Fantasía en rock latino (cuarta parte): final cóncavo y convexo

Luna de noche (sitio Diario Femenino)

Por Gonzalo Figueroa Cea 

Pasó lo peor y, al final del túnel, apareció la luz. Ambos terminaron sus vínculos de pareja oficiales, que además tampoco involucraron delito alguno por parte de ambos: Lidia y Orestes fueron engañados por sus cónyuges mucho antes que los dos tuvieran una relación amorosa. Y las rupturas con el marido de aquella y la esposa de aquel no fueron traumáticas: los adultos tienen formas de resolver las cosas más fríamente y nadie se queja. Los niños sufren más. Los de Lidia compartirán el mismo techo. Orestes, en cambio, verá a los suyos a veces.   

Están muy enamorados, pero mientras tanto quieren tomarse las cosas con el relajo necesario y la suficiente delicadeza. Ella vive en su casa de siempre con sus niños y él en una vivienda próxima, cuyo arriendo paga a módico precio. La amistad con la otra pareja: la de Luis y Amparo, la toman como casi accidental. Fueron todos partícipes de una locura que, casualmente, nació en la mente de Orestes. Nada más.

Y Orestes decidió revelarlo en un nuevo encuentro a solas con el amor de su vida: Lidia. Los niños quedaron al cuidado de la mamá de ella en la casa de ella. Por lo tanto la residencia actual de Orestes fue el lugar escogido para un nuevo encuentro amoroso, aunque esta vez más seguro y cercano entre ambos que los de otras veces. De hecho ya no hay riesgos de cámaras ocultas. "Ella vendrá", un clásico de Don Cornelio y la Zona, es escuchada por ambos como muro sonoro en el living. Como preámbulo, conversan acompañados de sendos copas de piscos sour y unas pizzas.

-¿Pero cómo lograste que Luis te cediera su casa para esa vez? -pregunta ella

-Era la única forma de vernos juntos sin que nuestras familias se vieran involucradas. Por lo tanto, una vez que supe que la casa no tenía moradores, sólo bastaba hablarlo con él...Además le había hecho un favor que, de otra forma, le hubiese costado muy caro.

-Sííí...¿Y se puede saber de qué se trató? -pregunta seria Lidia, quien además deja automáticamente la copa a un lado y lo mira fijamente.

-Le mejoré toda la instalación eléctrica sin pedirle un peso y además compré todos los materiales necesarios -explica Orestes. Lidia olvida instantáneamente la molestia y sonríe. Orestes ríe. 

-Entonces, cuando Luis nos encontró desnudos y confesó que nos grabó ¿a qué se refería con eso de "en la vida todo tiene un precio"? Esa vez tú no le recordaste el favor que le hiciste -pregunta la mujer, nuevamente seria y con mirada fija en su novio.

-Yo pensaba que era un amigo leal y buena onda. Pero te diré algo más y disculpa que te lo revele ahora: Luis estaba obsesionado contigo -enfatiza Orestes. Lidia vuelve a fijar la mirada en él, pero a diferencia de segundos antes, está desencajadamente sorprendida.

-Eso explica lo de las cámaras y que nos filmara desnudos -complementa Orestes. De fondo se escucha el éxito de Miguel Mateos "Perdiendo el control". Lidia todavía está lejos de recomponer su afable perfil.

-¿Y cómo no te diste cuenta que podía llegar a hacer eso?

-Simplemente confiaba en él. Nunca imaginé que fuera tan chalado -responde Orestes.

-Entonces, ¿cómo te diste cuenta que yo le gustaba? 

-Antes que tú y yo comenzáramos formalmente nuestra relación, me lo confesó -revela Orestes.

-Espero que yo no haya sido parte de una apuesta -expresa Lidia con sonrisa irónica. 

-No...Simplemente tú me gustaste, yo te gusté y él nunca te gustó -confiesa con seguridad Orestes. Espontáneamente ambos sonríen.

-Eres todo un poeta, amor -complementa ella. Tras unos segundos eternos de vacilación, se besan delicadamente. Después llega una pausa y vuelven a cruzar miradas directas.

-Luis no tenía por dónde conmigo...Disculpa, parece muy vulgar decirlo...Además con esa faceta voyerista -opina Lidia antes que Orestes lance una risotada que la contagia.

-Y se supone que bastaba sólo un intercambio de favores- pone de relieve él. Vuelven a reírse fuerte.

-O un intercambio de favores entre amigos -contesta su novia. Vuelven a reírse pero esta vez más fuertemente.

-Con esa clase de amigos...-complementa él, ya más serio, mientras por la radio se escucha "Nos siguen pegando abajo" de Charly García.

-Pero no te culpes: en realidad lo conocías poco. Además el desenlace de todo fue muy divertido -enfatiza Lidia.

-En realidad fue al estilo de una comedia digna de Peter Sellers o de John Ritter -confiesa Orestes, lo que sucede a nuevas carcajadas de ambos.

-Lo importante es que toda esa locura sirvió para unirnos más. Me demostraste lo hombre que eres -subraya Lidia. Orestes se sonroja, sonríe y le da un beso en la mano. Tras algunos minutos de ...ciertos análisis manuales entre ambos cuerpos, se sacan sus respectivas ropas al son de "Cóncavo y convexo" en la voz de Lucy Helena, quien al decir de Orestes suena "terriblemente sensual" al lado de la versión original de la misma canción, interpretada por Roberto Carlos. "Pero cómo no va a sonar sensual, si es salsa y ella... es como yo", retruca Lidia. Vuelven a reírse...El resto de la noche quedará para la imaginación.

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Si deseas leer las tres partes anteriores de este cuento, haz clic en los respectivos enlaces:

Fantasía en rock latino

Fantasía en rock latino (segunda parte): Entre delirante y surrealista

Fantasía en rock latino (tercera parte): la noche es larga





   

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