El reloj dorado
Reloj dorado (María Jesús Figueroa Fuentes) |
El sol hace agradable
la vuelta a casa en una naciente tarde otoñal. Él, con un terno gris adornado
con una corbata azul marino y, ella, con un abrigo largo café, pantalones
dignos de la circunstancia y un maquillaje perfecto porque la sonrisa de él lo
delata.
Llegaron en micro desde el barrio Yungay, corazón de la universidad donde un par de horas atrás Ferenc -próximo a enterar el cuarto de siglo de vida- dio su examen de grado. Un 6,4 avala la felicidad de la circunstancia. Nieves cumplirá pronto 22 primaveras y, dos de ellas, ya las comparte con él.
Ya tienen planes, pero sin ansiedad. “Ya habrá tiempo para pensar en casarnos”, dice Ferenc con serenidad. “Además debemos tener trabajo estables”, enfatiza Nieves. Corre 1996, época insípida en materias trascendentes para los ciudadanos, aunque mucha gente cree que el país es referente continental en la economía.
Ya se sabe que una
red informática de gran magnitud está revolucionando las comunicaciones:
Internet. Pero todavía no es masiva como tampoco lo son los teléfonos celulares.
Pero a los jóvenes y enamorados Ferenc y Nieves poco les interesa todavía.
Sienten que tienen todo un mundo por delante.
Llegados a la casa
donde vive el muchacho, los recibe la mamá de aquel.
-Te tengo un regalo que
es mío y de tu papá -dice la mamá en la entrada de la puerta. Ferenc mira algo
sorprendido e inseguro, no por el regalo pero sí por la actitud de su madre.
-Pero, ¿algo le
molestó, tía? –pregunta Nieves.
-No, mijita. Lo que
pasa es que Ferenc no tuvo la deferencia de llamarnos por teléfono después que
dio su examen.
Superado el incómodo
momento y antes de almorzar, Ferenc abrió el regalo circunstancial y, tras arrancarle
el papel y descubrir una cajita del mismo color de su corbata, sacó un hermoso reloj,
de conocida marca de origen inglés pero de factura japonesa, dorado en su redonda
parte principal incluyendo minutero y secundero de tono más oscuro, con sus
números negritos y de elegante tipografía, y de cuero anaranjado en su correa.
Ferenc asume que
cometió un error pero que no tenía conciencia alguna que podía tener
repercusión. Nieves lo consuela. Mantienen los tres una conversación fluida
aunque no del todo entusiasta. Además, salvo formalidades ya es periodista y
piensa en casarse.
2016
Belén y Elena, de
siete y dos años de edad respectivamente, son la chochera de sus abuelos. Las
visitas son recibidas con un asado en una agradable tarde otoñal.
Ferenc en un
periodista especializado en Gestión de la Felicidad Organizacional. Nieves está
a cargo del cuidado de la pequeña Elena pero tiene un alto involucramiento en
organizaciones comunitarias. Belén cursa segundo básico y va a clases de ballet
clásico.
Listas carnes, ensaladas
y bebestible las conversaciones del almuerzo se centran en la “deliciosa
comida” y en “que lindas están Belén y Elena”. De pronto la mamá de Ferenc
bifurca la conversación en algo que le llamó la atención.
-Pero que reloj más
lindo tienes, Ferenc. Estoy muy maravillada.
-Me lo regalaron
ustedes hace …20 años. ¿Te acuerdas que tenía una correa anaranjada? Ahora
tiene una que es burdeos, pero se ve igual de bonito,
-¡No te puedo creer!
Es precioso. No me acuerdo de habértelo regalado. Uno se acuerda de tantas
cosas, pero…-responde la madre. Nieves sonríe en forma cómplice, como
recordando ese momento.
-No me acuerdo, mi
amor. Pero lo importante es que el regalo demuestra nuestro cariño de siempre
por ti. Estamos orgullosos de ti y tu hermosa familia -responde la mamá, con
ojos llorosos.
-He tenido otros,
pero éste es muy especial…Ya sabes por qué -añade el sonriente Ferenc. Su
mujer, sus hijas y sus padres también sonríen.
Me entretengo mucho con tus mini novelas.... espero que en un futuro cercano puedas escribir un libro
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