Adminículo (tercera parte)

Figura femenina
(fotografía sacada de sitio Wallpaperbetter)
Por Gonzalo Figueroa Cea

Los episodios del pendrive y de la extravagante (por no decir nada elegante) historia de los choritos son, a esta altura, sólo un par de episodios más en la peculiar vida laboral de Alarcón. Uribe y y su equipo lo toman casi como algo normal, pero no en el sentido de deseable sino como parte del paisaje que es la oficina que comparten. 

Repentinos y muy notorios cambios de genio, continuos alardes narcisistas, una propensión a la vulgaridad en los momentos menos oportunos, un sentido del humor al unísono de esa propensión y, por si fuera poco, cierta tendencia a la vagancia (por no decir indisciplina laboral) son aspectos intrínsecos de su paisaje personal.   

Evidentemente es difícil que falten situaciones en que Alarcón haya sido o sea "genio y figura". La jornada del viernes, poco rato antes de la fiesta de aniversario de la empresa, ocurrió una de aquellas. Flavia, conocida como la guapa trigueña del área de Contabilidad y elegida reina cerca del mediodía al darse en el auditorio el cómputo del puntaje de las competencias entre las distintas alianzas, acude furiosa a la oficina de Uribe, aunque este no lo advierte al recibirla.

-Buenas tardes, señorita Flavia. Supimos que la alianza azul ganó y que usted es la nueva soberana de la empresa.

-Gracias. ¿Dónde esta Alarcón? -pregunta la muchacha, sin deseo de mayor protocolo, al propio jefe de la oficina visitada.

-...Dos pasitos para allá y ...a la derecha -responde Martita, la secretaria. Cuando la joven da vuelta la espalda para dar esos dos pasos y enfrentarse a Alarcón, tanto Uribe como Martita y Peña, el auxiliar, quedan con cara de duda y algo perplejos.

-Al fin te encuentro.

-Querida Flavia, ¿cómo estás?, que gusto de verte -responde Alarcón en forma convenientemente galante y hasta sobreactuada.

-¡Cambia de inmediato la fotografía que pusiste en la intranet! -le dice firme ella, con la voz más elevada de lo normal, molesta, erguida, mirando de frente y con las manos en la cintura. 

-Pero...si es una foto, eehh...hermosa -dice Alarcón, ya algo vacilante pero suavemente.

-¡Sácala o armo un escándalo!

Alarcón queda como congelado algunos segundos y Flavia, desafiante, cruza los brazos. El tipo se abre a una solución pero con alguna clase de dificultad.

-...Está bien...Está bien...Pero...es todo un tema: debo ...eehh...elegir la foto y... luego...eehh... hablar con el joven que administra la plataforma...Yooo...no manejo la plataforma.

-Bueno, déjame elegir la foto, mándasela al joven y dime quién es para ir a su oficina y apurar el cambio de foto.

-¡No!, ¡de ninguna manera!, ¡déjame a mí hacerlo todo, por favor!...A él no le gusta que lo molesten -responde urgido Alarcón.

-Claro, a él no se le puede molestar, pero pueden subir una foto mía a la página de la empresa, mostrando mi ...busto semi descubierto.

-Pero están bien buenos...¡Perdón!, ¡es una hermosa foto!, ¡insisto!

-¡Imbécil! -Justo automáticamente después de pronunciar estas palabras, Flavia levanta la mano en señal de querer pegarle una cachetada a Alarcón, pero no alcanza porque Martita le ofrece a ella un café.

-Le agradezco, pero recién tomé uno después del almuerzo -dicho esto, Flavia ve que la secretaria vuelve a su puesto y, ella, la mirada en Alarcón.

-Pediré que la saquen, no te preocupes. Asumo que consideras inapropiada la fotografía. Ruego que me disculpes. Conversaré con el muchacho y le mandaré una foto mejor...desde tu punto de vista, claro, para que la ponga en la intranet, jeje. Además entiendo: de repente estás en esa clase de días...que no son precisamente cómodos para muchas mujeres -dicho esto por Alarcón, Peña le susurra al oído a Martita: "este huevón no sólo la caga, sino que sigue cagándola". Martita sólo atina a reír con discreción.

-Tú crees, huevón, que soy de las que me río con facilidad, aguantando todas tus idioteces...Como si no te conociera -responde Flavia a Alarcón, muy dueña de la situación pero con tranquilidad. No tardan muchos segundos hasta que aparece Uribe, quien inquieto por el tono de la conversación ajena interviene, un poco para "lanzarle un salvavidas" a Alarcón, pero más para "aquietar las aguas".

-Señorita Flavia: disculpe la intromisión. Entiendo que el señor Alarcón debe cambiar una foto suya de la intranet.

-Así es, señor Uribe -responde la muchacha.

-Ok...Estimado: usted sabe lo que tiene que hacer...-señala un sereno Uribe al voltear la mirada hacia Alarcón.

-Síííí, jefe -responde vacilante el aludido.

Uribe se marcha a su puesto, Alarcón se siente algo más tranquilo (pensó que la mujer podía haber hecho un escándalo mayor), sigue gesticulando muy inquieto y ella, igualmente tan segura de controlar la situación como antes, percibe que su propósito está cada vez más cerca de ser realidad.   

-¿Puedo elegirla yo? -pregunta Flavia.

-Es que...eeeh...mira...este...

-¿Cuál es el problema? Si tú tomaste la fotografía, por lo tanto tienes archivos fotográficos -enfatiza Flavia.

-Lo que pasa es que estoy terminando un trabajo que me pidieron y...mejor te mando un set -explica un nervioso Alarcón.

-¿Y ese trabajo consiste en ver "Infieles"? -pregunta, con ironía, Flavia, quien muy despierta se había dado cuenta al llegar que el tipo tenía pausado en la pantalla de su computador la famosa serie de televisión chilena (ahora la superficie está oscura, en modo de ahorro de energía).

-¿Qué estás queriendo decir con eso?, ¿que mi trabajo es poco serio? -responde, algo enojado pero controlado, el sujeto.

-Sólo hablo acerca de lo que veo, Alarcón -expresa la muchacha con la misma firmeza del comienzo aunque más tranquila. Alarcón se queda mudo. 

-Bueno, tengo fotos de minas en pelota, ¿y qué? -responde Alarcón, una vez más sin pensarlo demasiado, lo que vuelve a irritar a la muchacha.

-Agradece que no te digo algo peor porque estaría infringiendo ciertas normas de la empresa, pero eres un pelotudo de campeonato.

-Flavia: por favor olvidemos esto. Lo que pasa es que todo me pilló de improviso. Comprenderás: mi trabajo es muy, muy serio. No te imaginas lo serio que es -plantea a Flavia un Alarcón con la mirada hacia abajo como asumiendo que cometió un  nuevo error.

-Sí, claro...Senos, traseritos, fotos de la mujer del gerente sin el consentimiento de ninguno, una especie de sumario por ahí...

-...La gente dice muchas cosas -responde el aludido.

-Bueno, yo también veo y escucho muchas cosas. Yo soy parte de la gente -responde a su vez Flavia con el mismo tono irónico ya manifestado por ella misma. Alarcón se ríe nerviosamente.

Al otro lado de la oficina Margarita, Peña y el mismo jefe se miran risueños. Tienen muchas ganas de soltar carcajadas, pero las retienen. Segundos después aparece en la oficina un joven moreno, alto, de complexión atlética y elegantemente vestido.

-Permiso. Busco a una joven...

-¿Flavia?

-Sí, señor. 

-Allí está. Pase -le dice Peña.

-Gracias.

Al verlo, a Flavia le brillan los ojos y se le "ilumina la ampolleta".

-Hola mi amor. Que bueno que viniste para acá.

-Sí mi cielo. Fui a tu oficina pero tus compañeros me dijeron que estabas en Relaciones Públicas.

-Te cuento: ¿te acuerdas de la foto osada de la intranet?...El responsable de aquella, el señor Alarcón, muy amablemente se ofreció a cambiarla -informa Flavia a su novio con mucha seguridad.

-Que bien, me alegro -atina a decir el caballeroso pololo de la joven, mientras Alarcón mira estupefacto, pálido y con la boca abierta. El muchacho se da cuenta y el aludido también observa que el visitante se da cuenta y, automáticamente, muta el gesto facial a una sonrisa casi de maniquí.

-Es más, querido: el señor Alarcón me va a mostrar un set de fotos que me sacó para que elija una. ¿Qué te parece? -agrega Flavia. 

-Qué bien. Va a ser un gusto poder acompañarte en esa tarea -agrega la pareja de la chica, mientras a Alarcón, quien tiene conciencia que sus archivos fotográficos no gozan de buena reputación entre quienes lo conocen, no le queda más que ceder ante el deseo de sus dos visitantes, impulsado por la viveza de ella. 

Sentado frente a su computador, con Flavia y su novio detrás de él y con las miradas puestas en la pantalla, Alarcón sabe que no tiene mucho tiempo de reacción. Como los archivos de las fotografías están clasificados por carpetas pero no están lo suficientemente ordenados, no le queda más que elegir por tincada las que podrían servir. Sin embargo, durante unos diez minutos que se transforman en eternos, se equivoca varias veces y sucesivamente. 

 -Veo que su predilección son los..."derriers", los bustos y ...las partes delanteras inferiores al descubierto, señor Alarcón -opina el joven, algo incómodo con la situación, pero manteniendo al menos el estilo que le gusta proyectar. Alarcón, rojo de vergüenza, irrumpe con explicaciones dignas de Cantinflas. 

-Es que he hecho muchas fotos artísticas y...de hecho me solicitan de distintos lados -responde el responsable de las fotografías.

-¿Algún estudio reputado?

-Sí, varios...

- ¿Cuál por ejemplo? Algo sé de fotografía artística y tengo amigos -inquiere el pololo de la recientemente coronada reina.

-¡Mi amor!, mira: ¡ésa me encanta! -interrumpe Flavia, quien se entusiasma con una fotografía en que figura ella con la corona puesta, su jefe al lado y su novio al otro, sin aspectos extras que sobresalgan.

-Es fantástica -dice el muchacho.

-Por favor, señor Alarcón, mándele esa foto a la persona que está a cargo de la plataforma para que la cambie de inmediato.

-...Ok -responde Alarcón, más tranquilo que un minuto antes. Mientras tanto reina la tranquilidad en el resto de la oficina.

Hecho el envío por email, Alarcón y sus visitantes se despiden amablemente. Cuando ellos bajan por la escalera, Alarcón mira a sus compañeros de trabajo, se pasa la mano por la frente y suspira como si dijera "menos mal que se acabó esto". Sin embargo, dada su carencia de filtro verbal, se despacha una reflexión final de antología.

-Se imaginan si les muestro otras fotos de esta minita, más comprometedoras...-reflexiona relajado  antes de soltar una engreída risotada.

-Sería muy interesante verlas, señor Alarcón -responde detrás el novio de Flavia con ella al lado. 


VER TAMBIÉN 

Adminículo (primera parte)

Adminículo (segunda parte)






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