Backstage

Batman y Robin (imagen Infobae.com)
Por Gonzalo Figueroa Cea

Todos notan que Mark está alicaído. Ni siquiera es tema si su ahora ex mujer está decepcionada de él o, quizás, desconcertada por ciertas historias acerca de infidelidades con perfil de chisme, que se han filtrado por los conocidos de ella y de él, o por ciertas verdades incómodas para ambos. A esta altura da lo mismo: no hay salida ni remedio.

Desde que llegó al estudio de televisión no ha querido hablar mucho. Salvo los saludos de rigor, ha pronunciado casi monosílabos y con algo de desgano. Y está solo, sentado en una silla ordinaria, casi inmóvil pero muy pensativo, en su propia sala, que no es del todo pequeña, pero lo parece aún más ante la presencia de su imponente metro 90.

Ni el director, ni el productor, ni los asistentes han querido profundizar una conversación con Mark. Tampoco el recepcionista del edificio, con quien siempre ha habido una relación notablemente amable. Pero sí logra vulnerar esa privacidad Donald, su partner en la misma exitosa serie televisiva de superhéroes. Con sigilo Donald se acerca a Mark. A tal punto llega la prudencia que le susurra al oído.

-Amigo: olvida esto, por favor. Sé que es difícil la situación, pero ella...

-Ella ya no, Don.

-Tú lo has dicho: ella no - Donald le palmotea la espalda a su corpulento compañero de escena, quien está sentado cabeza gacha y encorvado, afirmando sus enormes brazos y manos en el respaldo de la silla.

-Sé que he cometido errores, Don. Pero soy tan humano como la mayoría. Supongo que lo crees - el hombre grande mira a su compañero televisivo como queriendo inspirar lástima.

-Eso es irrelevente, querido. Insisto: por favor, supera esto - Donald, quien está de pie (mide alrededor de un metro 75), mira a su amigo fijamente, serio, con los brazos estirados y tocando con las manos firmemente los hombros de  su interlocutor, como si los ojos verdes y la firmeza de las extremidades hipnotizaran a aquel, como con cierto espíritu de dulce superioridad ante un gigante.

-Disculpa, Don, pero todavía la quiero...y mucho  - la mirada triste de Mark es evidente. Los ojos le brillan. Donald lo mira pensativo, saca las manos de los hombros de Mark y, casi como un espasmo muy espontáneo (sin pensarlo aparentemente) sacude el cuerpo y se estira.

-Estamos a punto de grabar. Las chicas ya están con sus trajes, el resto terminando el maquillaje...y nosotros todavía con ropa corriente. ¡Vamos a cambiarnos!

Mark no muestra el más mínimo interés en ponerse de pie y vestir su cotizado disfraz gris con negro, con capa larga y antifaz de temible hombre murciélago.

-No tenemos mucho tiempo. Seguramente habrá otras grabaciones después. Poco rato atrás vi en uno de los pasillos a Larry Hagman y a Leonard Nimoy - afirma en tono grave Donald.  Mark ríe con algo de desgano. -¿Qué te causó gracia? - pregunta Donald con la frente arrugada.

-Si me hubieras dicho que viste a Barbara Eden y Natalie Wood, me habrías hecho el día - responde Mark con sonrisa pícara.

-¡Chistoso! - Don también sonríe aunque con un matiz de fastidio.

-¡Apúrense, muchachos!, ¡estamos a 15 minutos de empezar a filmar! -grita un asistente del director distante unos 20 metros de la puerta de la salita donde están los dos actores que conversan. Claramente ya saben que no hay mucho margen para alargar el diálogo.

-Casi te doblo en edad, Don. Más que a un amigo, te veo como a un hermano menor e, incluso, como a un hijo. Sé que en el fondo  entiendes cómo me siento.

-Lo sé, Mark. Pero debes dar vuelta la página...al menos por ahora. Toma como terapia nuestro trabajo - Don nuevamente pone las manos en los hombros de su amigo, que permanece sentado, lo mira fijo y añade una sonrisa.

-Puedes tener razón, pero...no sé que haremos después.

-Nos iremos a tomar un trago con los muchachos. Te hará bien.

Mark se pone de pie aparatosamente. La idea de Don parece tener buena acogida pero persiste la duda en su amigo.

-Son tantos años.

-Mark...- por algunos segundos Donald duda qué decir, pero después prosigue con firmeza.- estamos en la cima de nuestras carreras. Tenemos lo que cualquier mortal desea: dinero, fama...Eres un hombre maduro.

 Y, en mi caso, aunque no han pasado muchos años desde que salí de la escuela, ya tengo una casa, que es casi una mansión, y manejo mi plata. Entiendo lo tuyo y no quiero menospreciar lo que aún sientes por Audrey, pero ...no por casualidad hoy tenemos muchas mujeres hermosas a nuestro alrededor. Podemos hacer lo que se nos plazca. Y, también, hay que decirlo, lo hemos hecho. Este es nuestro momento de gloria. Después no sabremos qué ocurrirá. Es plena segunda temporada de la serie. Pocos logran la proeza -resume con serena firmeza el joven que interpreta en la serie al ayudante del hombre murciélago.

-Yo creo que Audrey me desprecia.

-Entonces, ¿por qué no la olvidas?

-Todavía siento algo por ella.

-Pero hoy ella te desprecia. ¡Por favor! - Don se lleva la mano a cabeza, como lamentando la situación, para luego soltar otra exclamación con fuerza-  ¡Ella ya te olvidó!

-No he podido dormir. No quiero arruinar la grabación. Podemos demorarnos más de la cuenta y...

-¿Estropearles el horario al resto?.¡Tonterías! ¡Por favor, Mark!, ya habíamos ensayado los papeles.

-¿De qué trataba este episodio? -el gigantón queda mirando muy dubitativo a su compañero de reparto.

-¿Cómo? , ¿no te acuerdas?. Había quedado inconcluso hace algunos.días.

Con denuedo Mark hace un esfuerzo por recordar. Mira hacia abajo, cierra los ojos y aprieta los labios hacia dentro de la boca. Luego levanta la cabeza de nuevo y se anima a hablar.

-El pingüino trata de matarme, pero yo esquivo. Su gente tiene de rehén a Batichica y...

-El jefe de policía mueve a sus hombres para ayudar y...

-El lugar es muy sucio, es como una bodega. Llega la policía, capturan al pingüino y a sus ayudantes. 

-No está mal. Pese a todos los problemas que has tenido, tu memoria es casi infalible. Sólo te faltó decir que liberan a Batichica - aplaude Donald, quien después se aproxima nuevamente a Mark y le palmotea la espalda.

-Vamos -responde Mark, genuinamente sonriente al fin.

-¡Apúrense, muchachos!, ¡sólo quedan cinco minutos! -grita el asistente desde una sala contigua.

-¡Ya vamos! -responde Don.

-¿Y después un trago con los muchachos?

-Bien, veo que ese libreto te cuesta menos -concluye risueño Don. Mark se ríe más fuerte todavía.

-Ojalá vayan las chicas también - enfatiza Mark con la mirada fija en su amigo.

-No sé si irían todos. ¿Sabes? A veces terminamos muy agotados, pero después de las bromas típicas de las tomas finales, siempre nos relajarnos y terminamos divirtiéndonos mucho. 

-Y habitualmente...siempre hacemos algo más - agrega Mark, con renovada convicción. Acto seguido se suceden sonrisas, guiños y miradas cómplices entre ambos.

-Jonathan es nuestro gran socio en estas aventuras - subraya Donald.

-En todo caso, espero que no vaya como Acertijo. Me cae mejor Jonathan - enfatiza Mark antes de provocar risotadas entre ambos y cruzar el umbral de la puerta. En pocos minutos volverán a ser Batman y Robin.

La función debe continuar...dentro y fuera del estudio.

*Homenaje con perfil de ficción a los actores Adam West y Burt Ward, que dieron vida a los personajes principales de Batman, la exitosa serie de televisión estadounidense, que nació en 1966  y en tres temporadas registró 120 episodios .

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