Artemisa y Néstor

Pareja a contraluz (sitio Fototravent)
Por Gonzalo Figueroa Cea

El amor entre Néstor y Artemisa no es pasajero. Hay una energía especial. No solamente es el gusto en común por los libros.

Corre 1964 y aquel barrio de Ñuñoa cercano al Estadio Nacional tiene un perfil de clase media en un sentido, por así decirlo, tradicional: algunas familias más aventajadas que otras económicamente, pero en general con el gran sello que caracteriza a los buenos vecindarios. Y allí los jóvenes y sus amistades encajan perfectamente.

Saben los muchachos de la plaza que Adriana siente celos de Artemisa. Aunque no tienen claro el por qué, saben que no es por Néstor. En realidad los motivos rozan la turbiedad. Se especula que el padre de Artemisa posee una pequeña fortuna que desea invertir en Chile. Es primo lejano del papá de Adriana. Lo de este parentesco lo saben también Julio y Félix, tan cercanos ambos a Adriana -sobre todo el primero- que planean con su amiga algo muy sucio en contra de la pareja.

Néstor tiene la muy mala costumbre de dejar abiertas en su casa las puertas de la reja y del inmueble en sí. Un día muy sabatino, mientras Néstor lee "Rayuela" de Julio Cortázar en la mesa del comedor, llega Artemisa. Y el saludo se produce en el estilo que ya es familiar entre él y ella: es como tener a Mistral, Neruda y Benedetti allí mismo.

-Mi corazón y mis ojos ya se contentan con verte...y las palabras fluyen alegres -expresa Néstor, con histriónico y reverenciado énfasis.

-Y mi corazón y mis ojos son como rondas de niños y mariposas, que giran sonrientes -responde Artemisa con similar énfasis. Lo que pareciera ser una sobreactuada cursilería, lo gozan.

Paradojalmente, después de algunas miradas tibias aunque provistas de risas nerviosas y un abrazo como de dos niños tímidos que recién se conocen, no tardan muchos segundos hasta que irrumpe un beso de película. Sólo hubo una pausa: Néstor se acerca al tocadiscos y pone el clásico de Pat Boone, "Love letters in the sand". Y la escena prosigue, ya más apasionadamente y cerca de la cocina.

Intempestivamente, como broma de mal gusto, los amigos de siempre y los no tan amigos, aparecen detrás de las cortinas, del sofá y de los sillones debajo de sábanas e, incluso, desde algunas habitaciones. Gritan desaforada y festivamente en tono burlesco y se acercan a la pareja para enfatizar esa irónica algarabía.

-¡Bueeena, Néstor!, ¡estás para el Oscar! -le gritan los varones, como si el aludido hubiera hecho un magistral parlamento teatral...en otras palabras, un engaño. La titubeante risa de Néstor parece dar a entender eso. Y parece que así lo entiende Artemisa, quien por el contrario recibe palabras nada amables de las mujeres: "¡tonta!", "¡todavía te crees los cuentos de hadas!" y expresiones incluso peores, como cuestionando la inteligencia de la muchacha.

Demolida psicológicamente y con lágrimas en los ojos arranca del lugar. Néstor logra zafarse del intento de llevarlo en andas de parte de los otros jóvenes. Contrariado y molesto, incluso hace un ademán de querer golpear a Julio porque cree que él y Adriana son los autores intelectuales de la cruel chiquillada. Sin embargo se arrepiente de finalizar la acción y corre en búsqueda de Artemisa.

No tarda en ubicarla. Está en la plaza, sentada en un banco. Llora a mares. Algo agachada cubre su rostro.

-¡Artemisa!

-¡Ándate!, ¡déjame sola! -responde firmemente y muy afectada.

-Artemisa: no es lo que parece. Por favor créemelo. Ellos lo hicieron -implora Néstor.

-¿Qué hacían ellos en tu casa?. Me cuesta creer que no lo hayas sabido -señala seria y todavía con la cabeza gacha.

Un metro más cerca de ella, el joven se inclina para establecer con la muchacha la proximidad que necesita para recuperar la confianza. Pero ella persiste en sostener la mirada hacia el suello. Las preguntas que se son muchas y dan vueltas por su mente: "¿cómo pudieron hacer eso?", "¿acaso conocen mi rutina y la de Néstor?"... Al menos la relación entre ella y él algo les indica a sus amistades y no tan amistades.

-¿Qué estaban haciendo Adriana, Loreto y los otros en tu casa?

-No lo sé...Tienes que creerme. Ellos organizaron toda esta jugarreta. Estoy seguro que detrás de todo están Adriana, Julio y Félix.

-¿Y cómo nunca te diste cuenta?

-Artemisa...soy muy descuidado. Suelo dejar mi casa abierta. Puede entrar cualquiera.

-¿En la noche también?

-¡No! -ríe Néstor- Obviamente mi padre y mi madre, que están muy viejitos, procuran cerrar todo.

-¿Y nunca han robado? -al decir esto Artemisa, él instántaneamente ríe de nuevo.

-¡No!

-¿En serio?

-En realidad, no lo sé...Mis viejos no tienen muchas cosas de valor.

-¿Sí? -ella recién allí da vuelta la cara, endereza la cabeza, esboza una sonrisa y lo mira a los ojos.

-En realidad me apenaría mucho que se robaran una máquina de escribir de mi padre -responde él, ya sentado al lado de ella.

-¿Y escribes?

-La ocupo harto. Es maravillosa.

-¿Te dedicarás a eso?

-Quisiera ser periodista pero también escritor -dicho esto por Néstor, ambos se ríen más fuertemente y pareciera que los 15 minutos precedentes, con perfil de pesadilla al principio, hubiesen pasado al olvido. Es como si hubiesen vuelto al bello trance que los mantuvo concentrados entre sí durante varios minutos en casa del joven.

¿Qué urdirán Adriana, Julio y Félix? Él prefiere olvidarlo. Pero restarle importancia a ellos y a lo que pasó, no es ni será tan fácil para Artemisa: Adriana es su prima.



*Fantasía basada en la exitosa telenovela nacional de 1984, "Los títeres", original de Sergio Vodanović y considerada por la crítica especializada como una de las mejores en la historia del género a nivel nacional. Ambientada en dos épocas: 1964 y 1984, contó con un tremendo elenco, donde figuraban Claudia Di Girolamo (Artemisa), Mauricio Pesutic (Néstor), Paulina García (Adriana joven), Gloria Münchmayer (Adriana mayor), Cristián Campos (Hugo), Alfredo Castro (Julio joven) y Edgardo Bruna (Julio mayor), entre otros actores y otras actrices.

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