Simplemente códigos

Fotografía sacada de sitio LT15 AM Concordia
Por Gonzalo Figueroa Cea

Faltan cinco minutos para las 20 horas del gélido 17 de junio. Llega Ferenc a la multicancha de pasto sintético elegida por Frank para el partido de baby fútbol programado en el complejo deportivo del barrio para dentro de muy poco rato más. Él y el resto de los amigos también llegan. Es lo de siempre: tras dejar los vehículos en el estacionamiento, vienen los saludos de rigor.

-Hola Frank, ¿cómo están la Quena y los niños? 

-Bien, amigazo. ¿Y Nieves y tus niñas?

-Bien, gracias.

"Hola Marco", "qué tal, Artemio", "jelou, ¡gran, Esteban!, vehículo nuevo!", "y no estaba tan mal la 4x4", "hola, Enrique", "qué cuentas de nuevo, Antonio. Te vi en el super el otro hoy día, pero no me diste bola", "¡jajaja!, seguramente estaba pendiente del celu"...Lo de siempre.

El líder natural de los eventos, Frank, les entrega camisetas a cada uno. Un equipo va de rojo, el otro de amarillo. Pagado el arriendo por partes iguales, instalados los 10 jugadores (justo, no llegaron más) en la cancha y precalentados, comienza la hora de juego con cambio instantáneo de lado a los 30 minutos. 

A los pocos segundos se produce el primer incidente. Marco, de amarillo, va mucha vehemencia sobre Frank y lo derriba en el área.

-¡Ah, concha tu mare!, ¡huevón de mierda! -se retuerce en el suelo Frank. Marco lo mira de pie.

-¡Párate, huevón!, ¡que le ponís! -le espeta.

-¡Cabros!: ¡por favor, juguemos! -propone Artemio, de amarillo. 

-Pero ¿viste como le entró?- responde Ferenc, quien está de rojo, a Artemio.

Tres minutos: en un contragolpe de los amarillos, Esteban se arranca varios metros, elude cerca del área a Enrique y, cuando Antonio intenta aproximársele, le deja en bandeja la pelota a Romualdo, a quien sólo le basta introducirla al arco, dado que Hugo está absolutamente descolocado. Romualdo grita el gol como si estuviera en la final de la Copa del Mundo, pero al nivel de la exageración: se aproxima a Frank y le hace un gesto provocador moviendo los brazos de arriba hacia abajo y con la boca abierta.

-¿Qué te pasó, huevón? - le recrimina Enrique, quien se aproxima a Romualdo con intención de golpearlo. Antonio interviene para evitarlo.

-Tranquilo, muchachos. Reiniciemos el juego de inmediato. Recuerden que el administrador igual se molesta con esta clase de cosas...Además estamos sin árbitro -propone nuevamente Artemio, muy conciliador, cuando ya estaba por producirse una "asamblea".

Cinco minutos: Ferenc pierde una pelota al medio. Esteban, muy veloz, vuelve a aproximarse al arco que custodia Hugo, pero se apresura y manda la pelota a las nubes. Enrique y Antonio llegaron muy a destiempo para marcarlo tanto a él como a Romualdo, quien tácticamente estaba esperando el pase de su compañero. Tanto Romualdo como Hugo estallan en furia, pero sus destinatarios son diferentes.

-¡Por la re chucha!, ¡no pueden estar paveando todo el rato, hueón!...¡Los amarillos nos están llegando por todos lados! -exclama Hugo fuera de sí y dirigiéndose a Enrique y Antonio.

-¡Y voh, huevón!...¡Estai como el Varguitas!-subraya airado Romualdo a Esteban. Este sólo hace un gesto de fastidio.

10 minutos: nueva llegada de los amarillos: Ferenc vuelve a perder un balón. Marco elude a Frank, quien está retrasado, ve que Antonio y Enrique nuevamente están descolocados, llega por la derecha a la línea de fondo al estilo Barticciotto (de hecho tiene la misma cabellera rubia, rizada y abundante) centra y la cabeza de Romualdo, suspendido en el aire, recibe la pelota llenita para embocarla al costado derecho de Hugo, quien vuela inútilmente. El temperamental Romualdo celebra igual de efusivo que tras el primer gol, pero con un paso mezcla de bachata y de salsa que causa gracia a sus compañeros de equipo pero no agrada a los rojos.

-Estai listo pa'l reality de la tele...-le grita Enrique, con envidia. Romualdo hace el ademán de acercarse, pero es detenido en el intento por Artemio.

El partido de ahí en más entra en una seguidilla de patadas, lamentos, simulaciones descaradas, burlas, canchereos, groserías, intentos de irse a las manos...En fin, lo que sería ingobernable para cualquier referí y estímulo para situaciones odiosas de hinchas agresivos...si hubiese público y fuera un partido de fútbol oficial, claro está. Si no es por Frank, en nombre de los rojos, y Artemio, en representación de los amarillos, el duelo ya sería una batalla campal.

Finaliza el primer tiempo 3 a 0 a favor de los amarillos, gracias a un triplete de Romualdo. En realidad el marcador es engañoso: los rojos la han sacado barata. Los amarillos son muy superiores. Cristián, como arquero, ha sido casi un espectador. De hecho ha visto como Marco está firme atrás y Esteban ha funcionado como un perfecto enlace sin necesidad de retrasarse seguido, entregando el balón rápidamente a Artemio o Romualdo, dependiendo de la posición de cada cual. 

Los rojos, en cambio, se ven como extraviados: Hugo naufraga ante la actitud displicente en defensa, al menos en la apariencia, de Antonio y Enrique. En cuanto a Frank y Ferenc, éstos se ven absolutamente perdidos en el terreno de juego. Aunque, al igual que Artemio, se esfuerzan en ayudar a que los más vehementes suban las revoluciones.

Iniciado casi de inmediato el complemento (el tiempo es escaso en el complejo deportivo) la tónica sigue parecida: los amarillos encajan a los pocos segundos una cuarta diana, pero esta vez el autor es Esteban, quien recibe un pelotazo de atrás estilo "Coto" Sierra por parte de Marco para amortiguar con el pecho al medio del área, a la usanza del "Matador" Salas, y vulnerar nuevamente, con potente remate, al guardavallas adversario. Esteban aprovecha de rendir homenaje al más puro estilo "Pititore" Cabrera o "Bombero" Ibáñez mediante una voltereta, lo que logra enardecer una vez más a Enrique.

Sin embargo, al más puro estilo de los cabrones y saliéndose un poco fuera de sí, a pesar de su timidez, Ferenc se acerca a Enrique para evitar que golpee a Esteban, le da un pechazo y le expresa a grito limpio algo parecido a una amenaza.

-¡Juega de una vez por todas, concha tu madre!, ¡hai hecho puras hueás todo el rato!

-¿Así?...¿Y voh?, ¿qué hai hecho?

Las brutalidad de las expresiones llega a tanto que Frank, Hugo y dos de los adversarios, Cristián y (para variar) Artemio, los hacen entrar en razón y los conminan a continuar en el juego.

A los ocho minutos del lapso final, se produce el primer descuento. Al más puro estilo Vasconcelos, Frank se saca de encima a los hasta entonces sólidos Esteban (el volante de contención con olfato de gol) y Marco (último hombre) para quedar sólo frente a Cristián a un costado del área y en dirección diagonal por el lado izquierdo del ataque. Sin embargo, en lugar de rematar de inmediato cede hacia atrás para Ferenc, quien destapado no le queda más que empujar la pelota, con un toque suave de pie, al fondo del arco. 

Un par de minutos después llega el segundo descuento. Ferenc gana una pelota dividida en la mitad de la cancha a Esteban, se va por el costado derecho a toda velocidad y, poco segundos antes que llegue a interceptarlo Marco ya deslizándose aquel en el piso, tira un centro a ras de superficie que logra embocar y transformar en gol Frank.

Estando 4x2 arriba los amarillos, éstos sienten el golpe y, a su vez, los rojos el envión anímico. Como era de esperar en los siguientes diez minutos empieza un nuevo festival de "chuletas", donde Frank y Artemio sacan la peor parte: el primero por obra y gracia de Marco y, el segundo, por Enrique. La preocupación natural por el dolor ajeno, las "asambleas" y los intentos de pugilato no se hacen esperar. Hugo corre de un arco a otro con la intención de darle un uppercut a Marco, pero es detenido en el camino por su colega de puesto, Cristián. No fue fácil: tuvo que montarse sobre el meta de los rojos justo cuando el aletazo volaba por los aires. Esteban quiere hacer algo similar con Enrique, pero es obstaculizado oportunamente por Antonio y Romualdo.

Vuelta la calma, el partido está más abierto y energético que en los 45 minutos pasados. Frank, a pesar de estar resentido: camina más que corre, desafía a la naturaleza y al más puro estilo Gorosito desde campo propio, levanta la mirada y da un pase elevado que permite que la esférica llegue llenita a la cabeza de un adelantado Antonio para marcar el tercer descuento. 

El marcador sigue 4x3 a favor de los amarillos, pero éstos ya acusan mayor cansancio que su rival y, algo desesperados, optan por seguir con la fórmula de los golpes. Y, como si fuera una final (a pesar de los amistoso del juego), los rojos responden: Frank, resentido y todo, le da un codazo a Marco y, un minuto más tarde, Artemio le aplica flor de planchazo a Enrique. Si la trifulca no pasó a mayores fue simplemente porque entró el administrador a calmar los ánimos.

-Muchachos: por favor, faltan 10 minutos...Es un partido de fútbol, tengo que cerrar luego el recinto...Piensen además que el paramédico se fue hace una hora -dice el responsable del recinto con una sonrisa final algo nerviosa

Reiniciado el juego, los rojos logran empatar con remate de volea de Frank, quien con su pierna buena aprovecha un mal rechazo de Marco.

De ahí se produce la situación más insólita: el hasta allí ponderado Frank le hace unas morisquetas infantiles a Cristián, quien se enfada y decide ir a buscar al autor del último gol para golpearlo...Sin embargo viene por detrás Ferenc y Romualdo para pedirle que se calme. 

Vuelto a iniciar el juego y con los rojos bastante más enteros que los amarillos, el pleito se vuelve un monólogo de los rojos. Cristián se transforma en figura al impedir cinco goles cantados. Y, cuando al administrador ya les grita a los muchachos que deben entregar la cancha, se genera un contragolpe de los amarillos: cabezazo vigoroso de Marco hasta la mitad, Esteban se anticipa a Frank y entrega a la izquierda a Artemio quien, viendo muy atrás a sus marcadores de toda la noche, sólo tiene que hacerle un globito a Hugo para gritar gol nuevamente. ¡Golazo!

Las piernas ya no dan más, el cansancio total ya invadió los cuerpos, el partido termina 5 a 4 a favor de los amarillos y, exhaustos, los jugadores se dan la mano o se abrazan con expresiones del tono "buena, compadre", "estuvo luchado", "sí, nos dimos con tutti, pero estuvo entrete", "este fue el partido del año" y otras por el estilo. 

Les entregan las camisetas sudadas a Frank, quien junto a la que usó él las pone en la bolsa de género destinada para esos fines. Todos vuelven a ponerse las indumentarias superiores con las que llegaron, a fin de evitar el enfriamiento, y a se aproximan directo a los vehículos para irse, dado que las duchas están cerradas. 

Ya son las 21 horas con cinco minutos. El administrador desactiva las torres de iluminación. La multicancha de pasto sintético elegida por Frank para el partido que recién finalizó, de tono épico, ya está en la oscuridad. Se producen los últimos diálogos antes que cada cual se suba a su automóvil.

-Chao, Frank. Cariños a Quena y a los niños -dice Frank a su amigo antes de subirse a su querido "cacharro". 

-Gracias, amigazo. Igual para Nieves y tus niñas. Adiós.

"Chao, Marquito", "hasta la vista, Artemio", "¡está power la 4x4!, ¡qué te vaya súper, gran Esteban!", "suenan bien los parlantes, ¿eh?", "saludos a tu linda familia, Enrique", "buen regreso, Antonio querido", "que no se te olvide su smartphone"...Diálogos dispersos, relajo, algunas risas, música de fondo, vehículos menores que abandonan el recinto deportivo del barrio...En fin, lo de siempre.   

 

  



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