Corazones entre congas y timbales


Vela encendida (foto de Breakingpic)
Por Gonzalo Figueroa Cea

2 de abril de 2020

«He sentido amor», canción popularizada en la voz de la gran Lucy Helena, tiene eco en otra linda historia. 

La sincronicidad consiste en acontecimientos simultáneos no relacionados entre sí pero vinculantes en un sentido compartido. No estoy tratando de hacer un homenaje a Carl Gustav Jung (discípulo de otro grande del psicoanálisis: Sigmund Freud), pero la historia que motiva a la canción y al videoclip de «He sentido amor» tiene algo así como un nuevo relato gemelo. En otras palabras una vivencia similar a la que experimentó la protagonista del tema de Pelo D’ Ambrosio, que en la hermosa voz de Lucy Helena ha cobrado nuevamente éxito y un brillo particularmente especial.

Así como ocurrió con Andrés y Luz (leer «Nunca imagine que iba a ser de ti»), Romeo Goles y Sol Catrileo fueron protagonistas de un conjunto de sucesos que no están lejanos en su forma a lo que relata la letra del aclamado tema.

Corre 1997. Romeo, un modesto oficinista de 22 años, acude a la discoteque «Congas», en pleno corazón del sector de El Llano. Es una sabatina noche de verano, donde centenares de muchachos y muchachas abarrotan el lugar, reinado del pucho y del calor en escasos metros cuadrados sin amenaza de ley pero con mucho baile al son del rock latino, algo de salsa y energéticos ritmos del Hemisferio Norte, particularmente anglosajones. El alcohol es el complemento perfecto…Claro: siempre y cuando haya algo más contundente, como una pizza o un completo.

En ese mundo entretenido, al menos en estímulos varios para jovencitos y jovencitas sin más horizonte que eso: entretención pura, Romeo conversa animadamente con su amigo Frank cuando se produce un quiebre bastante previsible. Un locutor, con peinado al estilo de Lucho Jara pero con la elegancia del gran y recordado animador argentino Alberto Badía, presenta a una cantante: se trata de Sol del Perú.

Miradas y algo más

De 19 años, un hermoso vestido calipso que resalta su estilizada figura, cabello castaño largo y ondulado, presencia de femme fatale como sacada de una película de Almodóvar, maquillaje felino y un perfil que mezcla en su formato la coquetería de Myriam Hernández, el aplomo de Daniela Romo y la gestualidad de Lucero, Sol del Perú -cuyo nombre real es Sol Catrileo- es presentada como una cantante de gran proyección, que en su estilo entrelaza el pop bailable, la bachata, la salsa y la balada romántica de pura piel.

Los aplausos son respetuosos pero las miradas entre Sol y Romeo -este último al estilo Bruce Lee en combate pero con una sonrisa de oreja a oreja- no pararon durante varios segundos, antes que ella arrancara con el primer tema.

Y da lugar a una presentación de 45 minutos (tiempo bastante generoso para una “artista de proyección”, como la definió el maestro de ceremonia) provista de repertorio que se pasea entre temas propios y otros de Paloma San Basilio, Shania Twain, Olivia Newton-John, Thalía e incluso grandes exponentes masculinos como Juan Gabriel, Luis Miguel, Roberto Carlos o Raphael. Son varias las ocasiones en que Paloma se acerca a Romeo. Incluso, un par de veces ella lo mira y se pasa la mano por su pelo muy dulcemente. En otras le hace un guiño y toca el cabello. Ambos saben que el tum tum del corazón los remece.

Minutos después de finalizada la actuación, él decide acercarse a ella con sigilo. Un par de guardaespaldas, en forma amable, le dicen que espere un rato. Uno de ellos es más comunicativo y detecta las intenciones nobles del joven, quien logra transmitir que es un buen tipo.

-Camina a la parte de atrás, donde está el estacionamiento. Un Toyota verde es el primer auto. Espérala ahí.

-Ok, Gracias.

En los siguientes minutos suenan los éxitos de los artistas del momento: The Cardigans, Spice Girls Jamiroquai, Soda Stereo, los Fabulosos Cadillac y La Ley, entre otros. Y siguen sonando cuando Romeo va hacia la parte de atrás del estacionamiento. Y allí aparece Sol.

-Hola -dice ella.

-Hola -responde él.

El nerviosismo cunde. El tun tun sobrepasa a la razón.

-¿Te gustó?

-Me encantó. ¿Vendrás la próxima semana?.

-Tengo algo así como un contrato con el dueño. Canto un ratito y después nos vamos.

-Que lástima -sólo atina a opinar él. El nerviosismo prosigue. El tun tun no deja que la conversación fluya con demasiada rapidez. Además un tipo -supuestamente el manager- la espera en el automóvil. Pero la despedida es amable …Y esperanzadora.

A tablero vuelto

Internet no ha penetrado del todo en las clases medias y bajas de la sociedad occidental. Se ve todavía como algo inalcanzable. Hay más accesibilidad a celulares pero siguen teniendo dominio amplio los teléfonos fijos. Sin embargo Romeo cree que sería demasiado audaz para alguien tan tímido como él pedirle el número de teléfono a Sol. Pero está enamorado.

Va a la disquería más cercana a su casa y revisa si hay algún disco. También revisa algunos diarios que brindan más paginas a la música popular, incluso programas de televisión especializados, pero ninguno habla todavía de Sol. Resumen: nuevamente va un sábado a la discoteque «Congas»…Pero llega tarde.

La presentación de ella comenzó y está repleto el recinto. Apenas alcanza a ver el escenario. Sol está más linda que la vez anterior: luce un vestido rosa y el pelo liso. Ve que tiene gestos parecidos a los que tuvo con él, pero el destinatario es otro varón. Se decepciona, aunque no lo suficiente como para evitar ir al estacionamiento una vez más.

Y allí llega. Y ella llega.

-Admiro tu constancia. Estoy gratamente sorprendida.

-Sí. Vine porque me gusta demasiado tu música y tu forma de cantar.

No obstante, por razones similares a la vez anterior, la conversación no se prolonga. Pero al menos hay interés y se intercambian datos tan esenciales como los nombres verdaderos y los números de teléfono.

Amor y ascenso inminente

Pasan las semanas, el éxito de Sol es creciente y los muchachos ya son amigos. Las actuaciones de ella ya son verdaderos recitales. Incluso irrumpen espontáneamente teloneros y giras no sólo por distintas comunas de Santiago, sino también por distintas capitales provinciales y regionales. Romeo ya es una especie de privilegiado entre los fans de Sol: el manager no sólo le deja a él y ella minutos para conversar en el estacionamiento, sino que le permite al mozalbete llegar regularmente hasta el backstage. Uno de esos sábados fue muy directo.

-No puedo mirarte sólo como si fueras amiga -le confiesa.

-Yo siento lo mismo que tú. Esto no es vacilar. Creo que es amor -le responde ella. La sintonía de la amistad ya claramente no les basta.

Pasados algunos meses y enamorados, los jóvenes inician planes pero irrumpe una dificultad: el éxito de Sol es tal que surgen diversas solicitudes de contratos desde el extranjero y la posibilidad de grabar un disco en un sello internacional de gran reputación y mediante la supervisión de un destacado productor. Las presentaciones en «Congas» disminuyen, vienen más en televisión y, ya iniciado 1998, es una estrella internacional, con discos de oro en nuestro país y algunos vecinos.

-Estoy orgulloso de ti.

-Y te agradezco. Pero no sé por cuánto tiempo sostendremos esto.

Los muchachos asumen que la situación es compleja para el amor. Incluso lloran algunas noches a la luz de las velas en el mismo «Congas». Pero no son los sábados, tampoco los viernes. Son algunos miércoles de la época agonizante del siglo en que el lugar opera como restaurante. Es lindo: las velas son de distintos colores y se notan desde afuera, dado que la infraestructura del recinto es de madera rústica oscura con ventanales grandes, lo que le da un toque bien playero. Pero a la vez todo es triste.

-Sé que un día nos encontraremos en un lugar tan lindo como éste. Te lo aseguro -enfatiza convencido él.

Los dos lloran de emoción y se besan. Pero ella no dice una palabra más. Pareciera que el destino está sentenciado.

De repente en la vida

Cartas cuando no aterrizaba del todo el correo electrónico en la vida cotidiana, el correo electrónico cuando ya era parte de ésta, recuerdos, el éxito de ella, la titulación de él…En fin. Ha pasado mucha agua bajo el puente y una relación que aparentemente se diluyó pese a toda el agua que pasó.

Perú (el país de origen de ella), Argentina, Colombia, Mëxico e incluso Estados Unidos son algunas de las audiencias que han admirado el talento de Sol. Tras un nuevo triunfo artístico, el que tuvo lugar un sábado de verano de 2007 en el teatro Coliseo, de Buenos Aires, la cantante decide ir a relajarse con su banda a un pub cercano al centro de eventos. Tiene como una corazonada.

El lugar elegido se llama «Timbales». Ante la atónita mirada de la gente que está allí -varios admiradores, claro está- Sol pide unos tragos y cosas ricas para picar para los suyos: sus músicos, las cantantes y algunos fans privilegiados de Argentina. No pasa demasiado rato hasta que un mozo le entrega un hermoso buqué de flores con una tarjetita. «Su humilde y enamorado servidor», lee extrañada la guapa mujer, cuyos 29 años la exhiben con una blusa color crema, un bluyín y el pelo tomado (el vestido blanco fue sólo para actuar).

La corazonada no tarda en transformarse en certeza. Ve que sus acompañantes se ríen y se da vuelta: allí está, muy elegante, Romeo. La risa da paso al asombro más placentero y a una conversación que no articula demasiadas palabras hasta que ambos dan lugar a un apasionado beso que el resto de los comensales se limitan a aplaudir calurosamente. Sólo bastará agregar que «Timbales» se parece mucho a «Congas».

Triunfo del amor

Pasada una década más, tras tums tums y vacilaciones, Sol del Perú cambia su nombre artístico por aquel del nacimiento: Sol Catrileo -“un homenaje a la tierra que me acogió: la de mi padre”, aclara- y bautiza con el ex nombre artístico a su restaurante –“homenaje a la tierra de mi madre y donde nací”, precisó-.

La idea original era comprar el mismo local de la discoteque “Congas” para el restaurante “Sol del Perú”, pero allí terminaron construyendo edificios de departamentos. Pero el lugar definitivo no quedó tan lejos: está algunas cuadras al poniente de El Llano y el negocio fue construido a imagen y semejanza de “Congas” y el bonaerense “Timbales”…Homenaje al origen del gran amor de Sol Catrileo.

Y los papeles, en efecto, están a nombre de ese gran amor: Romeo, convertido en un ingeniero comercial reputado y con mucho sentido social. Él mismo admira la labor paralela de su esposa como embajadora de una importante organización de ayuda humanitaria y ambos sienten gran admiración en el mismo sentido por Lucy Helena, una destacada cantante que se ha abierto paso en los mercados internacionales con canciones como “He sentido amor”, “Quiero volver a ti”, “Camina minero” y “El vino”, entre otros éxitos.

Romeo y Sol ya han pasado el umbral de los cuarenta años de edad. De aniversario de matrimonio un sábado de 2019 -cumplen 10 años-, están en su restaurante, el que cerraron para ellos y sus familiares directos y amigos por toda la jornada para celebrar. Hechos ya diversos brindis y anochecido el día, las pequeñas hijas de ambos quieren una vez más que su padre y su madre bailen su canción favorita: “He sentido amor”.

Visita los enlaces de Lucy Helena en Internet:

https://lucyhelena.net/

https://www.facebook.com/lucyhelenamusic/

https://www.instagram.com/lucyhelenamusic/

https://www.youtube.com/channel/UC8_lXREY3MMuWlTSDe9CJYA

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