Fantasía en rock latino (segunda parte): Entre delirante y surrealista

Gato y luna llena (sitio Amino)
Por Gonzalo Figueroa Cea

La situación es incómoda. Ambos están desnudos y desconcertados frente a la pandereta del sitio eriazo en que amanecieron, al interior de un automóvil abandonado. Dentro del vehículo que está en la calle, Luis y su polola están muertos de la risa. Por la radio del vehículo se escucha "Sin disfraz" del grupo argentino Virus. "Como si fuera mentiroso y nudista..." canta Federico Moura. 

Lidia está más nerviosa que Orestes y ni siquiera con el pañuelo lila con que lo espero en la casa de Luis, quien les facilitó su segunda residencia para tener su soñada aventura amorosa. La conversación, por si fuera poco, es tan delirante como surrealista.

-Que se ven lindos. Me encantó verlos hacer el amor -dice Amparo, la mujer de Luis.

-Yo les facilité la casa, se sintieron cómodos allí, lo disfrutaron, pero yo les dije que esto tiene un precio -argumenta Luis.

-Además de voyeurista incorregible, eres un cerdo. Quedamos en que era un favor y que sólo nos facilitabas la casa. No pediste nada a cambio -enfatiza Orestes, muy molesto.

-Mira, como ambos tienen que volver a desarrollar su vida normal, ¿qué te parece si te doy un tiempo para que me deposites? -propone Luis.

-¡Además quieres plata! ¿Pero cómo? -se escandaliza Orestes.

-Porque los tengo grabados y además les puedo contar a sus familias lo que ocurrió -responde el sujeto que busca extorsionar a Orestes y Lidia, mientras es factible escuchar desde el vehículo detenido "El cuerpo del delito" de Soda Stereo.

Orestes no disimula su fastidio. Lidia sigue asustada, la abraza con fuerzas. Por fortuna nadie más mira: a esa hora, al menos en ese sector residencial, la mayor parte de la gente trabaja, los niños están en el colegio y las pocas personas que están en sus viviendas son algunas señoras dueñas de casa o las llamadas (por la clase dominante) "asesoras del hogar", quienes a veces asoman los ojos moviendo un poco las cortinas. Pero el sitio eriazo tiene panderetas muy altas. En síntesis, para no hacer el ridículo, Orestes y Lidia saben que tendrán que someterse a lo que señale Luis, pero también están convencidos que tienen que negociar.

-¿Cuánto quieres? -pregunta desafiante Orestes. 

-¡Un millón!-responde serio Luis.

-¡Es imposible! ¡No gano esa plata y no la tengo! -retruca airado Orestes a su ya ex amigo.

-Bueno, ¿qué te parece 800 mil? - cede Luis.

-¡Sabes que es mucho para las dos! ¡Sabes que tenemos familia! -responde enérgico Orestes.

-Yo también -enfatiza Luis, aunque sereno y sintiéndose dueño de la situación.

-¡No seas caradura! Tú tienes recursos. Tienes una hermosa casa, tienes una segunda vivienda y hasta dos automóviles -responde igualmente molesto, pero con más aplomo, Orestes, mientras en el vehículo se escucha "Quieren dinero" de Los Prisioneros.

-¿700 mil? -propone Luis.

-Esto no es cosa de dinero. Lo que estás haciendo no es correcto -señala, con mayor seguridad que antes, Orestes.

-Pero lo de ustedes tampoco. Tú estás engañando a tu mujer y Lidia a su marido -argumenta Luis.

-¡Eso es algo que no te incumbe! Nosotros sabremos cómo resolver nuestras situaciones sentimentales...Yo confié en ti en algo puntual, cumpliste a medias y, lo que es peor, me engañaste -respondió con firmeza Orestes. 

Sin mediar un segundo, Luis mira a Amparo, quien al igual que él sigue sentada en el automóvil. Detecta en ella cara de pena, como compasiva. 

-Podrías hacer algo mejor que eso...¿Por qué siempre el dinero? -musita la mujer. 

-Ok -dice él sin que se note demasiado.

Luego voltea la mirada hacia la pareja desnuda, cerca de la entrada pero todavía al interior del sitio eriazo.

-Les propongo que ustedes repitan la escena de mi casa y la grabo con mi cámara para guardarla y disfrutarla en privado -propone Luis, para luego reírse. Los anteojos oscuros le dan un toque de villano de película gringa.

-No me parece. ¿Qué garantía me das tú para que no ocurra algo peor que eso? Además ya nos filmaste -expresa Orestes, muy serio todavía. Luis mira con algo de resignación y piensa un poco. Lidia y Amparo sólo miran, muy inquietas.

-Ok...

-...- Orestes se encoge de hombros y espera una resolución de parte de Luis. Tras la respectiva pausa, aquel irrumpe con una inusual alternativa.

-¿Y si hago con ustedes un filme erótico con probabilidades de distribución? -consulta, con una sonrisa ladina.

Lidia llora desconsoladamente, Orestes la abraza más fuerte y Amparo se conmueve. Orestes se molesta más, pero evita perder los estribos (aparentemente las clases de meditación le han servido). 

-...Me di cuenta que eres un auténtico pervertido, pero creí que podías ser más imaginativo -retruca seguro Orestes, aunque con una mueca de desprecio por Luis. Este mira una vez más a su mujer, quien lo mira desafiante. "Tiene razón Orestes: eres muy poco imaginativo", señala ella en voz baja pero muy segura. Tras agarrar el volante y fijar la mirada hacia adelante, se toma varios segundos para meditar. Después respira histriónicamente hacia arriba, como si el techo del vehículo fuera interminable. Se toma su tiempo y enciende un cigarro. Tras la primera calada, se anima a seguir la conversación.

-Ok. Hagamos algo más sencillo: intercambiemos parejas y ustedes se comprometen con trago y comida...Y sin grabar -sostiene, algo fastidiado pero con una sonrisa que busca captar adhesión, Su mujer dirige una sonrisa a la pareja del sitio eriazo. Ellos conversan entre ellos automáticamente y en voz baja. Finalmente todos acceden. 

Para evitar que los vecinos noten la presencia de los cuatro y, sobre todo, dos de ellos desnudos, Luis les lanza la ropa desde la ventana del automóvil. El esfuerzo no es demasiado. La acera que los separa no tiene más de un metro de largo. Vestidos, se suben inmediatamente a los asientos traseros del vehículo liviano y todos vuelven a sus vidas comunes y corrientes por el resto de la jornada con luz natural. 

Llegada la noche, Luis arranca nuevamente en su vehículo, acompañado de Amparo, para buscar a Orestes y Lidia a sus respectivas viviendas. Subidos al vehículo van a un supermercado para que Lidia y Orestes compren lo acordado: tragos y cosas para picar, para luego acudir a la famosa casa de Luis donde la pareja aludida tuvo la aventura y que es casi como una residencia de otro mundo: la oficial de Luis, donde vive habitualmente junto a Amparo y los pequeños de ambos, está a veintitantos kilómetros de allí.

Llegados al lugar elegido y relajados, al igual que aquella primera vez de Orestes y Lidia, en lugar de dos son cuatro los que se desnudan. "Juego de seducción" de Soda Stereo es la música de fondo. Amparo no es del gusto completo de Orestes. Sus redondeces son notablemente más voluminosas que las de Lidia, pero un movimiento de caderas al estilo de los bailes árabes más un pañuelo rojo que mueve delicadamente con ambas manos y los brazos hacia arriba, sacan una sonrisa a Orestes. Él sencillamente la sigue antes de decidir cualquier intento abiertamente audaz.

Por su parte, Luis está muy lejos de ser el ideal de varón de Lidia: tiene una presencia menos armónica que Orestes, pero no luce mal. Simplemente le basta con hacer lo que él cree que debe hacer para llamar la atención de Lidia. Sin mucho alarde se acuesta en la gruesa alfombra verde del living en una posición que recuerda a las estrellas de mar o al famoso dibujo de Leonardo da Vinci "El hombre vitruviano", con la parte delantera del cuerpo mirando hacia arriba y el máximo de relajo. La actitud motiva en Lidia tomar el liderazgo total de la iniciativa, donde cambia el pañuelo blanco por uno azul, con el que hace unos alardes de sensual danza moderna antes de terminar montada sobre Luis y, sucesivamente, lo hace en diversas formas.

Pero en ambos casos es sólo el comienzo. "La imaginación esta noche todo lo puede", tal como canta el gran Gustavo Cerati en "Juegos de Seducción". Dicho de otro modo, entre delirante y surrealista.

Para leer la primera parte de este cuento, haz cólo clic aquí: "Fantasía en rock latino"

Para leer la tercera parte de este cuento, haz cólo clic aquí: "Fantasía en rock latino (tercera parte)"


Comentarios

  1. Amigo que raro es el Ser humano.... pero creo que la línea delgada entre la locura y la cordura es más que delgada, invisible

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  2. Amigo gracias!! Creí que la línea delgada entre la cordura y locura es a veces invisible

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