dos veces hasta allá. Una vez con mi padre y, la restante, solo y con el exclusivo acompañamiento de mi bicicross, regalo de Navidad. Tenía 13 años ese verano y, en la flamante bicicleta, me dio por recorrer algunas veces varios kilómetros por distintos lugares de nuestra capital. Un día decidí mandarme un pique directo desde la Villa El Dorado, en Vitacura (que, por entonces y con bastante respeto a los vecinos de ayer y de hoy, conservaba un fuerte y saludable matiz de clase media) hasta Pedreros, que tenía un "elefante blanco", una especie de Coliseo de Roma enclavado en una zona que, dentro de todo el Gran Santiago urbanizado, vendría siendo algo así como centro sur. 

Impactado recorrí la infraestructura, cuya obra gruesa estaba lista. Abundaba ls maleza, la cancha era una mezcla de tierra con pasto secos, todo lo correspondiente a las casetas para medios informativos, baños y zonas de descanso era solamente estructura en bruto (sin terminaciones) y los alrededores casi un tremendo sitio eriazo sólo interrumpido por las canchas de entrenamiento. La situación misma hizo volar mi imaginación.

Recuerdo que, por entonces, el presidente de Colo Colo, Alejandro Ascuí, proyectó que era factible finalizar el estadio en 90 días. Al final pasaron cuatro años y un largo historial cuyos detalles no son el objetivo de las presentes líneas, pero todo aquello que imaginé por entonces se cumplió. El título de 1989 fue, claramente, el primer gran paso. 

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