Floydianos de piel

Imagen de la película "The Wall" de Pink Floyd 
(fotografía sacada de sitio GQ)

(publicado por primera vez el 4 de noviembre de 2019)

Por Gonzalo Figueroa Cea

Pink Floyd es la banda de rock inspiradora de un grupo de muchachos, llenos de sueños, que están por finalizar su enseñanza media.

Ferenc Mancilla y Rosamel Vitale disfrutan mucho de una costumbre que tienen sus amigos del final de la sala. Los denominados “New Kids on the Block” -apodo cariñoso puesto por las respectivas compañeras de curso- lo toman como un relajo. La asociación con el cuarteto musical de moda no es impedimento para que los pintosos muchachos interpreten, muy a su manera, las canciones de su banda favorita: Pink Floyd. Y tanto Ferenc como Rosamel, amantes del rock y de lo que denominan “buena música en general”, los aplauden y participan de esos momentos únicos.

Corre 1990 y los Floyd no están de moda por sus pintas ni por sus temas bailables. Han pasado más de 20 años desde su origen, el cimiento de su extraordinaria popularidad y de la construcción de su leyenda. El “The Wall in Berlin” de Roger Waters, por mucho simbolismo que tenga debido a la caída del muro de la histórica ciudad alemana, y “El delicado sonido del trueno”, el potente álbum en vivo de los restantes Pink con el vigente apellido Floyd, sólo son factores circunstanciales para seguir alimentando la leyenda de la banda británica.

Digamos que los gustos musicales son bien diversos en el cuarto A. Francisca y Natalia gustan de algunos grupos que encajan en la denominación de “New Romantics”. Tal es el caso de Duran Duran y Spandau Ballet. A Simona le encanta Bon Jovi. En efecto ella estuvo presente en el concierto que protagonizó el cantante estadounidense y su banda, uno de los primeros megarecitales efectuados en nuestro país. Lando, a su vez, ha manifestado cierta predilección por los germanos Camouflage.

Es más: aunque se declaran floydianos de corazón, Donato Ballero ha confesado que posee varios discos de Van Halen, César Dubovsky tararea canciones de Simply Red, Gianluca Hormazábal cuenta con toda la colección de Kiss y Guido Lincomán tiene, entre sus actuales producciones regalonas, “Doble Vida” de Soda Stereo y una de grandes éxitos de Charly García. De repente Guido, quien sueña con ser baterista, bromea con la parte del “Rap del exilio” donde Charly le tira una talla a Willy Iturri.

María Elsa, declarada seguidora de Metallica, hizo una vez en hora de clases una disertación sobre el rock, donde llamó la atención el concepto que usó para referirse a los Doors: “rock macabro”. Incluso hay una curiosidad extra: a todos los “New Kids” del cuarto A les gusta Guns N’ Roses, lo que para los trashers del colegio sólo significa una cosa, no muy halagüeña: “¡son unos posers!”.

Ferenc y Rosamel se sientan al final de la sala de clases. Están al fondo a la izquierda. Donato, Gianluca, Guido y César también tienen su puestos al final, pero al medio. A veces Ferenc logra filtrar su guitarra al colegio, a pesar de que el cuarto A no tiene educación musical. Ha logrado sacar algunos acordes de “What I like about you” de los Romantics y “Desire” de los U2. Pero lo que más le agrada es compartir el instrumento con los muchachos. Por ejemplo, Rosamel, algo más entendido en las cuerdas, logra sacar una parte muy oreja del “Concierto de Aranjuez”.

Con guitarra o sin ella, aunque Guido no haga sonar el banco que ocupa como si fuera la batería de Nick Mason (los lápices como baquetas son insuficientes) y Donato no se parezca mucho a Roger Waters, la clave es muy simple: aprovechar los momentos muertos de las clases, sobre todo cuando no hay profesor o profesora alguno/a, para darle cabida a un “concierto”.

-¡Ferenc! -grita Guido.

-¡Dime!

-“We don´t need noo edukeichoonn” -arranca Guido, fiel a su inglés pronunciado.

-“We don´t need noo though controulll” -añade histriónicamente un muy musical Ferenc.

-“No dark sarcasmm in the classroomm” -apoya Rosamel en los coros.

-“Teachers leave them kids alone” -añade César.

-“¡Hey, teachers, leave them kids alone!” -exclaman muy fuerte y al unísono los seis, pero con fuerte énfasis las voces de Donato y Gianluca.

-¡Se acabó el concierto, niñitos! -exclama la voz de la profesora jefe, quien ni se notó al entrar a la sala de clases.

-Estoy muy preocupada por las notas de muchos…-añade la docente, con voz funebrera. Al “balde agua fría” que significó para los “concertistas” la interrupción de la profe, se une en ese momento un remezón corporal algo fuerte para todos/as…

-Y sólo quedan algunos meses para que rindan la Prueba de Aptitud Académica -complementa la docente, muy preocupada, antes de proseguir su crudo análisis, el que no vale la pena detallar en demasía. Era evidente: la prueba de selección universitaria, si bien es cierto no involucra un hecho que tuerza irremediablemente los destinos de los jóvenes, inevitablemente es tomada muy extremadamente en serio por quienes deben enfrentarla por vez primera (es como si nunca hubiera segundas oportunidades). El sistema educativo instala la idea de este set de exámenes como si fuera el equivalente a un diagnóstico de salud decisivo para un paciente. En fin…

Pero afortunadamente existen válvulas de escape, como el rock y, particularmente, Pink Floyd. Y así lo toman Ferenc y Rosamel como observantes regulares -a veces participantes- y los “New Kids”: Donato, Guido, César y Gianluca. Y, en ausencia de profesoras y con un dominio de distracciones varias para los muchachos y las muchachas del cuarto A, sólo bastaba el hilo conductor para crear la fantasía.

-¡Ferenc! -pregunta Guido.

-¡Dime!

-¿Te acuerdas como empieza “Another Brick in the wall part two” en “El delicado sonido del trueno”?

-Por supuesto: termina “Money”, se produce un silencio…Bueno no se nota tanto ese silencio -aclara Ferenc.

-Claro, recuerda que hay público. Es en vivo -precisa serio y algo burlón, Guido.

-¡Y empieza “Another…!” – completa la idea Ferenc.

Los muchachos cantan entusiastas el famoso tema de los Floyd. No corren riesgos: la profesora de turno se ha retrasado. No ocurrirá el episodio del cigarro (leer “Cigarros entre clases”).

-¿Les tinca ahora “Wish you were here”? -pregunta un relajado Gianluca, quien ya dejó muy atrás el incómodo período del año que le pudo significar hacer el servicio militar (leer “Y pudo ser Cachiyuyo”).

-¡Pero no tenemos la guitarra de Ferenc!- observa César.

-¡No importa!, ¡imitaré con la boca el inicio de la guitarra electroacústica! -retruca el mismo Ferenc, lo que genera risotadas espontáneas del resto del curso. Pero, al igual que Rubén Blades en su clásico “Guayaba”, el mismo Ferenc materializa su ocurrencia: imita la guitarra de “Wish you were here” con su boca hasta que irrumpe la voz de Guido.

-“Soou, sou you think you can tell/ Heaven from heell…”.


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